Cuando los ciudadanos (hombres, mujeres, niños o mayores) son bombardeados
por la existencia de algún conflicto o contienda, siempre hay algún militar que
manifiesta su profundo pesar y lo lamenta, pero lo justifica con que “la guerra es la guerra”. Ocurre lo
mismo cuando vemos a gente indefensa o a familias expulsadas de sus casas
mientras, en los medios radiotelevisivos o en la prensa, el prestamista que lo
motiva declara sentirlo poniéndose en lugar de los desahuciados, hasta el
extremo de empatizar con sus víctimas, viniendo a explicar, finalmente, que “los negocios son los negocios”.
Son dos muestras de hipocresía nada extrañas (una cotidiana en España como el pan de
cada día) semejantes a las disculpas de un político cuando comete un error . A
lo sumo pide perdón sin que se resienta en su cargo, sin dimitir, sin que su jornal merme, sin aceptar responsabilidad alguna. En el fondo “la política es la política”, argumenta.
Hemos de saber que hay políticos a
los que no les mueve, precisamente, el servir a los ciudadanos como afirman, y
han accedido (pido disculpas de antemano si me equivoco) por “conseguir una
parcelita de control a través del modo que sea, no importa lo sucio o agresivo
que resulte. Gente ambiciosa y sin escrúpulos que vive en la puñalada trapera
al compañero y en la falta de principios acostumbrados a esas miserias. Tratan
de militar en cualquier organización independientemente de la ideología que
tenga”.
Hemos de aportar. Y aportar no es declarar “abajo el Rey”, “fuera
La Constitución”, “a la cárcel con los ladrones”, “muera la corrupción”,
“aniquilen el paro, …”, sino decir como eliminarlo o sustituirlo indicando las
fórmulas o procesos para combatirlo o establecerlo y no sólo enmendando o criticando al contrario. Publicitarlo en los
medios es importante, pero, mucho más, dar ejemplo de lo que se divulga en la
vida personal. Utilizar la radio, la
televisión, el dinero público con fines propios o partidistas es tan negativo
para la democracia como lo pueda ser la corrupción.
Las organizaciones políticas nuevas que quieren gobernarnos han de dar pruebas claras, en todos sus
actos, de Honorabilidad, Transparencia,
Rentabilidad y no incurrir en lo que reprochan y atacan. Los aparatos
sucios no sirven, los viejos trucos están denostados, las prácticas engañosas
asustan y exigimos que nos muestren las garantías de que disponen para no caer
en los mismos errores de quienes nos han gobernado. ¿Quitarán el dinero físico de la circulación para combatir a los delincuentes?
¿Erradicarán las desigualdades deshonestas entre los ciudadanos? ¿La Justicia
será independiente de la política? ¿Anularán
el desempleo? ¿Carecerán de inmunidad y privilegios como cualquier persona?
¿La libertad y la pluralidad de pensamiento serán respetadas?.... Y, ¿cómo lo harán?, ¿cómo acometerán la
educación y el medio ambiente?, ¿cómo racionalizarán la economía con los
derechos sociales? ...
Hoy día hay una enorme liquidez de dinero que está queriendo ir a la
economía real, sin embargo se queda en los mercados financieros que, como todo
el mundo sabe, son mercados especulativos. ¿Qué harán al respecto? Son tantas y
tantas las interrogantes que sólo y a fin de cuentas vale que el hombre esté
por encima de todo y se actúe, como dije antes, con Honorabilidad,
Transparencia y Rentabilidad para salvaguardar la democracia. No obstante, como ciudadano de a pié, no me gustaría
quedarme sin contestación a las preguntas realizadas que, por otra parte, en los
libros Escape y 5 Fórmulas para el bien de España, ya han sido contestadas.
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