Harto de escuchar o hablar
siempre de lo mismo y pretendiendo concluir con el tema del Proceso Independentista
de Cataluña que tantas páginas ha ocupado, hago acopio de voluntad para
romper mi auto-promesa de no volver a escribir sobre el tema y sí anotar
determinados apuntes que he tenido el placer de
considerar, después de más 350 entradas en este blog.
Nacionalismos. Independentismos.
Anarquismos. Extremismos. Comunismos. Capitalismos… no tendrán cabida en un
mundo global donde la soberanía local apenas si existirá en beneficio de la
libertad, la democracia y la solidaridad. Sería un gran error pensar que la
vocación catalana es anarquista y subversiva del orden social, aunque haya
quien lo crea.
“El miedo y el egoísmo (dos
debilidades humanas) han sido las causas del sentimiento religioso al ser el
hombre más débil que la Naturaleza. De haber sido más fuerte, jamás hubiese
acudido al cielo”. Un pueblo catalán pobre nunca hubiera iniciado un proceso de
separación de España.
“Nacimiento, desarrollo, apogeo,
decadencia, fin: todo cuanto ha existido, existe y existirá en el Universo está
encadenado a seguir este curso o ley natural de las cosas. Nada escapa a este
destino”. Cataluña no es una excepción. Cataluña es España y a ella, como ésta
a Europa, está encadenada o mucho han de cambiar las cosas.
Se suele decir que el catalán es,
en su mayoría, un ser eminentemente separatista. Error. Lo que es, en su
minoría, es esencialmente fanático, que no es lo mismo. Y su fanatismo es tanto
mayor cuanto menor es su cultura. Es la educación (y no el fanatismo) la
energía que eleva a los hombres a entendernos. Valga el símil para afirmar que
la emigración no existe: lo que en realidad existe, es la pobreza, la miseria,
la guerra, sin las cuales nadie migraría.
Inventar es más fácil que
explicar. Por tanto, la fantasía que espolea es favorable, y la razón, que ha
de explicarse, es adversa. De ahí, que los dirigentes tergiversen conceptos con
el ánimo de hacer historia y entrar en ella viviendo lo mejor posible, a costa
de ideas equivocadas.
En Cataluña, el independentismo, lo
mismo que “la religión, nació en lo más fértil del campo de la imaginación;
abonado por la ignorancia y regado por la fe para ser, rápidamente, en el
bosque de los errores, el árbol más frondoso”. De éste surgen frutos mentirosos
concebidos por dirigentes, provechosos para ellos y los interesados en la
independencia; no así para los seguidores, por amplio que sea su número. Igual que
sucedió con el culto religioso estableciendo un verdadero comercio de cosas materiales,
aunque sus mercancías fueran, y sigan siendo, simplemente, promesas e
ilusiones.
¿Cuántos políticos independentistas
son adivinos augurando lo que les interesa? ¿Por qué no renuncian a ser
diputados de España si ésta “les roba, los somete y no es democrática”? “Los no
agradecidos son malnacidos” y falaces los que dicen cosas horribles por lograr
un fin que a pocos favorece. Solo buscan el voto aunque sepan que sus partidarios
no mejorarán sus vidas.
Todo bastante claro. Tanto como
lo es el independentismo para quienes quieran entenderlo. No es posible la idea
de vivir al margen del resto de las naciones y menos aún como ellos quieran. Eso
no deja de ser una entelequia, un despropósito, una vanidad in solidaria. Algo
que solo puede mantenerse con una moral alta como la del Alcoyano C.F., confiando
en remontar un seis cero en el último minuto del partido. La fe ciega en un
proyecto carente de oposición. Uno mismo. Un único habitante en un lugar sin obstáculos
con los que estrellarse.
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