sábado, 22 de junio de 2013

CONVIENE NO OLVIDAR

Tierra, fuego, aire, agua. Fuerzas naturales que, como legendarios dioses, de vez en cuando, se encolerizan sin tapujos ni ardides y claman sin disimulos para demostrarnos su hegemonía. Acostumbrados a ellos o sin poderlos evitar, los hombres pasamos de sus enfados y bravatas.
Por otros nuevos dioses sabemos que el cielo nos espera no sé con cuántas doncellas, allá donde encontraremos a nuestros seres queridos y a los perdidos amores de nuestras vidas. También (digo yo) estarán muchos de nuestros enemigos o adversarios reclamando un lugar separado del nuestro. Quienes así nos lo aseguran, no les importa la edad que tengamos, ni el color del arco iris; sólo necesitan que nos hayamos muerto para poderles reclamar. Son unos listos que lo saben casi todo: hurgan no en nuestros datos, como las firmas comerciales breándonos con su publicidad, sino en los sentimientos más comunes que nos salen del alma. Emplean el oscurantismo, la mentira, apoyándose en la ignorancia de nuestras creencias que por domesticación o su propia prescripción no nos hemos cuestionado. Para cuando nos damos cuenta del engaño, si es que caemos en ello, dejamos correr el artificio en su propio provecho. Y eso no es lo peor. Consiguen poder y dinero, la mezcla explosiva actual, para sin ningún tipo de escrúpulo pasarnos la factura de sus costosos servicios, intermediando en los temas más sensibles: La educación, el sexo y el perdón.
El sistema habitual del dolor y el placer que nos regula el comportamiento, son influenciados por el  miedo, prejuicios ocultos y educaciones recibidas, si bien, las decisión, generalmente, la tomamos instintivamente por las emociones que en ese momento nos dominan.  
Cuando hay pobreza abundan los robos de los necesitados para subsistir. España, sin embargo, es un país diferente,  (como en la dictadura rezó un slogan) es pobre porque está lleno de ladrones ricos, necesitados de practicar uno de sus deportes favoritos: Robar jugando a su guerra originada por establecer su concepto liberal de “mi país” ¡Mierda!  Cuantas veces tendré que repetir que nada es nuestro, ni nos pertenece. Además, ¿qué les importa a ellos los pobres? Matar lo realizan de muchas formas, igual que cambian las guerras; depende de la  moda, la estrategia, el momento, aunque el resultado final resulte ser el mismo: dejarlos morir
¡Qué lenta actúa la justicia para descubrir tantas cuevas donde se esconden los mangantes!

Alboreaba la crisis, cuando un catedrático de derecho político preguntó en clase acerca de la corrupción en España, un alumno le dijo que un mono con los ojos tapados tirando dardos a una ruleta con el nombre de los valores que cotizan en Bolsa, estadísticamente, acierta o desacierta tanto como un reconocido inversor de ese mismo mercado. Así que si usted nos muestra un mapa de España, le aseguró prosiguiendo el alumno, en cualquier punto del mismo, un dardo que se clave al tirarlo con los ojos cerrados, le encontrará la corrupción: A nivel estatal, autonómico, local, público o privado, pero la corrupción se hallará; bastará con algo de empeño en averiguarlo. El catedrático calló y retomó la clase por otro derrotero. Y es que la gente ya sabía de los tejemanejes y facilidades de los políticos extendiendo por detrás la mano: enchufes, recalificaciones, sobornos, favores, etcétera. Y todo el mundo sabía además por quién estaban dirigidas las cajas de ahorro con créditos incobrables, sueldos irracionales, primas desorbitadas. Y también como la construcción era cosa de locos por no citar actividades delictivas que el propio Estado propicia y ampara: abusos, coacciones, amenazas, privilegios, prepotencia, deslealtades, cobardías. Luego las crisis son dioses legendarios disfrazados de engaños que, si se quiere, pueden evitarse. Conviene, aunque no afecte, no pasar de ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario