Cuando se habla y alguien
escucha,[i] las palabras pueden o no
resultar de interés y, en su caso, ser rebatidas, criticadas, justificadas o
compartidas… Si nada de eso ocurre, seguramente, es que carecen de importancia.
El poder comenzó con la voz de la
palabra. Éstas son muy poderosas y los humanos nos valemos de ellas para
comunicarnos y entendernos por lo que su uso, tanto hablado como escrito, nos
acompañará siempre a resolver cualquier asunto o, tal vez, en un futuro, la
comunicación mental o telepática se haga común y las anule.
Es de suponer que son la razón
primordial por la que la humanidad ha superado al resto de los seres vivos
conocidos, si bien, su empleo, impecable y significativo, ha de ser verdadero.
Existen otras formas de comunicarse: mediante gestos, morse, claves, signos,
telepatía u otras, pero las palabras son más importantes con las que, además,
podemos aderezar tonos y modos diversos mostrando emociones, rapidez,
inflexiones, ironías, risas, … para que despierten más o menos atención e
interés, placer o dolor, … creando en la mente imágenes provocadoras de ideas.
Las palabras han de ser las
precursoras de los acuerdos; sin ellas, poco o nada se puede conseguir. Han de
prevalecer para impedir los enfrentamientos o cualquier acción violenta,
“considerando que es mejor la persuasión que la manipulación, el afecto que el
poder, la lealtad que el interés, el compartir que el personificar”.
Aprovechemos para recordar que
airear la corrupción de los Gobiernos favorece a quienes impugnan la
desaparición de los Estados o facilitan que los ricos sigan enriqueciéndose.
Ser de “derechas” es aceptar un sistema conservador desigual rechazando el socialismo
y anteponiendo la propiedad privada sobre la pública, entendiendo que se vive
mejor. Ser de “izquierdas”, lo contrario. Se está por la innovación y contra el
capitalismo, la explotación, los privilegios… a ultranza. Unos y otros,
(conservadores, liberales, progresistas, radicales…: una amalgama de
constelaciones humanas ideológicas) hemos de entendernos y convivir. De ahí que
“será mejor conocer y no sufrir, que no conocer y sufrir”. “En política se
puede mentir y se miente, pero es incomprensible que se haga por principios”.
Nada es eterno y la política,
como la conocemos, tampoco lo es. Un mundo libre, una economía de mercado o de
libre comercio, ¿para quién lo es? Avancemos adaptando valores de igualdad y
bienestar social, aunque en ello se cometan errores a corregir. Los empresarios
y los burócratas han sido, y siguen siendo, los que más han progresado en el
mundo capitalista y comunista respectivamente. Regulemos ambas situaciones
moderando negocios y atribuciones, herencias y capitulaciones, empleando las
palabras y no las imposiciones.
[i]
“En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el
Verbo era Dios”.
“El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.
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