-
Mira. Ahí fuera está el mundo.
Coches circulando de un sitio
para otro con destinos desconocidos. Gente caminando arrebujadas en sus
abrigos. Nubes ocultando el sol y cortantes vientos fríos. Todo parece caótico,
sin sentido, burbujeando como agua
hirviendo que cuece un alimento. Puedo tirarme horas contemplando el mundo a
través de los ventanales de mi casa donde permanezco estable, con la soledad de
mis pensamientos, pero ajeno a los hechos que son lo importante.
Veo el mundo, pues, pasar por mi
retina, pero no participo de él. Desde la impunidad que me proporciona mi
ordenador, escribo aportando ideas, reclamando comportamientos y, tal vez,
hiriendo susceptibilidades pese a que no sea esta mi intención. Ellos, mis
iguales, luchan fuera, trabajan, estudian, no están quietos como animales en la
selva tratando de subsistir. Observo con deleite las vidas que me imagino actúan
como yo lo hice cuando estaba en activo. Ni me emocionan ni me embelesan,
mantengo viva la pasión por el futuro que nos aguarda, pero ya sin inquietud ni prisas, convencido que nunca sabremos de
dónde venimos ni a dónde vamos.
Algo tan simple crepita dentro de
mí, si bien, renuncio a ser pasto de palabras incoherentes como aquellas que se
esconden en el misterio de lo indefinido, lo perpetuo, lo infinito, lo
inconmensurable, el todo o la nada. Veo una leve chispa prender en las pajas y
el papel, dispuestos al efecto, provocando la llama con la que comienza el
fuego que quemará leños y demás consumibles con que calentarme. Su calor durará
un tiempo, pero no será eterno y, finalmente, desaparecerá la flama palpitante,
la fuerza de la ignición que llenó el lar de pavesas dando comienzo la calma de
una lumbre firme y confortable que acabará, como todo acaba, en el silencio de
la obscuridad abrazado a la fría y cruda soledad, reducido a un cúmulo de
cenizas. Un destino inexorable, conocido, olvidado y heredero de vidas
complejas, curtidas por errores y caídas, el azar y la ignorancia que se resistirán
por los siglos de los siglos.
-
El mundo está ahí. ¿Fuera de nuestro alcance?
Mi vista alcanza muy poco, pero
mi imaginación es inconmensurable. Renuncio a ambas. Ambas me engañan. Y más,
cuando estuve inmerso en la acción empapado hasta las cejas por los entresijos
de mis problemas. Son los hechos los que cuentan, los que dignifican, los que
estimulan y nos sirven de ejemplo. Ahora estoy aquí, en mi ventana, viendo mi
mundo pasar. Pero no puedo, pese a todo, estarme quieto. Por ello renuncio
también a mi quietud y deseo estar en la brecha: contando historias, evocando
ideas, acomodándome en el anonimato y creyendo ver el mundo pasar, cuando soy
yo el que pasa. Aplico, a veces, mi experiencia sin clamar al insensato pronto
que me provoca la contestación y la venganza, la revolución y la lucha,
convencido de que no hay efecto sin causa y que “a cada guarro le llega su san
Martín”. Sin embargo, espero que mi granito de arena pueda contribuir a
mantener la libertad del individuo, desde la cual exijo Honestidad,
Transparencia y Rentabilidad en cada una de las acciones que realice. Más aún:
entiéndase, estemos convencidos, que lo público es de todos y sus guardianes
nuestros empleados a los que hay que vigilar como si fueran unos bandidos, dado
que de ellos depende el bienestar común.
-
El mundo no cambia y la corrupción lo destruye. A
ésta me opongo y la maldigo. Así como a quienes la permiten y justifican diciendo
no saber nada de nada. ¡Miserables! En aras al respeto que todos, incluso los
intolerantes, nos merecemos, cedo mi paz.
Seguramente el destino quiera imitar esa
suprema esencia que todo lo envuelve y lo hace misterioso. Sin embargo, no hay
hombre cuerdo que limite su existencia a la inercia de aceptar, sin más, lo que le venga. Ni alguien que, por
considerar que su destino está escrito, lamente un engaño, un suceso, desgracia
o tortura sin una reacción. El hombre se revela, inventa, imita… dando o
tratando de dar esquinazo a esa vida que marca el camino de su muerte. Alarga
su llegada, armoniza su venida, espera prolongarse felizmente sin resignarse al
final que le aguarda. Mientras tanto, se olvida por completo de aspectos
filosóficos que entretienen y enredan
los propósitos de la una única idea original por la que fue creado: sentir el
placer de aparearse imprescindible para seguir siendo, para crear más vida y no
matar el deseo de engendrar.
Tal mecanismo de gratificación, no es más que
un fiel servidor del impulso más potente
de la Naturaleza que, instintivamente, trasgrede religiones, culturas,
civilizaciones, desde el principio de los tiempos, tan sólo con agitar su mente,
esa criatura rara y caprichosa, dejándola
que se distraiga y divague entre el
apego y la aversión. Y con tal labor, técnica e
inventiva del ser humano, éste andará junto al carro al que está asido,
rodando y rodando. Y algunos hombres
subirán por el estribo, otros le adelantarán o quedarán rezagados, otros se
guarecerán entre las ruedas de las inclemencias, hasta que, finalmente, se
detenga. Y con él, se parará el hombre también.
Entre
tanto… la inercia, que lastra el devenir de las gentes y las cosas, continuará
moviendo el mundo y yo, dejando pasar la vida sin hacer nada, inmutable, desde
mi ventana.
ResponderEliminarManténgase conectado de forma no parada gracia nuestros paquetes ofrecen créditos entre
individuos disponible día y noche tiene una tasa de interés del 2%
A partir de 191 euros de correo electrónico solo. contacto: duroumarcel@gmail.com