Es hora de que los partidos políticos se adecuen a la realidad
democrática actual. ¡Qué sus viejos
modos y maleadas fórmulas de actuar se pongan encima de la mesa! Que sean los primeros en establecer, entre sus
fines, el dialogo y los acuerdos con el resto de partidos, responsabilizando a los
que gobernaron en su provecho o en el de unos pocos.
Es hora de sacar a relucir los problemas de España. Y, al margen de
los culpables, se emitan soluciones para remediarlos. Que entre los más afines
formen un Gobierno con personas decentes, responsables e independientes
de sus grupos, por el bien general de España. Que unidos en un proyecto lo lleven a cabo con decisión, flexibilidad
y con lo que siempre mantengo: honorabilidad, transparencia, rentabilidad.
Es hora de abrir puertas y ventanas en este país que huele a mierda:
Cadáveres putrefactos producto de las últimas reformas laborales que ha
convertido una clase media en pobres que no tienen ni para jabón con que
lavarse. Corrupciones a todos los niveles que hieden, desde las más altas
esferas de las instituciones a las ínfimas miserias de sus secuaces, contagiando
el ambiente con discursos que son confetis de bombas fétidas. Cultura instituida
con el ejemplo de mafias que idolatran el dinero, preocupadas por el poder y la
codicia; permitiendo que los jóvenes emigren, los viejos y los dependientes
mueran, los indigentes aumenten mientras se hagan invisibles y sólo el rancio
olor a casino del poder persista. Gente preparada marchándose de España, que no
huele a lavanda precisamente, sino al progreso del pelotazo o del ánimo de
lucro indecente; donde la educación y la investigación se esfuman como el aroma
para cambiar por el gozo y relax para pudientes.
Es hora propicia para eliminar una España de instituciones obsoletas o
huecas de contenido; con niños que pasan hambre y familias que carecen de
cobijo habiendo viviendas vacías; con leyes que no son igual para todos cuando
muchos son los aforados, ni juiciosas si hay títeres, como dibujos, ensalzando
el terrorismo: pobres españoles. ¿Hasta dónde tendremos que llegar?
Es hora para que los partidos que abogan por el cambio se pongan
los monos de faena. Tal vez, ocasión
tan favorable nunca vuelva a presentarse. Con palabras e ideas nada se
construye. Es la acción, la que sigue, con la que España puede transformarse. Basta
ya de disquisiciones que entorpecen. Hay que ir al grano y reducir la amplia
diferencia de las clases sociales (Teoría de los números primos), anular
el paro (Plan del Pleno empleo o de Ciudades Ocupacionales), regular la
economía de mercado (El apagón económico), regenerar la
democracia (Teoría del cuadránculo) con el compromiso personal por
cultivarse (La transición personal).
Es la hora de los hombres capaces para gobernar España. Que de ella
eliminen tanta injusticia, tanta mísera, tanta inmoralidad. Que no sea el
infundio y la calumnia lo que nos mueva, sino la confianza. Que sea el trabajo
con lo que la gente se gane la vida dignamente y no con la cuna, el polvo o el hurto
y se cultive el esfuerzo y el mérito. Reduzcan las diferencias sociales con
beneficios para todos y no para los pocos de siempre. Que la cárcel no resulte
barata y el ejemplo que nos den, sea el modelo a seguir. Sin enchufes, ni
privilegios, logrando las cosas en buena lid, con igualdad de oportunidades. Esta
es la hora de la verdad. Que nadie nos engañe asustándonos con la inestabilidad
y la incertidumbre que es algo permanente o no existen.
Nota: Entre paréntesis los cinco apartados en los que se fundamenta el
compendio escrito por Reynaldo Tendero: 5 Fórmulas para el bienestar de España.
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