Como ciudadano honesto e
independiente, una vez hecho uso de mi voto libremente y visto los resultados
obtenidos en las elecciones generales del 2OD, me alegro de la situación que la
totalidad de los mismos originan. Las
diferentes formaciones políticas habrán de trabajar y deberán hacerlo en
beneficio de España. A nadie se le escapa, no obstante, que velarán por sus
propios intereses, pero éstos pasan por, aun manteniendo sus ideologías, beneficiar
a los españoles y a sus territorios en general dado que, de lo contrario, se
les vería el plumero fácilmente. Deberán pensar, hablar, ceder… para
acometer los principales problemas que tiene nuestro país, España: el
desempleo, la independencia de Cataluña, la corrupción… Una solución tomada por
un único partido resueltamente como si fuera un rodillo, por muchos escaños que tenga (que no, necesariamente,
corresponde a mayor número de electores), nunca sería la solución correcta,
salvo para el propio partido; mientras que si las medidas son producto de
acuerdos satisfechos por varias formaciones, deduciremos que los mismos, aun no
tan rápidamente, se han sopesado dejando atrás posibles arbitrariedades.
Antes de nada, deseo poner de
manifiesto ( lo habrán leído o pueden hacerlo todavía en este blog) que mi idea
es contraría a la expuesta por el partido Podemos respecto a la soberanía
territorial de nuestra España; no obstante, manteniendo que toda rigidez es la
fuerza más fácil de batir, que todo lo flexible, al contrario, es la más
difícil de vencer, que lo provisional se convierte en definitivo o que lo
aleatorio en ley, me he propuesto reflexionar sobre lo que hoy, a mi juicio, es
el segundo problema nacional. Prescindiré
de La Constitución, susceptible de modificar, centrándome en el principio
activo como diríamos de una medicina. (Los
humanos, no obstante, siempre buscamos una explicación, un argumento u origen
para comprender lo qué pasa o por qué pasa, pero eso, a veces, es difícil de obtener,
ya que, sin duda, lo aleatorio existe, y el miedo, al que recurrimos por falta
de conocimiento, ya se encargan algunos de vendérnoslo envuelto en religión o
misterio). Imaginémonos una familia. Dentro de ella puede surgir el niño
rebelde, el hijo pródigo, el padre, la madre, el amante del marido o de la
mujer... cientos y un problemas de amor, de comprensión, de convivencia, de
intereses… Y, siempre se han de tomar medidas. De hecho se han habilitado
centros especiales para aislar a hijos, proteger a mujeres, separar a unos de
otros y leyes para que los divorcios o rupturas sean lo menos dolosos para
todos. Hay quienes nunca superarán los esfuerzos por el logro de una coexistencia
civilizada. No obstante, examinemos qué hacer con los bienes de todos (individuales,
gananciales, proindiviso) en el marco de una comunidad común sujeta a normas de
todo tipo, donde conviven personas muy diferentes, tanto físicas como
jurídicas. Descartemos también al honorable delincuente que cada noche
maltrata a su mujer e hijos, llega borracho… sólo cabe juzgarlo para que vaya a
la cárcel. Anulemos igualmente los sentimientos
mal llamados de “identidad nacional”
que equivocarían toda razón a la hora de negociar.
Imaginémonos a Cataluña, un espacio proindiviso, cuanto menos de todos
los españoles, en el que habitan millones de intereses de entes, personas
jurídicas, físicas... y sólo éstos últimos puedan decidir sobre tal territorio,
en todos los aspectos y mediante Referéndum, sin más consideraciones. No
importa el orden jerárquico que ocupan en la familia española.
Hagamos el penúltimo esfuerzo e
imaginémonos que el Estado (a través de su Gobierno) no se enroca y mueve ficha
para permitir el derecho a decidir conforme hemos fabulado y lo primero que nos
preguntaríamos podía ser:
-
¿Sería o
no vinculante? ¿Habría que hacerse ya o más adelante en todas y cada una de las
comunidades? ¿Podrían optar a ello en cualquier momento? ¿Cuántas veces podría
repetirse? ¿Cuál sería el porcentaje necesario para que fuera vinculante? ¿Por
qué no modular las edades de los votantes?
Si prevalece la NO independencia todo quedaría igual, pero cambiarían
muchas cosas.
Si se despuntara el SI a la independencia nada quedaría igual y
cambiarían muchas cosas. Los analistas, los politólogos, los mediadores, los encantadores de serpientes
estarían encantados con tanto trabajo que les llegaría; los aficionados como yo,
no vemos otra cosa que miseria y desastre para la gente de a pie. (Por supuesto, los de arriba, los salvadores de patrias, nunca
pierden, al contrario, sería una excelente oportunidad para ellos chupar más).
Si España prescinde de Cataluña y viceversa, saldrían enfrentadas como de una
guerra. Descarto ser prolijo en aciagos detalles que, tratándose de una
hipótesis, a nada conducen. Cada cual que se lo piense y observe adónde su
imaginación lo lleva.
En una familia del amor se pasa al desamor en un abrir y cerrar de ojos,
tan pronto sucede la separación y, aun de común acuerdo, se recurre al abogado
y tribunal. ¿De común acuerdo aceptaría España la separación de Cataluña?
La promesa de generosidad de Podemos (o la de cualquier partido político) no
cuela; el resto de España en silencio los
dejaría ir con lo puesto, salvo que Pablo Iglesias obre un milagro, y eso,
sería dudoso. Si me resta preguntar: ¿por qué no efectuar una consulta a
efectos estadísticos, no vinculante, para que se pensara?
Por desgracia, hablémoslo claro,
muchas personas (iguales a nosotros) han nacido en el peor momento y viven en
el lugar menos adecuado para sus vidas. Habrá que ayudarles e intentar que en
el Mundo no existan guerras, enfermedades, pobreza, ignorancia… Esa si es una espina clavada en mi corazón.
Otros, y por desgracia en España son
muchos, se aventuran en busca de trabajo al extranjero y allí, su condición
de emigrantes, los priva de infinidad de derechos, pese a que pagan como el
resto de los habitantes sus impuestos. No me lo tomen a mal, pero de esta forma
no veo a la gente de Cataluña que abogan legítimamente por su independencia. A
mí, se lo prometo, me gustaría también
ser independiente. Algo tendremos qué hacer al respecto juntos, si bien, no nos
queda otra que anotar lo que queremos
razonablemente e ir en su búsqueda, aunque no a costa de lo que sea como el
capital hace.
Por tanto, el SI a la independencia pacífica, por mucho que quiera
imaginármelo, no la veo. No soy capaz de volver a los tiempos donde la
propiedad privada ni existía o era tomada por los poderosos a su antojo y la
ausencia política del hombre pobre era un hecho. Sin embargo, si veo un futuro donde Europa esté unida
económica, política y social con un único Gobierno de ciudadanos con
igualdad de oportunidades, con las mismas obligaciones y derechos. Aunque para
lograrlo no pase por separar fuerzas, sino al revés, aunarnos para que las
cosas se hagan bien: Trabajo para todos. Neutralizar a los corruptos.
Cultivarnos. Hacer las cosas de diferente forma.
Les facilito una pista. Tal vez
hoy lo consideren utópico, pero es el camino del mañana que juntos podemos
acometer. Lean mi libro 5 Fórmulas para
de bienestar de España que se regala comprando la novela titulada ESCAPE de Sebastián Lorca. La encontrarán
en Amazon, librerías o directamente contactando en este blog con el servidor
que les habla. Sean felices.
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