Hoy no me ocuparé escribiendo
sobre el Sistema Capitalista para irrumpir en dos temas de actualidad en
España, pero antes dejaré constancia de frases atribuidas a alguien a quien
admiro y os remitiré a ellas para que vosotros, amigos lectores, saquéis
conclusiones al respecto. A mi juicio, lo mire por donde lo mire, no queda más
opción que ponerlas en práctica para convivir en paz y en beneficio del bien
común. Estas frases citadas, entre otras que también serían oportunas, son:
“El que se humilla será
ensalzado. El que perdona será perdonado. Haz el bien y no mires a quien. Antes
que te aboceten ofrece tu otra mejilla. Por sus obras los conoceréis. Obras son
amores y no buenas razones”.
Asunto uno. Sobre la
independencia de Cataluña soy muy contrario, convencido de que los
independistas que la invocan no tienen razón; sin embargo, ¿merecería la pena
que unos y otros entráramos en guerra y confrontación, odios y enemistades por
ello? Sencillamente no. Entonces ¿por qué demorar la solución del problema?
Acometámoslo ahora, que parece haber vuelto las aguas a su cauce, para convocar
el referéndum de independencia participando todos los habitantes que hemos
contribuido con nuestros impuestos al engrandecimiento o no de España y por
tanto de Cataluña. Determínense unas normas, plazos, fechas, circunstancias…
que se han de dar y votemos. La decisión mayoritaria será la acertada sin duda:
no hay otra manera. Perfeccionemos el tránsito hacia una democracia mejor.
Pasamos de la Dictadura a una Transición (el acuerdo de una liberación) y de
esta a una incipiente Democracia que se ha de mantener y hasta habituarnos a
ella.
El otro tema es ETA. ¿Qué humano
-y más si fue afectado- no querría para los asesinos etarras el mismo trato que
ellos infringieron a sus víctimas o que jamás salieran de las cárceles? Por
supuesto, es un sentimiento complaciente y humano, pero como humanos no
deberíamos dejarnos llevar por el salvajismo, la crueldad, la venganza, el
ensañamiento... y convertirnos en inhumanos como lo fueron ellos para llevarnos
a una espiral criminal de unos contra otros que a nadie beneficia.
No nos dejemos engañar por la
iniquidad imitando la maldad de quien la hace. Padeceríamos castigo doble
siendo miserables y perdiendo la razón, aunque creamos que esta nos asiste
cuando no es así. Todo crimen carece de justificación salvo si, al instante, se
evita la muerte propia o la de otra vida. La víctima no se puede resucitar, ni
es posible siquiera evitar el daño producido a cualquiera de sus dolientes, sin
embargo, aunque sea muy difícil solo cabe la denuncia ante la Justicia para que
intervenga y se trate de olvidar antes de caer en la tentación de tomarse la
justicia por su mano (ojo por ojo y diente por diente) y caer en la
espiral sin fin antes comentada. Hay que dejar que sea la Justicia la que
actúe.
Aplíquese para ambas cuestiones
alguna de las frases expuestas. Convendrá tenerlas en cuenta para acometer
algún acto en toda profesión y, especialmente, en la práctica política, una de
la más importante si no es la principal.
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