En las anteriores entradas con el
título común de Enfriar la codicia me referí a: Uno.- Liberalización empresarial que determine los sueldos de sus
plantillas en la proporción de uno a diecisiete, a partir de un salario mínimo
establecido, cuya cifra sirva de referencia para que el exceso de toda renta,
que la supere en cincuenta y tres veces, pase a las arcas públicas. Dos.- Regular herencias en favor, mayoritariamente,
de las arcas públicas, vigilado por los herederos.
Hoy nos disponemos a indicar una tercera
medida: Pleno empleo y despido libre.
Ello supone ocupar a toda persona desempleada que, libremente, desee trabajar y
que los empresarios puedan despedir a quien consideren conveniente. Desde ese
momento, nadie que esté en paro o sin hacer nada injustificadamente, cobrará
renta alguna. Ésta no será gratis, sino que servirá para pagar a un desempleado
que se ocupe en el trabajo que le sea asignado y lo realice como en cualquier
empresa lo haría, ya que sin esfuerzo poco o nada se valora. El empresario, por
cada despido y de acuerdo con antigüedad y edad del trabajador, contribuirá con
una prima estipulada de antemano, dado que de lo que no cuesta se llena la
cesta. El detalle de estos aspectos puede verse en el presente blog, formulados
en otras entradas.
Hemos discurrido que el Pleno empleo ha de formar parte de
la realidad y no el paro. Que conseguir un trabajo no sea una quimera sino un
derecho dependiente de la voluntad propia y la aceptación empresarial; una
obligación social por la que cada cual se gane la vida y, en último término, un
derecho individual que el Estado facilite. El
desempleo ha de quedar enterrado para siempre, sin olvidar lo abrasivo que es
para el trabajador y lo abusivo para el empresario y, con el cual, vagos e interesados se sienten cómodos, deseando
que perdure para vivir a costa de los demás y sin pagar impuestos. Hoy el
trabajo se encuentra por recomendación - 44%- (familia, enchufe), méritos -38%-
(oposición, currículo), autónomos -18%- (individual-colectivo). Tendencias que
se trocarán cuando colocar a un familiar sea un sinsentido, salvo que esté preparado,
ya que las rentas estarán limitadas y la
estabilidad del individuo asegurada.
También hemos de acostumbrarnos al Despido libre que, tanto en la empresa
privada como pública, sea un recurso legal y no al contrario. El despido libre
ha de entenderse como una defensa empresarial, de igual forma que la huelga se
considera una protección al trabajador; no obstante, existen muchas fórmulas intermedias de evitar
tales situaciones extremas, así como medidas para que ambas partes salgan
beneficiadas porque, en definitiva, trabajadores y empresas dependen de la
sociedad y se necesitan. Por tanto, hay que potenciar a la empresa preparando
al hombre (empresario o trabajador) para afrontar las circunstancias que se
presenten, sean volátiles, arbitrarias, impredecibles, competitivas…,
repitiendo que las rentas han de estar
limitadas y la estabilidad de toda persona asegurada.
Repararemos en el capital que, aunque es apátrida, carece de creencias
y sólo conoce el mercado con el exclusivo propósito de ganar dinero, habrá de ser satisfecho
igualmente. Es una pieza importante del tablero en el que nos movemos, con posiciones y valores diferentes, que tendrá
que respetar la libertad a la que jamás renunciaremos y las reglas del juego
sin aguardar a que un árbitro las imponga. Un árbitro que, en último término, encontrará
destino a las experiencias del hombre evitando jubilaciones anticipadas,
aprovechando las capacidades de los jóvenes eludiendo su emigración obligada y proporcionando
ocio y utilidad para todos. Las circunstancias (estímulos, tecnología, impuestos…)
enfriando la codicia, movilizarán las posiciones del tablero.
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