Son muchas las veces que hemos
oído aquello de NO APRENDEMOS NUNCA.
Efectivamente nadie aprende en cabeza ajena, ni en los sucesos del
pasado que pueden servirnos para evitar errores. Sin embargo, de igual manera que,
mientras no me demuestren lo contrario, seguiré machacando con la idoneidad de
poner en práctica las medidas contenidas en el compendio de Reynaldo Tendero titulado 5 Formulas para el bienestar de
España, insistiré en que la historia nos muestra caminos que no deberíamos
volver a transitar, aunque seamos animales que tropecemos más de una vez.
Me referiré a dos cuestiones:
Una.- La idea de que los políticos velan por el interés general
en lugar del suyo propio se viene abajo. Por citar dos ejemplos vivos: Mas no
renuncia a su aforamiento en favor de un independentismo, que tanto alaba o
Rajoy, es capaz de derogar su Reforma laboral de la que alardeó como su mayor
logro, con tal de mantenerse en la presidencia.
Dos.- Vemos los fallos de los demás, pero no los nuestros.
Se me antoja, guardando las
distancias, comparar la situación política actual a la que, en su momento, dio
lugar al establecimiento de la primera República española. Entonces, a mi
juicio, existían problemas más graves que resolver como: la guerra de Cuba, la
guerra carlista, la abolición de de la esclavitud de mujeres y niños, la
enseñanza obligatoria y gratuita y otros como el servicio militar o la pena de
muerte, hoy resueltos. A medio resolver: la separación de la Iglesia y el Estado
(acuerdo con la Santa Sede), los efectos de la desamortización o tributos entre
otros. Y por resolver, actualmente también: la actualización de La Constitución, la independencia del poder
jurídico de los políticos, las desigualdades en el ámbito social y lo que en
aquel tiempo se llamó guerra cantonal. Ojo, ésta me recuerda “al derecho a decidir” que el partido Podemos reivindica para
nuestros pueblos o la España federal del PSOE.
Transcribo unos textos de aquellos tiempos:
Han sido tantas mis amarguras
en el poder, que no puedo codiciarlo. He perdido en el gobierno mi
tranquilidad, mi reposo, mis ilusiones, mi confianza en los hombres, que
constituía el fondo de mi carácter. Por cada hombre agradecido, cien ingratos;
por cada hombre desinteresado y patriótico, cientos que no buscaban en la
política sino la satisfacción de sus apetitos. He recibido mal por bien. (Py y
Margall).
Imperaba aquí una especie de
república... Eran tiempos de desolación apocalíptica; cada ciudad se constituía
en cantón; la guerra civil crecía con intensidad enorme; [...] Andalucía y
Cataluña estaban, de hecho en anárquica independencia; los federales de Málaga
se destrozaban entre sí...; en Barcelona el ejército, indisciplinado y beodo,
profanaba los templos con horribles orgías; los insurrectos de Cartagena
enarbolaban bandera turca y comenzaban a ejercer la piratería por los puertos
indefensos del Mediterráneo; dondequiera surgían reyezuelos de taifas... Así,
el federalismo se convierte en separatismo
(M. Menéndez
Pelayo)
Hasta el extremo de que en la edición de 1970 del Diccionario
de la Lengua Española de la Academia, de la República llega a decir en
su séptima acepción: "lugar donde reina el desorden por exceso de
libertades".
Se me antoja escribir hoy sobre
esto, porque las distintas formaciones políticas que nos representarán en el
Congreso, han de hablar y hablar para llegar a entenderse y ninguna ha de
cerrarse en banda por mucho que consideren tener las mejores ideas o
propuestas. Hasta ahora, “nos ha sido más rentable unirnos y seguir por la
dirección equivocada que estar solos en la correcta. Quienes siguieron al
idiota autoritario, y no al sabio introspectivo, nos trasmitieron algunos de
sus genes… Los psicópatas congregan a seguidores” (N.N.Taleb). Y siguiendo al
mismo autor nos manifiesta que “el problema no es sólo que no conocemos el
futuro, sino que tampoco sabemos mucho del pasado…” y que el proceso del pasado
hacía el futuro es mucho más simple que a la inversa. Por tanto, se me ocurre predecir, como hice antes de las elecciones,
que Podemos y Ciudadanos (los ganadores como auguré) se sentarán a plasmar acuerdos que
vender al PP o al PSOE para que, el que gobierne, los ponga en marcha. Todo dependerá del precio. Ánimo para acordar.
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