sábado, 3 de junio de 2017

RECORTES DE PRENSA: El hambre

El mundo produce lo suficiente para alimentar a toda la población mundial de 7 mil millones de personas. Sin embargo, uno de cada ocho personas en el planeta va a la cama con hambre cada noche. En algunos países, uno de cada tres niños está bajo de peso. ¿Por qué existe el hambre?
Hay muchas razones por las cuales existe el hambre en el mundo y a menudo están interconectadas. Aquí hay 6 que creemos que son importantes.
La  trampa de la pobreza
La gente que vive en situación de pobreza generalmente no puede costearse comida nutritiva para ellos ni sus familias. Esta situación los vuelve más débiles y menos capaces de ganar el dinero que los hubiese ayudado a escapar de la pobreza y el hambre. Esto no es solo un problema del día a día: cuando los niños sufren de desnutrición crónica, esto puede afectar sus futuros ingresos, condenandolos a una vida de pobreza y hambre.
En países en vías de desarrollo, normalmente los agricultores no pueden costear las semillas, lo cual trae como consecuencia el no poder plantar los sembradíos que hubiesen provisto a sus familias de alimento. En algunos casos, ellos deben cultivar sin las herramientas ni fertilizantes necesarios. Otros no cuentan con tierra, agua o educación. En resumen, los pobres sufren de hambre y, al mismo tiempo, el hambre es lo que los mantiene en la pobreza.
Falta de inversión agrícola
Muchos países en vías de desarrollo carecen de una buena infraestructura agrícola, como lo son un buen sistema vial, silos e irrigación. Esto trae como resultado un alto precio en el transporte, falta de instalaciones de almacenamiento y suministro de agua intermitente. Todo esto conspira en contra de las cosechas y el acceso al alimento.
Las inversiones en administración de tierras, uso eficiente del agua y el uso de semillas resistentes traen consigo grandes mejoras.
Investigaciones realizadas por la
 Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) demuestran que la inversión en agricultura es cinco veces más efectiva en la lucha contra el hambre y la pobreza que la inversión en cualquier otro sector.
Clima y tiempo         
Los desastres naturales como inundaciones, tormentas tropicales y largos periodos de sequía están aumentando, lo cual trae consecuencias devastadoras para la gente de bajos recursos que vive en países en vías de desarrollo.
Las sequías son la causa más común de escasez de alimentos en el mundo. En 2011, una sequía recurrente causó grandes pérdidas en el sector agropecuario en Etiopía, Somalia y Kenia. En 2012 hubo una situación similar en la región del Sahel en el África occidental.
En muchos países, el
 cambio climático ya está causando condiciones adversas. Cada vez más tierras fértiles sufren de erosión, salinización y desertificación. La deforestación a manos de los humanos causa una erosión acelerada lo cual dificulta la cosecha de alimentos
Guerras y desplazamientos
Alrededor del mundo, los conflictos armados interrumpen de manera constante la cosecha y producción de alimentos. Este tipo de conflictos también fuerza a millones de personas a huir de sus hogares, dando como resultado severas crisis en la seguridad alimentaria de las personas que, una vez que se desplazan, se encuentran sin los medios para poder mantenerse a sí mismas. El conflicto en Siria es un perfecto ejemplo.
En la guerra, a veces los alimentos se convierten en armas. Los combatientes obligan a sus adversarios a rendirse por medio del hambre, tomando los alimentos y el ganado y destruyendo sistemáticamente los mercados locales. Los campos, usualmente, minados y los pozos de agua contaminados, obligan a los agricultores a abandonar sus tierras.
El conflicto creciente en Somalia y la República Democrática del Congo ha contribuido significativamente al alto nivel de hambre en esos dos países. En comparación, el hambre se está reduciendo en las partes más pacíficas del continente africano como Ghana y Ruanda.
Mercados inestables
En años recientes, el precio de los alimentos ha sufrido una gran inestabilidad. Los precios suben y bajan como una montaña rusa, lo cual dificulta el acceso consistente a alimentos nutritivos para la gente de bajos recursos. Éstos necesitan acceso adecuado a alimentos todo el año y estas alzas en los precios ponen los alimentos fuera de su alcance, trayendo consecuencias permanentes a niños pequeños. Cuando los precios suben, los consumidores tienden a cambiar a alimentos más baratos y menos nutritivos, dando como resultado deficiencias de micronutrientes y otras formas de desnutrición.
Desperdicio de alimentos
Un tercio de todos los alimentos producidos (1.3 mil millones de toneladas) nunca es consumido. Este desperdicio de alimentos representa una oportunidad perdida en la lucha por mejorar la seguridad alimentaria global, en un mundo donde una de cada ocho personas sufre de hambre.
Producir estos alimentos también utiliza preciados recursos naturales necesarios para alimentar al planeta. Cada año, los alimentos que son producidos, pero que no son consumidos aglutinan un volumen de agua equivalente al flujo de agua del rio Volga, en Rusia. Producir estos alimentos también libera un aproximado de 3.3 mil millones de toneladas de gases de invernadero.
Un curso dedicado a la Generación Hambre Cero
Por Enrique Yeves, Director de Comunicación Corporativa de FAO
