Un conservador radical, amigo mío, sabiendo que abrazo teorías distintas a las suyas, cuando Trump ganó su segunda presidencia, quiso impresionarme enviándome un WhastsApp de Tik Tok donde se le preguntaba a un venezolano qué era el socialismo para él. Su respuesta afirmaba que socialismo era un sistema disfuncional, difícilmente realizable en un mundo consumista como el que conocemos (supongo que se referiría al de España, pues ambos hablaban un perfecto español) para añadir que, aquellos que se consideren socialistas viajen, se documenten y reflexionen de lo que ocurre en los países socialistas cobrando el salario mínimo, tratando de obtener papeles y nacionalizarse. (Visualizó, me imagino, su país: Venezuela). Deduje, por las imágenes del video, que era el barrio de Salamanca en Madrid, una de las zonas más caras de la capital, donde el entrevistado, culto y elegante, debía de residir. Tenía razón. Ningún pobre en ningún sitio puede vivir; sea en Venezuela, EE. UU. o en España, donde millones de ellos pasan hambre.
No hay mayor desgracia que la de
ser pobre.
Me limité a contestar a mi amigo
escuetamente lo siguiente: Muy buen mensaje. Me gusta. Tiene razón el
consultado. Y, a propósito de lo que responde, te haré un símil. Hay quienes
dicen ser cristianos y no siguen la vida que Jesús propuso. Para lograr un
verdadero socialismo es necesario que no existan las abismales diferencias
económicas; que toda su población tenga la misma igualdad de oportunidades; que
la miseria y la pobreza se erradiquen; que la libertad sea absoluta y se ejerza
con responsabilidad y respeto; que el poderoso no humille ni abuse de su
estatus social; que todos acatemos la ley y se utilice la palabra para
revocarla si es preciso; que su consigna sea el bien común y no el particular; que nadie se tome la
justicia por su mano; que se combatan las injusticias protegiendo a los más
vulnerables y menores, sean de cualquier lugar y condición; que se antepongan
los intereses públicos a los privados; que se respete y no se minusvalore a los
demás pues todos somos hijos de la madre Tierra;…
De inmediato, como yo hice, mi
amigo me contestó: “Acabas de describir porque el socialismo nunca podrá ser
posible en el mundo. Solo lo será por imposición como pasa en las dictaduras,
que tampoco es posible”. No hubo respuesta por mi parte que ahora, abiertamente,
se la doy: “Efectivamente, es imposible ser Jesucristo, pero vamos a intentar
imitarle al menos”.
El sistema capitalista desbocado
actual colapsará de continuar con tal agresividad. (Puedes leerlo en este blog). La fórmula para
que no suceda será modulando las herencias y los beneficios, hasta que los
impuestos nos equiparen. Las primeras, limitándolas al valor de dos millones de
euros para cada heredero legítimo, salvo las acciones que permanecerán en favor
de la propia empresa y sus beneficios repartidos en partes iguales entre el
capital y el trabajo. Lo que supere dicho importe será para la Sociedad de
todos como tributo. ¿Alguien puede aportar algo más? Hablando se entiende la
gente.