miércoles, 4 de noviembre de 2015

EL DERECHO A DECIDIR

El derecho a decidir es legitimo cuando el derecho del otro se respeta. Cada uno de nosotros, dentro de nuestra casa haremos lo que queramos, evitando molestar, respetando a los colindantes y cumpliendo las reglas que nos hemos dado si vivimos en comunidad. De no vivir solos, contaremos con nuestra pareja, hijos o con quienes algo tengan que exponer. El derecho a decidir se comparte con los demás para lograr un objetivo común e, incluso, habrá de ampliarse solicitando permiso a la autoridad competente a fin de observar las normas establecidas. Puede ocurrir que los residentes de un barrio, un pueblo, una ciudad decidan ejercer su derecho a decidir para vallar el entorno que ocupan o para iniciar cualquier otro tipo de iniciativa que afecte al conjunto y, aun estando todos de acuerdo, no les será posible ejecutarlo sin el consentimiento del ente administrativo al que pertenezca, sea el municipio, la comunidad o el país. Lo mismo ocurre a los socios de un Club que traten de gobernarse aislados de los demás: antes, inequívocamente, tendrán que modificar sus estatutos vigentes.  
España y el resto de países que forman parte de ese Club, llamado Europa, desde el  momento que se hicieron socios y pasaron a pertenecer al mismo, su soberanía nacional quedó menguada; en especial, la relativa a cuestiones de importancia capital como la económica, que afecta sobremanera a decisiones políticas. Además, poco a poco, irán cediendo más autoridad para que Europa sea quien gobierne con preceptos comunes y se amplíe con una mayor convivencia social, más derechos humanos, más igualdad de oportunidades...
La gente residente en Cataluña, por supuesto, que tiene derecho a decidir, y no sólo sobre el suelo donde viven, si no sobre todo el territorio español. Las mismas obligaciones que comparten con el resto de habitantes de España de cumplir con la norma principal que, en algún momento, alguien democráticamente y no por imposición, determinó. Habitantes que hoy son los que son y que mañana serán otros con pensamientos  iguales, contrarios, distintos y, por consiguiente, con los mismos derechos a ejercer su derecho a decidir y las mismas obligaciones a acatar su resultado, de la misma manera que tienen los que ahora viven. Ante una ley injusta, coercitiva, discriminatoria cabe la desobediencia civil, pero para segregar cualquier territorio de lo que ahora se conoce como España, será previamente necesario cambiar la ley que la considera indivisible, pero eso sí, con la decisión de todos sus moradores.

No puedo, por esto, entender a Pablo Iglesias defendiendo el derecho a decidir sólo a los residentes de Cataluña sobre Cataluña, saltándose la legalidad existente de su territorio (España) que en su día aceptaron y apoyaron. Por ese mismo criterio no debería exigir a los dirigentes europeos que cumplan con el derecho de asilo a los refugiados. Cabe la posibilidad (de hecho se está dando) que dirigentes basura no permiten la entrada en su territorio a gente que huye del hambre y  la guerra y eso es una atrocidad. Tal vez, los mandos sinvergüenzas mencionados se amparan en ese mismo derecho a decidir que el señor Iglesias defiende. Pues no. La Tierra es patrimonio de todos los seres vivos y los hombres se han organizado en ella con unas normas que se han de respetar igual que la libertad. Tales normas nos permiten gozar de democracia y ayudar a los necesitados. Incumplirlas, es quebrantar los valores citados. Espero que en el futuro, a través del respeto a normas legales y legítimas, todo ser pueda vivir en un mundo diverso como el nuestro, donde las guerras, el hambre, las fronteras y otras miserias excluyentes como los nacionalismos no existan.

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