Estoy convencido que España, a
través de su Gobierno y sus ciudadanos, con sus iniciativas y su forma de ser,
ha de aprovechar lo que tiene: nuestras cualidades naturales, para lo que servimos,
lo que mejor se nos da. Y, con el ojo avizor, fructificar las oportunidades de
negocio que se presentan como el del turismo y otros que no hemos de
desestimar.
Los hábitos, una recta voluntad y
otros han de valer para potenciar nuestras particularidades:
-
li
Alimentos: la paella, el gazpacho, la
escalibada…
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Bailes: la sardana, la jota, el flamenco…
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Deportes: el fútbol, la pelota vasca, el
ciclismo…
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Naturaleza: el sol, el paisaje, el clima…
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Folclore: la Iglesia católica, Franco, Rajoy…
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Arte: monumentos, procesiones, rutas…
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Conductas: la envida, la amabilidad, la conjetura…
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Cultura mediterránea: de acogida, de hacer
felices a los demás, de relacionarse…
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Historia: de rebeliones, conquistas,
hermanamientos…
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Situación: Europa diversa, meridional, del primer
mundo…
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Ancestros: toros, caza, ferias…
Bien es cierto, que nuestros
representantes han de darnos ejemplo y no poner palos en las ruedas como, por
desgracia, estamos comprobando. Todos podemos ver muchos aspectos de
paralización, cuando no de retroceso, por los que transitamos debido a
creencias religiosas; a leyes que limitan las libertades; a medidas pusilánimes
que desprotegen la incipiente democracia que nos dimos desde hace bien poco; a
tabúes, vergüenzas, prejuicios u otros intereses partidistas que no representan
a la mayoría de los ciudadanos; a recortes en la sanidad, en la educación, en
la igualdad de oportunidades; a la manipulación política engañando a los
votantes con sus manifestaciones y programas electorales; a salvar a entes, personas jurídicas y
hundiendo a personas físicas; a repartir beneficios a unos pocos en detrimento
de la generalidad de la gente; a una interpretación
de la Constitución española y la Carta de los derechos humanos al antojo de
algunos, insensible e inteligible para el pueblo.
No lo llamaré inmoral, por mucho
que clame al cielo; lo tildaré de enigmática obcecación del Gobierno, lo que
nuestras leyes hacen con el sol. ¿Por qué los españoles no podemos valernos de
él? Se trata de un bien al alcance de todos, del que se puede gozar más
favorablemente.
En otros países se benefician con
los medios de que disponen, pero los españoles (muy chulos) no. Sólo unas
compañías privadas explotan los recursos de todos, cobrándonos por una instalación
establecida con mínima infraestructura, en la mayoría de los casos amortizados,
pasándonos recibos de agua, electricidad, comunicaciones en general (consumamos
o no) producidos por la Naturaleza que es de nadie: lluvia, viento, sol, ondas
hertzianas, espacios…
¡Cuántas cosas podríamos hacer particularmente
si no se nos impidiera aprovechar su energía!
Podríamos instalar placas y
baterías en nuestras propiedades beneficiándonos con su energía inacabable, aportando
por añadidura la sobrante a comercializadoras que la exploten. Hace mucho tiempo que tales compañías
rentabilizan lo que no les cuesta y el Gobierno lo permite. Ya va siendo
hora de que cambien las tornas o el Gobierno que lo impide, para que el sol deje de ennegrecernos.
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