El año 2015 comenzará con unas 2000 personas con cargos políticos imputados
judicialmente. Ninguno de ellos, ni sus familiares o amigos más próximos, son desempleados
pese al abultado número de ellos. El paro, esa lacra social, es vergonzante y,
más aún, que las autoridades lo permitan. Que alguien pase hambre, no tenga
dónde dormir o necesite de la caridad para comer es, a todas luces, una
inmoralidad, pero ¿qué puede preocuparles a los incriminados?
Corrupción y desocupación pueden
cortarse de raíz.
El Sistema que nos gobierna, un capitalismo extremado, es avaricia; la
prudencia sobrada, que emplea la Iglesia que nos rige, cobardía; y el valor del PCO que vengo
divulgando, tal vez, precipitado. Ni
avaros ni cobardes: atrevidos. Los que no tienen trabajo a trabajar. Los
que delinquen al trullo, una vez, con sus familiares y amigos más próximos, haya
soltado el lastre de sus fechorías. No aumentos más gastos, y que a ninguno les
falte de comer con su trabajo o en la cárcel. En eso consiste poner los medios adecuados.
Dicen que el cerebro reptiliano nos
da respuestas más primitivas; sobre el
hambre, la sed, el miedo. Es agresivo: no piensa ni siente, actúa. Dicen
igualmente, que el sistema límbico no sabe mentir y evidencia señales corporales
evidentes e inevitables manifestando sus emociones; por consiguiente, ¿hemos de avanzar en la cultura de los
derechos humanos y las libertades que alimentaron el progreso social con la
Revolución liberal inglesa del siglo XVII o en la diferencia de clases e
industria social que también proclamó?
No olvidemos, que la
diversidad de clases o castas se dan por la absoluta falta de igualdad de
oportunidades de las que carecemos y que el sistema liberal nos ha traído el capitalismo actual que domina la política. Será necesario
ir anotando impresiones públicas que al
respecto se realicen e ir comparándolas con las propuestas del presente blog, teniendo presente que los castigos no están
en consonancia con los beneficios que se obtienen por sus causas.
Al que se queda en paro hay que darle trabajo para que pueda vivir, no sin
antes, si es preciso, se coma sus ahorros e, incluso, propiedades que tenga. ¿Qué
decir de los delincuentes que roban, matan o, con altruismo, ánimo de lucro u
otras tretas, corrompen, estafan o engañan?
Las leyes demasiado benignas rara vez son obedecidas. Las leyes
extremadamente severas rara vez son cumplidas. En su lugar cabe la disciplina,
las normas, la educación, la cultura, la razón, independientemente de las circunstancias, costumbres y creencias.
Convendría examinar en cada caso el origen de las cosas y el destino al que han
llegado.
Es bien para todos no tener
que llegar a guerras, revoluciones, luchas de clases, revueltas… pues estamos viviendo en el mejor de los lugares
conocidos y no hemos de renunciar a él. A alguien le oí decir, qué la gran
desgracia de nuestro tiempo es que la virtud sea una rareza y la maldad tan
común y, aunque no comparta fielmente tal expresión, si apuntaré que la avaricia no conduce a nada (¡Hay que
morir igualmente!). Y por mucho poder o riqueza que se almacenen,
la ansiedad, el miedo, la pena, el asco, la sorpresa, el desprecio, el amor es
igual para todos.
Comprendo que los caminos
recorridos no se pueden desandar, por eso no hemos de confiar más en quienes
nos han engañado siempre. Necesitamos de
memoria, entendimiento y voluntad y no votarles. Exijamos más a los
partidos políticos y a sus responsables.
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