No hay que fiarse de los vaticinios. Casi todos fallan más que una
escopeta de ferias. Se habla y se escribe tanto sobre ellos, que los
aciertos deberían llegar, pero no
llegan. Entre otras cosas, porque nadie es capaz de adivinarlos, surgen los
imprevistos y, lo más principal, pocos son los que se acuerdan de lo
pronosticado pasado cierto tiempo.
De eso se aprovechan los políticos. Prometen contentando a su
electorado y, como no es posible saber lo qué sucederá mañana, la excusa del incumplimiento,
en su caso, tiene miles de justificaciones. Para después, ya es tarde: las
promesas se difuminan, se alejan, pierden credibilidad o carecen de sentido,
aunque importunen a los que no olvidaron y conserven la memoria. Por tanto, deberemos prepararnos para lo
que llega. Nuestra vida es corta y aferrarnos a un miedo futuro es una pérdida
de energía y de tiempo. Hagamos lo que consideremos que hemos de hacer: Volar.
Reír. Soñar. Salir. Enamorarse. Comer. Dialogar. Entusiasmarse. Gozar. Desear.
Querer. Vivir. Nuestro cuerpo-alma sólo a nosotros pertenece.
Estamos preparados para ello y
nuestros actos responden al Placer y al Dolor, de manera que, en cualquier
caso, no importa que sea o no satisfactorios para los demás, lo ha de ser para
nosotros. Nadie cuenta lo que no le
interesa y nosotros no seremos la excepción; no es obligado tener determinada
edad para delirar, desear y luchar por lo que se ansía; merecerá la pena
acometerlo pues es, justamente, la antítesis de la depresión y el miedo.
Lo que mañana haya de suceder, sucederá. Que ello no nos aflija y menos,
anticipadamente. Hemos de convencernos que el mañana jamás existe, jamás
llegará y nadie lo tiene comprado.
No paguemos nada porque alguien nos diga lo que pasará: es mentira. Nada
ni nadie lo sabe. Sólo, cada uno de nosotros, podemos intuirlo y, por
consiguiente, reafirmémonos en tal presentimiento y obremos en consecuencia. ¡Equivocarnos, sí! ¡Pero, que nadie nos
engañe!
Cierto es, que hay infinidad de
medios que nos manipulan, sin embargo, preguntémonos cuestionando unos y otros,
cuál se ajusta más a nuestros deseos, inquietudes, planteamientos o dudas respeto
al porvenir. Un futuro que no será igual para todos, dado que la respuesta dependerá
de cómo palpite el corazón de cada uno. Tampoco
nos dejemos llevar por la última imagen percibida, por la última palabra
escuchada, por la moda del momento o porque alguien nos los diga o quiera
vendérnoslo. Nadie dice la verdad,
si no su verdad. Estudiemos, analicemos con antelación lo que nos conviene,
la procedencia, la intención. Convendrán conmigo que quien hace una, hace
cientos. Que la ocasión hace al ladrón. Que
la cabra cambia de pelo, pero no cambia de leche. Y que siendo el Placer y
el Dolor los componentes que regulan nuestros sentimientos, a veces, nos
dejamos llevar por una simple emoción que, como todas las emociones, son
pasajeras, dejando de lado, dándole la espalda, al cariño que siempre nos
acompaña. O, al contrario, nos sometemos y permitimos vejaciones, malos tratos
o nos acostumbramos a lo peor, creyendo que eso está fuera igualmente, que es
la normal o que todos somos iguales. Y no es así. Contra el enaltecimiento o el miedo la prudencia y, casi siempre, la
moderación.
En tiempos de comercio y mentiras
como son éstos, los anteriores a unas elecciones políticas, hay que estar en
guardia y preparados para escuchar barbaridades, calumnias y todo tipo de
maldades. Nos jugamos muchas cosas, pero muchas más los contendientes, capaces
de calumniar, traicionar o matar por conseguir, como las sectas y religiones,
lo que se proponen.
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