La prensa, radio y televisión son negocios (no lo
olvidemos) que atraen nuestra atención bombardeándonos con noticias, sucesos y
demás entretenimientos sensacionalistas, irracionales y sin escrúpulos, para que
veamos sus anuncios y el ánimo de lucro cumpla su último fin: ganar dinero.
Ello afecta a quienes los utilizamos convencidos de su fidelidad cuando, no
siempre, es así.
Empresas que, como todas, han de estar en
comunión con sus trabajadores y viceversa; si bien, alguna de ellas, desconfíen
hasta extremos inauditos y (transcribo) “recomiendan a los trabajadores traer
pantalones sin bolsillos y, si tienen bolsillos, han de proceder a coserlos”.
“Los inspectores de trabajo recuerdan que la
regulación permite “al empresario adoptar medidas para la protección” de su
patrimonio, pero advierten que estas serán lícitas “mientras no produzcan
resultados inconstitucionales” en contra”. Lo que no dicen es el porqué, en general, no
se regulan las remuneraciones de los políticos y los miembros de los consejos
de administración que se asignan sus propios sueldos; lo que cobran los agentes
judiciales ante una quiebra que hacen eterna o los intermediarios y
comisionistas; los mandos superiores de instituciones de todo tipo, sufragadas
con nuestros impuestos, o los emolumentos desorbitados como los de Rubiales y un
largo etcétera que carecerían de
importancia si los de a píe cobraran lo suficiente para poder vivir aunque trabajen.
Diferencias tales que claman al cielo y, cada vez más, irán distanciándose si
no ponemos límites a los cargos o coto a los porcentajes.
Hay razones para hacerlo. Una: cualquier subida de los salarios, aunque
el porcentaje sea idéntico, aumentará el desequilibrio, ya que se parte desde
la desigualdad. Ni que decir cuando las diferencias son muy acusadas mantenidas
en el tiempo. Dos: Los precios se encarecen lo mismo, a todos por igual, y en
especial los básicos de alimentación y los estudios, estos, que no pueden costearse,
salvo los ricos, porque valen un montón. Tres: siempre habrá una causa, una
razón, un motivo, una justificación… para ir moderando las diferencias
existentes en todos los órdenes y tratar de acercarnos a la libre decisión de
poder tener la misma igualdad de oportunidades por mucho que la Naturaleza nos
haya dotados de distintas capacidades y fortalezas, aunque lleguemos desnudos y
pertenezcamos a la misma especie.