Visualicemos la punta del iceberg que son las famosas tarjetas black. Veremos entonces el gigantesco témpano que no está al descubierto: Créditos condonados,
fallidos, renovados in saecula saeculorum
a coste cero y más gastos ilegítimos.
Promociones inmobiliarias impagadas que se regalan a fondos buitres o no y más gastos ilegítimos. Ventas, cesiones,
permutas de propiedades a firmas desconocidas o a ser
vos quien sois como pago de favores y
más gastos ilegítimos. Negocios, tratos, inversiones ruinosas difuminadas
entre titulares insolventes, sociedades creadas al efecto o testaferros a favor
de los cuales se han endosado efectos a cobrar simulando alguna operación y más gastos ilegítimos. Errores por
cambios del epígrafe Deudores por el de Acreedores o traspasos a paraísos
fiscales diferidos y más gastos
ilegítimos. Robos a manos llenas por personas próximas, no alejadas en
mundos perdidos, falseando valores con recurrentes contabilidades fantásticas o
izando importes de bienes insignificantes, y más gastos ilegítimos. Obtención de comisiones en operaciones de
terceros, tasando, asegurando, desahuciando, lanzando a clientes desempleados o
cuando no cobrando por estudios, informes, colaboraciones y otras zarandajas y más gastos ilegítimos. Estafando, engalgando,
engañando, creando preferentes, opas, emitiendo capital y viendo la
prescripción pasar por la riqueza creada en beneficio propio o de unos pocos y más gastos ilegítimos. ¡Cuánta impunidad tan sólo en una Caja!
¿Cómo sería posible que, semejante
entidad financiera, de ganancias fabulosas pasara a más de cuatro billones de
pesetas de pérdidas? ¿Cuántas cosas se pudieron hacer con ello? ¡Pero no
pasa nada! Poco se sabe de sus reguladores, auditores, consejos, asambleas... Y
suma y sigue: defraudadores, ladrones,
corruptos, tramas, tratas, obras
faraónicas, Eres o la Madre que los parió... ¿Y qué medios se han puesto? ¿No
habrá más gastos ilegítimos que pagar? Claro que sí: hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Pobres accionistas de
Bankía. Pobres las empresas eléctricas o las que hicieron autopistas o las que
inyectaron gas o… Pobres partidos políticos y sus dirigentes que se fijan sus
propios contratos laborales. Pobres mercados e intermediarios que arruinan a muchos en detrimento de unos
pocos con sólo tocar una campana. Pobres, más que pobres, los que no pueden
evitar la tentación de robar; luego resultan insolventes o carecen de
responsabilidad. ¿De qué nos quejamos?
¿No somos el pueblo? ¿No somos el Estado? ¿No somos los que pagamos?
La cosa está clara. Necesitamos de políticos y hemos de elegirlos.
Hasta ahora nos han salido ranas. La cuestión pues, es no votar. Pero como eso
es prácticamente un imposible, se me antoja que los partidos candidatos, ante
notario, por ley, solemnemente (¿), antes de celebrarse las elecciones, prometan,
garanticen, se obliguen, propongan (¿) cumplir con anularse privilegios y que
éstos sean ratificados en referéndum, así como las elementales y concretas
medidas que tomarían, en su caso, para anular las prácticas corruptas, los
abusos mafiosos, sofocar la pobreza, abolir
el paro y demás engaños de los que hemos sido y seguimos siendo objeto. Fórmulas
por otra parte que, a mi juicio, serían imprescindibles para votar. Les daré
entrada en este blog, al igual que ya se han publicado en libros como 5 Fórmulas para el bienestar de España o
Escape. Patrones abocados a implantarse para que el mundo cambie y las
crisis no tengan lugar. O, ¿es que acaso
hay quien cree que no hay otra forma de
actuar en política, economía o
socialmente? ¿Por qué no lo hace Europa? ¿Por qué no una misma receta? ¿Un sólo
Gobierno? ¿Un sólo presupuesto? ¿Una sola soberanía? La búsqueda de una
identidad propia europea nos acercará sin renunciar a las múltiples que tenemos.
Lo sensato será que Europa apueste por las personas y no por los mercados.
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