En
la anterior entrada di a conocer, desde mi prisma personal, en qué consiste una
Revolución Pacifica, haciendo saber que se está realizando en España de manera
admirable. Destacar el grupo de personas que encabeza Ada Colau, dialogando, actuando, recurriendo a la ley más superior; la de los derechos humanos que está por encima
de cualquier costumbre, norma o ley partidista e interesada que deja en
desamparo a la persona: No hay nada tan trascendental o tan importante por lo
que luchar.
Hoy
en día, amparados en una severa crisis donde ni la más mínima esperanza de
recuperación se atisba, ni siquiera a
largo plazo; los dirigentes políticos investidos de toda clase de
protecciones no resuelven sino en provecho propio, hasta lograr plaza fija, con
todo merecimiento, en el Pódium de los
males que nos afligen. Los ciudadanos con conciencia plena, libre y
pacíficamente, de forma individual
respetando las leyes, hemos de ir tomando iniciativas para irnos liberando de
las miles de corruptelas que nos están
asfixiando.
Las
leyes injustas, por ejemplo, aquellas que atentan impunemente con el deber de
que cada cual se pueda ganar la vida trabajando dignamente, han de ser
derogadas y para ello hemos de actuar a nivel individual y/o colectivo. No tolerar a un Gobierno que así
no lo hace, que abusa imponiendo desmedidos impuestos y sacrificios a los que
menos tenemos, en beneficio de unos pocos, con excesivas prebendas que no ceden:
Habrá que hacerles frente.
Invito,
igualmente, a que cada uno de nosotros aportemos SOLUCIONES INDIVIDUALES Y
PACIFICAS que podamos realizar. Es posible que las pequeñas cosas, día a día,
vayan minando las fortalezas que ahora se consideran inexpugnables; los
palacios de las injusticias que se han creado con la apatía de la gente. No
consintamos que en aras (a no se sabe qué) nos priven de nuestros derechos. No renunciemos
por insignificante que sea a lo que nos pertenece.
Ciertas
mafias regalando a nuestros jóvenes drogas los hacen adictos para vender, a la
postre, su mercancía, sin preocuparles que el consumo les arrastra a la muerte; similares prácticas a las que emplean
compañías, entidades bancarias, por ejemplo, regalando productos o servicios
para crear costumbre y antecedentes y, posteriormente, cobrarlos a precio de
oro.
Si
las personas de a pie estamos retrocediendo en bienestar y aumentando las
cifras de paro, (economía y desempleo, los otros dos componentes del
Pódium de los males) de la misma manera hemos de ir contra aquellos que nos
lo provocan. ¿Quién no se acuerda de los beneficios que nos prometían
domiciliando nuestros recibos en entidades financieras, cajas y bancos? Y
accedimos eliminando cobradores, reduciendo costos a las empresas, obteniendo
comodidad. Pues bien, ahora no sólo no nos beneficia sino que nos cobran
comisiones, gastos e impuestos por mantener las cuentas que lloraban por que
abriéramos domiciliando cobros y pagos. Y castigan los depósitos con gravámenes,
que no tendríamos, de tener el efectivo en casa. ¿Quiénes más son los
provocadores? Tal vez, vaya siendo hora de ir pensando en ello e ir dándolo a
conocer para no caer en manos de mafiosos, que son asociaciones de malhechores
cuyos fines espurios los camuflan con beneficios a la gente que no son tales;
al contrario, se justifican con reducciones de gastos para algunos, ánimo de
lucro para otros, siendo subterfugios impíos. Ya está bien de tanta mentira, de
tanta cara dura, cuando sabemos que detrás del movimiento un preboste corre los
gastos por doquier, sin miramiento alguno. Y estos salen de los impuestos que
pagamos, sobretodo, los que tenemos una
nómina: pobres diablos de los que se ríen a espuertas. Riamos nosotros también a
modo de ejemplo.
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