Hay quien considera que la
igualdad no es posible y, eso, es algo que yo cuestiono, por lo que, a
continuación, someramente, me propongo explicarlo.
Afortunadamente cada uno de
nosotros somos distintos y, por tanto, la desigualdad siempre habrá de darse.
De eso no hay duda. Además, eso es positivo y enriquecedor como lo es la
variedad de pensamiento, la diversidad de culturas, la pluralidad de especies,
las diferencias de las cosas.
Lo que sí tengo claro, es que
mientras la llamada derecha gobierne
de ninguna manera, nunca, la igualdad de la que hablo, podrá darse; es decir,
nunca las personas tendremos la misma igualdad
de oportunidades y, por ejemplo, los tres mil millones menos de deuda que
Carmena ha reducido siendo alcaldesa de Madrid, se hubieran ido a bolsillos
particulares, mientras la deuda de la capital de España se multiplica, y
escuelas, hospitales, suntuosos edificios para la Magistratura o para enterrar
a los difuntos, serían construidos para “ellos”,
con carácter privado o, especialmente subvencionado, para gente con posibles,
ya que a la plebe no la soportan.
Nos tendremos que ir
acostumbrando a obras faraónicas y sin ningún sentido, salvo al ego de muchos
que consideran que España es suya. Esos que se permiten insultar y ser cívicos
hasta la médula diciendo cosas y las contrarias al mismo tiempo, sabiendo que
solo “ellos” pueden ser los
salvadores de España: son insultantes, peleles y tiranos de los que el pueblo
llano está harto, si bien, otra fuerza oculta y perpetua siempre los ampara con
su misterio y engaño.
Una reducida élite (desde las
sombras de los púlpitos y confesionarios o escondidos en la obscuridad de
templos y conventos) controla hasta el pestañear de nuestras vidas y seguirá
así por mucho tiempo y eso solo cambiará cuando la verdadera igualdad de
oportunidades se ponga en marcha eficazmente, para lo que será necesario
modificaciones tan simples pero tan potentes como: regular salarios y rentas,
pleno empleo, despido libre y libertad de huelga… en el mundo de las personas
jurídicas. Y en el de las personas físicas: que el derecho a la propiedad
privada expire cuando el titular de tal derecho muera o desaparezca...
Tal vez, puede que, para lograr
algo tan simple como lo citado, tengan que pasar dos imperios más y la cultura
cristiana se transforme o las enseñanzas de Cristo (de verdad y no como
negocio) se practiquen. Mientras tanto, los hombres podremos ir pregonando que la
libertad personal está a salvo cuando ello es mentira. La libertad aporta
soluciones y también criticas, por lo general, molestas con el poder; sin
embargo, la libertad no puede ser plena mientras la desigualdad persista o, por
mejor decir (que para muchos no es lo mismo), mientras la igualdad de
oportunidades no pase de ser un vocablo con el que queda bien quien lo
pronuncia.
Llevar a cabo tal igualdad de
oportunidades es lo que cuesta. Es más fácil llenarse la boca invocando a la
libertad de elección de escuelas o médicos, cuando el dinero abunda en los
bolsillos de quienes lo dicen. Se parecen a los independentistas, que dejarían
de serlo, si en la tierra en la que residen reinara la pobreza. Por eso
repudian a los que se ven obligados a dejar sus casas, a los necesitados, a los
que carecen y han carecido de las mismas oportunidades que ellos han tenido. Y es que el cinismo de muchos políticos está
llegando, en estos momentos, hasta la demencia. Los ciudadanos de a pie
deberíamos tomar nota y castigarles con nuestra indiferencia.
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