Todo cambia y es inestable e inseguro. Nada permanece igual y nadie
vive que pueda augurar lo que sucederá; sólo el tiempo inexorable perdura por
mucha fe que se tenga en el futuro o se vomite raudales de confianza en un más allá
o en una tecnología que pueda reunirnos.
Con los pies firmes en nuestra
España podemos asegurar que, entre pasos hacia adelante y pasos hacia atrás, nunca vivimos mejor que ahora. Reyes,
caciques y poderosos del pasado, crueles, déspotas o virtuosos de nuestra
historia, omitían el empleo de los medios básicos a su alcance para el
desarrollo elemental del que hoy disfrutamos. No comían, ni se lavaban, ni
defecaban adecuadamente arriesgando la salud que a muchos no respetó pese a su
vigorosa edad. Tampoco otros estamentos influyentes (religiosos, militares, académicos,
artesanales) pudieron gozar de las asombrosas tecnologías de hoy. Esperamos que
mañana se pueda decir lo mismo de nosotros, si bien, que la causa no sea la
ignorancia de la que acusamos a aquéllos, nuestros antecesores. Son muchos, sin embargo, los que hoy nos
gobiernan empleando fórmulas, como aquéllos, fustigando al miedo y manteniendo
al pueblo en la oscuridad.
La gente no hemos de resignarnos,
ni acatar por norma lo que se nos
promete. Que nadie arrebate nuestra decisión y, peor aún, sospechando que
mienten por conseguir sus objetivos.
El Partido Popular desde que gobierna ha logrado hacer tantos
independentistas en Cataluña como votos,
ahora en campaña, proporcionará a Podemos, instigando al miedo. A éstos los asedia
y denigra advirtiendo que si ganan llegará la hecatombe, el día del juicio
final. Y los tilda de populistas cuando, además de lo Popular de su nombre, no
hay nada más populista que prometer una bajada de impuestos para hacerse con el
Gobierno como hicieron, para luego realizar lo contrario. Ellos saben, que lo
verdaderamente importante es lo que la gente cree, su última impresión, y nos
bombardean para repetir el triunfo con el mismo argumento: “que viene el coco”
(asustándonos como a niños), “bajaremos los impuestos” (tratando de engañarnos
como a pardillos), “con nosotros hay estabilidad” (cuando eso, como se dijo al
principio, ni existe ni nadie puede asegurarlo).
El
Partido socialista obrero español se mueve en la indefinición como siempre
hizo, como siempre fue. El propio González se alzó al poder con la promesa de
no a la OTAN y Pedro, el candidato, dejó la posibilidad excepcional de ser
Presidente del Gobierno atacando a Podemos igualmente. El cambio del que
alardean está agotado como el maná del pueblo elegido.
Ciudadanos no defrauda, ni convence, a medias tintas con lo que la
gente no entiende. No es tiempo todavía para moderadas conductas que al bueno lo
hacen tonto y de astuto al ladrón.
Podemos ganará. Criticado por
todos, pero poseedor de un mensaje y objetivo claro: gobernar. Representa la
indignación popular sin achantarse ante la mala fe de infundados voceros que lo
elevan al contrario de lo que pretenden. Echo en falta, sin embargo, que no se
atrevan a quitar el paro de una vez (que sí se puede), algo que, en numerosas
ocasiones, hemos aclarado. Que no anulen el dinero físico (dejando a lo sumo la
calderilla) y sirva de eficaz medio contra la corrupción. Que no copien algunas
cosas más de este blog o de la novela de ficción Escape.
Podemos ganará, sin duda.
Sueño (y por ello clamo) que ningún
partido obtenga jamás la mayoría. Que no hagan impune lo que les dé la gana
como han hecho los dos partidos que, hasta ahora, nos han gobernado.
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