“El rey se apenó de la poca
honradez de la naturaleza humana y la obscura galería recibió el nombre de El
Corredor de la tentación. En Persia habrían empalado a los sesenta y tres
señores; en otro reino los hubieran justificado plenamente y hubiesen castigado
al hombre honrado. En Serendib sólo fueron condenados a aumentar el tesoro
público porque Nabussan (el rey) era muy indulgente”
Es un párrafo copiado de Zadig o El destino de Voltaire, en el que el
protagonista establece sencillos medios para remediar problemas y en éste
fueron 64 los candidatos a ocupar el puesto de tesorero real y sólo uno superó
la prueba.
Es un pasaje sencillo que me ha hecho reflexionar. ¿En España cuántos
habrían pasado la prueba? ¿Qué argumento y castigo se hubieran empleado? Y la
naturaleza humana, que es muy diversa (no se trata de políticos, empresarios,
religiosos o truhanes, sino de personas con posibilidades) convierte en chorizos a las personas,
responde de diferentes maneras, en virtud de sus ideas e intereses, que cada cual
puede analizar. Lo que si pondero del autor es la cantidad de fórmulas que
establece en su relato para mediar en los dilemas y eso es precisamente
(incluso por su simpleza) por lo que lo destaco. En el PCO (Proyecto de
Ciudades Ocupacionales) se ensalza estableciendo controles, remedios, soluciones
o medidas para interponerse entre los delitos humanos y entre los que no son
capaces de resistir la tentación, comiéndose el pastel sin dejar ni una migaja
a los demás. Estamos hartos de tanto mangante, pero más aún de que su impunidad
se acreciente, sin que los padres de la
patria (ni de España ni de Europa) pongan coto para evitar tales ladronicios.
¿Por qué no se quita de la circulación el
dinero físico? ¿Por qué no abolir los paraísos fiscales? ¿Por qué no mediar en
las deudas de las naciones con los que muchos trapichean? ¿Por qué no meter mano a la droga, trata de
personas, prostitución, religiones y mangantes que se vanaglorian con la falta
de castigo de la que gozan? Sencillamente porque no quieren, son ellos mismos los protagonistas o alguien que
les beneficia y eso no es cuestión de mayorías, democracias, libertades o
totalitarismos: Naciones Unidas nos da ejemplo teórico de lo que en la práctica
no lleva a cabo. Tantas guerras, tantos crímenes, tanta hambre, tanta
corrupción y ahí siguen campando a sus anchas los tiranos, presidentes,
segundones que aplauden a su jefe, instigadores a la paz con la boca abierta, mientras
sus negocios se agrandan matando a inocentes. Menos hablar y más hacer, menos
predicar y dar más trigo, menos engaño y más honradez.
“Gentes raras, inquietas. Nunca se conforman con su condición de pobres,
como manda Alá y aconseja el Profeta” (Agustín Gómez Arcos). La ley se cambia o
se hace nueva, pero nunca a conveniencia
de la gente humilde. ¿Por qué no se modifican las herencias? ¿Por
qué no fomentar estímulos no materialistas? Los muertos no vuelven a disfrutar de los bienes o derechos que consiguieron con esfuerzo, cesión,
trabajo, suerte, rapiña, engaño o delito.
La vida es corta y la codicia serviría para bien poco. La igualdad de
oportunidades crecería y el valor del hombre no sería robar sino ser honrado.
Sencillos métodos que el P.C.O. propone y que nadie quiere hacer caso. Está
claro, que una mayoría de personas no quieren desasirse de su propia mierda. Y
la dejan en su testamento para que sus herederos la tiren. Son tan ignorantes,
que ven valor en lo que no lo tiene y creen que los demás verán lo mismo. Y
ellos, los listos, que lo saben; potencian la ley de la codicia engañando y
consagrando la propiedad privada de los muertos. ¡Pero si los muertos no
existen! Robaron. Mataron. ¡Qué importa si no les pillaron y triunfaron! Lesa
sociedad que ampara crímenes defendiendo su historia.
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