Hemos de proporcionar ocupación a la gente y acabar en España, de una
vez por todas, con el desempleo que parece una “maldición divina”. El Estado, todos
nosotros, seremos los responsables de llevarla a cabo.
Una reflexión: Pongámonos en el lugar del otro; de aquel que necesita
trabajar para poder vivir dignamente.
Idea: La Administración dará empleo a los ciudadanos aptos, en edad de
trabajar, por una remuneración adecuada.
Una vez contratados, propondrá su recolocación (jóvenes especialmente) a
terceros (empresas y autónomos) durante, al menos, tres meses con un sueldo del
50% y sin retribución por despido. A los no recolocados les asignará
ocupación (formación, obra pública, social…) en las administraciones locales,
autonómicas y nacionales. Todos, cumplirán con los horarios, las normas y demás obligaciones
laborales, a cambio de obtener un
salario digno que corresponda al mínimo establecido.
El gasto social que representa la medida no es tan amplio como pueda
pensarse. Será, sin duda, una inversión duradera, de alto calado y positiva,
dado que con ella se acabarán la lacra del “paro”, los abusos laborales (de
patronos y obreros) y otras retribuciones (ayudas, estímulos, desempleo…) aminorando
costos y facilitando a los trabajadores un hogar donde vivir, alimentarse, distraerse, aprender y acomodarse a una
estabilidad. Supondrá, eso sí, eliminar la indigencia y la pobreza, la
mendicidad y la caridad, sin que la libertad individual se resienta, ya que
esta, de verdad se pierde, cuando la persona carece de empleo, de hogar y no se
siente útil; si bien, elegir trabajar será personal, no obligado.
La Administración, pues, ha de tender a no más gasto, ni más impuestos, evitando
el derroche público, afilando sus organismos, empresas, entes sin contenido y
anulando o rebajando subsidios y pagos (por ejemplo, a sindicatos, partidos y
otros improductivos). Incrementará la competitividad formando parte de la
competencia allá donde sea imprescindible. Facilitará las reformas básicas sociales,
convirtiéndose en guardián y árbitro de mercados (laboral, inmobiliario…), apostando por
el bienestar social e invirtiendo en la modernización de estructuras e industria, en
ciber seguridad, en ciencia y tecnología, en medio ambiente, cambio climático y,
sobre todo, en vida saludable…
Materializar la anulación del dinero físico y la plena ocupación, hasta ahora
propuestos y jamás intentado, es una labor sencilla que requiere únicamente voluntad
y trabajo. Cuestiones estas que se han ido arreglando a base de leyes parches, impartiendo
caridad y facilitando comida, cuando entre todos se ha de lograr tener igualdad de
oportunidades comenzando por el derecho a la vida, que se adquiere con el
hábito al trabajo y su utilidad.
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