El capitalismo y el comunismo son dos almas gemelas nacidas de un mismo
cuerpo. Un cuerpo con un solo corazón, una sola cabeza orientados en distintas
direcciones con movimientos opuestos. Una aurícula un ventrículo. Un hemisferio
y otro. Un mismo imán con polos positivo y negativo extremadamente distantes y sin
posibilidad de unirse; si bien, aun incompatibles, surgieron con idéntico
propósito tratando de reducir las enormes diferencias económicas de la gente y
en aras a equilibrar la riqueza. Se luchó contra una situación mezquina,
henchida de abusos de poder y vitorearon al hombre como ser superior de la Naturaleza.
El proceso de Proyecto de Ciudades Ocupacionales no propugna la lucha de
clases, ni media para que una teoría prevalezca sobre la otra, sino que elige
las partes positivas de ambas para hacer de ellas soluciones flexibles, cambiantes y adaptables a los tiempos actuales.
Así pues, considerando que ambas proclaman
la Vida como el bien principal, como no podría ser de otra manera, no se
inclina porque ésta sea regida por intereses privados o públicos (que no dejan
de ser totalitarios de sus compromisos) sino que, en aras a la Libertad (el segundo valor más importante del hombre) se acepte
la razón por la cual puedan cohabitar ambos intereses (tanto públicos como
privados) en beneficio de la mayoría, conforme a las normas que nos hayamos dado a través de la
democracia. El objetivo final está claro:
la felicidad del hombre. Una felicidad que debe estar por encima de todas
las cosas, por lo que en su tránsito se ha de respetar la vida de la totalidad
de seres existentes, los recursos de que disponemos y la Propiedad privada de cada uno, mientras viva (como el tercer bien
más valioso).
La Vida se podrá vivir si todos gozamos de recursos suficientes para alimentarnos física
y espiritualmente, cobijarnos y crecer saludablemente. Al sistema capitalista
eso no le importa y sí la competencia, la codicia, además de sostener unas
desigualdades inimaginables: hambre y riqueza sin parangón. La
Libertad no es posible si cada uno
de nosotros no podemos decidir por sí mismos, estamos intervenidos por unos
mercados mal llamados libres o si
carecemos de iguales oportunidades ya desde el nacimiento. Obvio es recordar,
que el comunismo también adolece de esa libertad en beneficio exclusivo de un
Estado y, además, no comulga con la
Propiedad privada. Y, ¿por qué? La Felicidad
por tanto, cuando alguno de esos valores está cuestionado, es difícil de
lograr.
Del comunismo ya sabemos sus
resultados, el capitalismo nos conduce irremisiblemente a crisis y
desigualdades continuas; es
imprescindible encontrar un Sistema, necesariamente, en el que el hombre,
(hombre o mujer) como persona física e individual, esté por encima de la
economía, la política y el resto de las cosas, sea blanco, negro o colorado.
(En esta lista no debe haber diferencias y cabemos todos: ricos y pobres, trabajadores
y empresarios, autónomos y profesionales). Otra cosa son las ideas y medidas en
las que asentar el Estado de bienestar que reclamamos. Por principio debe imponerse el respeto mutuo por ellas, por las
distintas identidades que nos caracterizan y ponderar lo público y lo privado,
lo mayoritario y la minoría, la aceptación y la imposición. No se trata de
imponer un criterio sino la razón, ni que prevalezca una determinada clase
social sino que se conforme una sola, que se comience desde
posiciones iguales sin lanzarnos vengativos dardos que nos impida el debate. Y
todos saldremos ganando.
Hemos escrito mucho sobre el PCO, incluso publicado un libro, ¿por qué no
comprobar que sus medidas están encaminadas a conseguir los valores apuntados? ¿Conoce
algún plan mejor?
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