Toda responsabilidad de formar o
no gobierno compete, antes de recurrir a nuevas elecciones, en exclusiva o en
primer término, al Presidente de Gobierno en funciones: Don Pedro Sánchez.
La gente demanda y clama para que
se forme gobierno y, a ser posible, que sea estable. Tal afirmación no es solo
de las personas denominadas de izquierdas, sino también de un público de
derechas y de centro que, como los primeros, están hartos de una clase política
inepta e incompetente. Es decir, a nadie más que a Pedro Sánchez se le puede
culpar por ello y nadie más que a él se le puede reclamar responsabilidades
porque únicamente en su mano está poder hacerlo.
Conviene no olvidar que la moción
de censura fue un éxito debido a que todo se puso a favor de quien la sugirió y
de quienes la llevaron a efecto. A favor, igualmente ahora, está instaurar un
nuevo gobierno. Los actores principales, los mismos, han de olvidarse de sus
estrategias.
Pues bien, si Pedro Sánchez es
medianamente inteligente deberá formarlo. Y si es preciso, metafóricamente,
deberá bajarse los pantalones; ya tendrá tiempo para subírselos. Y Don Pablo
Iglesias, del que se dice que sí lo es, no ha de tolerar, de ningún modo, que
eso no suceda. Tendrá que evitar la torpeza de un insensato dispuesto a elegir
un camino equivocado e inmolar lo que él considera un triunfo, antes que llevar a España por la senda
de unas nuevas elecciones.
Pablo Iglesias ya perdió la
partida. (Me permito recordarle el refranero: “Más vale pájaro en mano que
ciento volando. La avaricia rompe el saco…”). Y, ojo, puede volver a perderla. El partido que preside fue
injustamente vilipendiado y, al margen de otras circunstancias internas, ya va
siendo hora de revertir el precio que tuvo que pagar y este puede ser un buen
momento para obtener dividendos efectuando “el corte del cupón”. Podemos y Pablo
Iglesias, en especial, pueden beneficiarse enormemente.
Piénsese antes de perder definitivamente.
Pablo Iglesias deberá gritar a
los cuatro vientos que ya renunció a formar parte del gobierno cuando Pedro
Sánchez, ingenuamente lo apartó. Deberá dejar constancia también, que su partido rechazó
una vicepresidencia y tres ministerios, y elevará su prestigio como entonces que es lo que importa, y fortalecerá a su partido ante el pueblo si ahora,
antes que Pedro Sánchez se encabezone sin medir las consecuencias, por el bien
de España y de los españoles, renuncian igualmente a formar parte de un
gobierno de coalición. Eso sí (no se lo digan a nadie) guarden el escrito de
las medidas a las que el PSOE se comprometía a cumplir para, llegado el caso,
sacarlas a relucir y poner al PSOE y a Pedro Sánchez en evidencia.
Aún no es tarde para poder
hacerlo. Sánchez y España, principalmente, se lo aceptarán con agrado antes que
volver a las urnas. Esperen desde su atalaya “a ver el cadáver de su vecino
pasar”: la acción de gobernar desgasta, quema y sucumbe. Encontrarán el momento de
arrebatar el poder que anhelan y en mejores condiciones. Basta ya de relatos.
Uno obtendrá lo que siembre.
A Ciudadanos, a través de su
presidente Rivera, le faltó coraje e inteligencia para formar coalición con el
PSOE de Sánchez y le sobraron bravatas e insultos. Pudieron sacar al PSOE lo
que hubieran querido, sin embargo, no lo hicieron. Aún no es tarde tampoco para
que lo hagan, pero no lo harán porque los gobiernos locales y comunitarios
están formados (podían haberlos presidido y ya no hay marcha atrás) y su imagen
sería todavía más patética de la que han dado. Su estrategia incorrecta les
pasará factura por muchos años.
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