Arrepentimientos antes de morir.
¡Ojala:
a)
Hubiese
tenido coraje para vivir una vida auténtica por mí mismo.
b)
No hubiese
trabajado tanto.
c)
Me hubiese
gustado expresar mis sentimientos.
d)
No hubiera
dejado de mantener el contacto con mis amigos.
e)
Hubiera
deseado permitirme ser más feliz!
Copié tal texto de alguna lectura que no recuerdo y se lo traslado a
ustedes.
Si tuviéramos presente, a cada
instante, la idea de la muerte, las cosas cambiarían. Pero ello es imposible. ¿Lo
es también, que los hombres no nos pongamos de acuerdo? Cierto es que vamos a morir y estamos
consiguiendo retrasar la llegada de la Parca mientras nos encontramos mejor.
Poco a poco, cediendo entre sí, lograremos lo segundo y el tiempo que vivamos se
hará más placentero, sin depender de esa misteriosa señora que a muchos aterra.
Dos fuerzas económicas e ideológicas son las dominantes, el Capitalismo y
el Comunismo. Olvidemos en cuál de las dos nos encontramos. Lo que importa es
vivir mejor y para ello debemos sincerarnos, al menos, con nosotros mismos. ¿Qué nos gustaría hacer?
El nacimiento es clave. La muerte lo
borra todo. A veces, hay un
intermedio, largo, pequeño o permanente, en el que no nos hubiera gustado haber
nacido o preferiríamos estar muertos. ¡Qué contrariedad! ¿No es lo mismo? El deseo persiste pese a la
condición social o a lo que se posea. Es inaudito que siempre pida el corazón
lo que carece.
Lo pensé mucho y me empeñé en trasmitirles mi conclusión. ¡Escribir un
librito con idea de cambiar el mundo! ¿Cambiar
el mundo? ¿Cuántos dioses, guerreros, profetas, sabios, filósofos, dictadores…
lo han intentado? El mundo no cambia, evoluciona. Igual que los genes no
mutan sino que se representan de forma diferente, a fuego lento como se cuece
un condimento. Sólo un cataclismo, una radiación nuclear o algo muy gordo lo
pueden modificar de manera radical. Además, el cambio no se impone por la cruz
o por la espada, por la violencia o con la sangre, sino que se admite y surge espontáneo por la
costumbre de la gente pacífica y consecuente. Sin embargo, el poder irrazonable
de la codicia lo tuerce, como si fuera ley de venganza, que la economía asiste.
Y sí, efectivamente, una gran mayoría de
personas son arrastradas por esa avaricia, que jamás les hará sentirse bien, ni
harán lo que les hubiera gustado hacer, ni serán lo que hubieran deseado ser y,
para colmo, tendrán sobre sus cabezas las maldiciones (sino el filo de la
guillotina) de tantos y tantos hombres a los que
perjudican.
¡Piénselo! Siempre nos queda tiempo; aunque, para cuando
queramos darnos cuenta, ya no seremos los mismos. Cada uno de nosotros un
gramito de sinergia podemos aportar; seguro, que futuras generaciones, nos lo agradecerán
¡Pocos son los que actuar quieren siendo siniestros tiranos!
Mi aportación, por ahora, es el librito que les cité: 5 FÓRMULAS PARA EL
BIENESTAR DE ESPAÑA. Se regala comprando la inquietante novela de ficción
llamada ESCAPE. Les animo a que la lean para que puedan recomendársela a sus
amigos.Hasta la próxima semana.
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