El número de personas hambrientas en el mundo se ha reducido a algo menos de 800 millones, lo que supone una de cada nueve personas, según datos de la última edición del informe anual sobre el hambre de la FAO. Es una cifra inaceptable y el objetivo debe ser su erradicación total y definitiva.
En FAO sabemos que erradicar el hambre no sólo es posible sino que también es un imperativo moral y parte del compromiso ineludible que la comunidad internacional ha adoptado con la Agenda 2030 de desarrollo sostenible.
Es, además, una tarea en la que debemos involucrar a toda la sociedad, incluido el sector académico. Por eso en junio de 2016 organizamos, junto a la Universidad Complutense de Madrid, el curso “Hambre Cero: es posible”. No nos costó mucho elegir el nombre, ya que esa es la única afirmación que consideramos válida.
Durante una semana un grupo de jóvenes profundizó, de la mano de expertos internacionales, en las cuestiones que plantea este enorme desafío, uno de los más loables a los que puede aspirar la humanidad. Empezamos por algo tan básico como su definición: según la FAO, una persona pasa hambre cuando no obtiene la ingesta de energía alimentaria suficiente para mantener una vida saludable y activa.
A medida que avanzamos, todos mostraron gran interés en temas tan distintos como la pobreza como causa fundamental del hambre, la producción sostenible, la biodiversidad, el acceso a los alimentos, la nutrición, el cambio climático, la disponibilidad de agua, la calidad de los suelos o el problema de las pérdidas y desperdicio de alimentos
Personalmente, fue una satisfacción ver su compromiso ya su generación está llamada a ser la generación Hambre Cero, la que acabe con esta lacra inadmisible y que lastra el desarrollo de nuestro planeta.
El derecho humano a la alimentación adecuada, que es inalienable de todos los ciudadanos y cuyas condiciones para lograrlo deben ser garantizadas por el estado, nos ofrece una visión para un pacto social que impulse políticas de desarrollo inclusivas y sostenibles.
Y una de las formas más eficaces para lograrlo es, como reiteró el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, en una ponencia en la que compartió su experiencia en su propio país, Brasil, una combinación relativamente sencilla: más políticas centradas en la protección social para ayudar a los más necesitados a salir de la pobreza y más inversiones en tecnología y actividades productivas dirigidas a los más pobres.
"Recorrimos 90.000 km durante 10 meses", rememoró Graziano da Silva al explicar uno de los programas más exitosos en la lucha contra el hambre. “Pero para lograr el desafío Hambre Cero - añadió en su conversación con los jóvenes- los gobiernos deben reconocer el problema del hambre como prioritario, crear marcos institucionales para combatirlo y programas específicos para poder hacerlo”.
Para ilustrar la importancia de ese compromiso político, en el curso contamos también con la participación de Guadalupe Valdés, del Frente Parlamentario contra el Hambre de América Latina y el Caribe, que habló del caso de América Latina, la región que más avances ha logrado en la lucha contra el hambre.
Como recordó el jefe del equipo del derecho a la alimentación de la FAO en presencia de Su Majestad la Reina Letizia de España –Embajadora Especial de la FAO para Nutrición-, el hambre y la malnutrición son problemas de naturaleza política. Por si solas, las soluciones técnicas no bastan para acabar con las desigualdades que mantienen a una parte importante de la población mundial en situación de inseguridad alimentaria o sufriendo la malnutrición.
Teniendo en cuenta las múltiples dimensiones del problema del hambre, en el curso también se habló sobre la forma en que lo contamos. Para ello contamos con Juan Luis Cebrián, Presidente Ejecutivo del grupo PRISA y El País –diario con el que la FAO firmó recientemente un acuerdo para mejorar la información sobre cuestiones relacionadas sobre el hambre, la agricultura y la alimentación, que habló sobre el papel de los medios de comunicación como motor de cambio.
En ese mismo sentido, el periodista y escritor Martín Caparrós, autor del libro Hambre, insistía en que la inseguridad alimentaria "no es un problema de pobreza, sino de riqueza" y de la injusta distribución de la misma.
Como entidades cercanas a las realidades sociales y catalizadoras de la participación ciudadana, las ciudades desempeñan un papel clave en la erradicación del hambre y en la mejora de la nutrición, como explicó Joan Ribó, el alcalde de Valencia, una de las ciudades españolas con mayor tradición de agricultura urbana y periurbana.
Siguiendo con nuestra intención de destacar el papel de la sociedad civil, en el curso también celebramos una mesa redonda con algunas de las ONG con más experiencia del país: Prosalus, Manos Unidas o Cáritas Española, que coincidieron en la necesidad de colocar en un lugar prioritario la lucha contra el hambre.
Visto el entusiasmo que despertaron las distintas ponencias y el interés continuado de los alumnos, estoy seguro de que contamos con todos los participantes y con todos ellos para lograr el hambre cero, que es posible.

Al día mueren 159.000 personas un 16% de ellas de hambre = 24000

Niños al día por hambre unos 8500 por otras causas evitables 19000

No hay comentarios:

Publicar un comentario