domingo, 16 de noviembre de 2025

UNA OPOINIÓN MÁS

 

Me cuesta trabajo creer que un tribunal de justicia no tome nota para sancionar, cuando menos, a un señor político que miente descaradamente en favor de un confeso infractor de la ley con el fin (y esto es una suposición) de causar una rectificación a quien tiene la obligación de hacerla, indicando la verdad. Cuando esta se airea, quien ha trasgredido ha de callar y no arremeter contra quien desvela trolas y patrañas. La verdad se debe imponer a la mentira para que esta no persista.

Aun así, sin ser delito el bulo, dado que también alguien puede equivocarse o errar en una manifestación, no es menos cierto que, hacerlo con malos o perversos fines, si debiera serlo, máxime si el embuste se reconoce ante un tribunal de justicia y puede perjudicar a un tercero.

La presunción de inocencia es para todos, pero en este caso, aunque el mentiroso pueda alegar que su fin era inocuo, y no para hacer picar a un fiscal general, cosa probable, existen perfiles ideológicos en los que anda el lío. ¡Vaya usted a saber la auténtica verdad!

Ser juez es muy difícil, lo reconozco. Decidir bien resulta imposible cuando solo existen declaraciones opuestas y no pruebas, cuando los inicios e insinuaciones son tan vagos y discutibles. Además, el alma de un juez es un alma humana como la de todos nosotros y eso, amigo mío, es una exposición clamorosa para que no debiendo tomar partido, ni en este ni en ningún asunto, la tome, y la aclamada “presunción de inocencia” se vaya al traste inocentemente, sin poner de manifiesto la tendencia de neutralidad que los magistrados han de cumplir sin reservas.

Tengamos en cuenta que la imparcialidad no compromete, pero si la ideología política, sin la cual no podemos vivir. La necesitamos, somos animales políticos. Humanos incapaces, como cualquier otro animal, de no repeler un agravio, una ofensa de sentirnos engañados, maltratados, vilipendiados… y, en mayor medida, si el pensamiento político de quien la provoca es contrario a la del agredido; salvo las grandes personas que perdonan a sus enemigos o ponen la otra mejilla.

A la hora del veredicto e impartir justicia también la política forma parte de la identidad, sensibilidad y ánimo de quien la imparte, es consustancial consigo mismo y arduo de sustraerse, como hemos manifestado anteriormente.

Deseamos que los hechos comentados se resuelvan de la mejor manera posible y el fallo no se haga esperar. Este será una afirmación poco valida y nada concluyente para unos y lo contrario para otros. Confieso que, para mí, por mucho bombo y platillo que se le esté dando al caso, no pasará de ser un acontecimiento más, interpretado por dos almas contrarias que nos entretienen y nos permiten conocer lo enrevesada que es la Justicia, enmendando incluso al sentido común.

No es de extrañar, a tenor de la frase que cito a continuación, achacable a una manoseada maldición gitana, que se diga: “Que tengas pleitos y los ganes”.

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