domingo, 12 de mayo de 2024

ESCUELA PARA POLÍTICOS

No estaría mal pensado que los políticos elegidos en las distintas y numerosas convocatorias electorales (municipales, comunidades y nacionales), previo a la toma de posesión de sus cargos, se sometieran, por obligado cumplimiento, a un curso educativo básico que versara sobre valores humanos (respeto, honestidad...), igualdades de nacimiento y libertad; derechos elementales de los seres vivos y los medios para llevarlos a cabo. El enorme grado de responsabilidad e influencia que la función política genera ante la gente, así lo aconsejan. Sería una mera instrucción, un recordatorio o una unificación de criterios. Encontraríamos en sus señorías, en virtud de su herencia e infancia, identidades diferentes y convendría tener claro los conceptos expuestos y los principios democráticos recogidos en la Constitución Española actual e, incluso, en otras leyes recomendables para leer como las que siguen:

La Constitución de los Estados Unidos de 1787.

La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789.

La Constitución española de 1812.

La Carta de las Naciones Unidas de 1945.

La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.

Además, las clases podrían tratar sobre qué prohibir o no prohibir, qué considerar  delito o no, las diversas corrupciones, calumnias, bulos, medias verdades, insinuaciones, triquiñuelas, verdades políticas, promesas, vaticinios, cumplimiento de la legalidad, ataques furibundos a los demás,   desconsideraciones a oponentes o en general,..., y, por supuesto, en la medida de lo posible, sentar las bases para llegar a acuerdos, sean sobre honestidad y libertad, lealtad y  disciplina, igualdad de oportunidades y desigualdad, derechos de opinión y manifestación, paz y guerra, lo profano y lo divino, lo prometido y lo no cumplido, lo público y lo privado..., e igualmente, sobra las cosas que priman y más importantes: el poder y el dinero; el dinero y el poder.

Una instrucción que puede ser impartida públicamente (al menos la exposición y las conclusiones finales) por personas de reconocido prestigio y formación hasta el punto de conseguir que la audiencia se enamoré de la política (como forma de vivir de los hombres y los pueblos) y posibilite una discusión sosegada y no de enfrentamiento, toda vez que cualquier ley, medida o acción política nos puede afectar a todos los ciudadanos. Ciudadanos que su principal deseo, en su mayoría, es vivir en paz y no tener que pasar calamidades; lo que no significa dejar  de trabajar y pensar para su sustento y engrandecerse moral y económicamente.

Una participación mayoritaria demostrará a la gente que la regeneración democrática, de la que actualmente se habla, es posible, si se posibilitan y adquieren métodos de conducta y actitud positivas al respecto. No se trata de ninguna ciencia en la que impere la duda o se necesite de una evidencia palpable; bastará por rememorar historias, hechos y acontecimientos que ejemplaricen aptitudes a seguir. Por supuesto, cada uno puede creer lo que considere y tener a gala su propia verdad; pero los instintos, sentidos  y sentimientos se equivocan también y, a veces, peligrosamente.

Una escuela gratuita donde poder hablar absolutamente todo, sin necesidad de enfrentarse ni insultar, sería todo un acontecimiento. No estaría de más una asignatura para recordar a los poderosos (políticos, jueces y otros) que son hombres mortales no exentos de ideología, aunque como todos de procedencia salvaje animal y, por tanto, yerran y mueren como los demás. ¡Qué se lo  miren! Ante de responder, dejen pasar conscientemente cinco segundos. No se confundan: “cabrones” o “hijo de puta”, ni son “melones” ni “me gusta la fruta”, ni tampoco píllerías inocuas. 

domingo, 5 de mayo de 2024

ACEPTACIÓN

Lo esencial de la Vida es, lógicamente, la vida del hombre, aunque nada sería sin el resto de los demás seres vivos y la totalidad de los elementos o componentes necesarios para su existencia y transformación a través del tiempo, conforme a la Ley de la Evolución.

Al hombre le basta con respirar y alimentarse para poder vivir; sin embargo, sus características humanas lo condicionan a desarrollarse, mejorar y domeñar, si es posible, su propia Naturaleza para convertirse o a, su través, formar una nueva especie con los medios y recursos a su alcance o los proporcionados por ulteriores descubrimientos científicos y sociales. Nadie hoy, por otra parte, puede saber cómo hacerlo o cómo ocurrirá, salvo imaginar, elucubrar y, sobre todo, acertar en las ideas precisas, que surgirán sin duda, culminando en otro ser o ente cuyo intelecto sea superior al de los humanos. Estos, entonces, limitaran o frenarán sus avances y dejarán de ser los seres superiores de la creación, sustituidos por otra especie de luz y amor. 

Siempre, desde los primates y en la actualidad de cada momento, los hombre se han guiado, por convencimiento o casualidad, hacía metas aleatorias, aunque por la proliferación de las mismas, cada cual las haya elegido diferentes. Ni mejor ni peor: distintas. Por supuesto, al día de hoy, continúan sucediéndose formas de convivencia dispares, resultado de múltiples razones. En el transcurso del tiempo se han ido y se irán (supongo) modelando todas las especies, tanto física como intelectualmente, debido al medio ambiente, alimentos, costumbres y circunstancias.

De lo que no hay duda, es que el organismo humano (cuerpo y alma, materia y espíritu, masa corporal y energía vital,...) responde ante sus movimientos físicos y conductas emocionales relacionados y dependientes entre sí, por lo que, inevitablemente unidos, durarán tanto como se cultiven hasta alcanzar y compartir el mismo destino.

La prolongación de la vida pende, pues, del nivel físico y psíquico del ser humano. El primero, es consecuencia de una buena salud, una adecuada alimentación, un ejercicio moderado, un descanso habitual que permiten mantenerlo en optimas condiciones. El segundo, origen del intelecto y funciones emocionales, es la parte cerebral  y menos conocida aunque igual o más importante que el anterior, se resiste a mostrarse desnuda. Por tanto, habrá que profundizar más en sus causas de las que tanto nos habló Cristo, través de los Evangelios, o los grandes hombres de todas las latitudes (filósofos, pensadores, iluminados...) tratando de buscar, para sí mismo y los demás, soluciones para  la convivencia pacifica. A propósito, cabe destacar las meditaciones sobre nuestro comportamiento o los ejercicios cerebrales al respecto, ajenos a intereses oscuros, religiosos, políticos o sectarios, para comprender y tolerar, para que el alma nos proporcione calma y serenidad, bienestar y fortaleza, bondad y empatía. Nada mejor que acometer su práctica aunque suponga un sacrificio, dado que nadie nos conoce tan bien como nosotros mismos.

Admite como eres: no te rechaces. Eres único, distinto a todos los demás. Imponte la obligación de aceptar las cosas como vengan sean o no beneficiosas, pienses lo que pienses, ya que aceptar a los demás como son y aceptarte, no significa humillarse o rendirse, es constatar, tan solo, algo que podrá o no ser modificado o intentarlo al menos.

Ejercicios, pues, para el cuerpo y para el alma siempre vendrán bien. Utiliza las partes corporales y anímicas más necesitadas hasta conseguir una completa armonía que te haga sentirte bien contigo mismo y con los demás. La voluntad, que en ello se ponga, producirá los resultados satisfactorios que deseas. 

Tal vez hablaremos de ello más adelante e improvisemos las escuelas del respeto y la comprensión, especialmente para políticos, periodistas, otros divulgadores y gentes inquietas como tu y un servidor.