¿Dónde se halla usted? ¿Más cerca
del chimpancé o más próximo al bonobo?
Al parecer, a estas dos especies
de simios, hoy en día, las separa el río Congo y nunca, posiblemente, podrán
encontrarse. Con anterioridad, tal vez, fueran una misma raza y un potente
caudal de agua las separó en su evolución y desarrollo. De igual forma pudo
suceder que, dispersándose a otras tierras, se formaran distintas variedades de
humanos de las que, actualmente, quedamos una única raza, después de mezclarnos
entre sí.
Así pues, en las riberas de tan
importante río viven ambos primates. La parte izquierda está preñada por los
bonobos y la derecha la ocupan los chimpancés mostrando comportamientos bien
distintos. Los primeros, pacíficos y angustiados por el cortisol, anulan sus
posibles disputas con amor y sexo, siendo dirigidos por una Hembra tolerante y
comprensiva. Los segundos, agresivos e irritados por la testosterona, cesan sus
constantes disputas con odio y violencia,
siendo regidos por un Macho dominante y opresor. En el resto del planeta Tierra,
los hombres nos hemos convertido en los dueños del mismo, crédulos y variables
por la psiquis, incapaces de entendernos, siendo manejados por Gobiernos
inventores de cuentos y promesas.
Nuestro proceder camina a golpes de guadaña en poder de los que
poseen la pasta. Estos manejan
religiones, políticas, negocios, artes, ciencias, tecnologías… Son los
auténticos defensores de su estirpe a
golpe de talonario, consecuentes con el pragmatismo que practican. Se han dado cuenta que a nada
conduce enfrentarse a los poderes citados de siempre. Saben que, como la
mayoría de los hombres, son sobornables y capaces de variar sus verdades y propuestas
por otras más afines a sus intereses.
El mundo está lleno de recursos y
medios para que todos podamos sobrevivir sin penurias ni dificultades. El
problema está en su distribución, en el reparto de tales bienes para evitar las
miserias y calamidades. La ocupación (el trabajo) de todos los habitantes será
el factor principal para dar fin a las abismales diferencias económicas y,
cuanto menos, a que nadie muera de hambre o por falta de cobijo. Probablemente,
algo tan fácil como conseguir un
justo equilibrio entre bonobos y chimpancés.
¿Habrá que separar, por tanto, a
los hombres de izquierdas y derechas en espacios bien diferenciados
para que sus comportamientos se aproximen? Todo es factible, sin embargo, todo surge
de la evolución, del modo en el que aprendamos y nos desarrollemos. Y más
todavía conociendo que la verdad es relativa, las creencias cuentos y las suposiciones,
palabras y promesas se las lleva el viento.
Pero, pese a todo, nuestro
cerebro es crédulo, creyente y fácil de manipular. Lo fue y lo es con las
religiones que cambian mostrándonos dioses o el mismo Dios con genealogías o
características distintas, pero prevalecen conminándonos con sus fábulas e
imperecederas ofertas. Lo fue y lo es con los políticos de cualquier clase,
cuyos discursos discrepan mientras mantienen su invariable resistencia a mantenerse
arriba mediante engaños y compromisos. Lo fue y lo es con el comercio que
brinda sin escrúpulos sus mercancías para satisfacer o no necesidades humanas con
su publicidad y artimaña en su propio beneficio. Sí. Las personas somos muy
influenciables, de lo último que nos convence. Apenas si nuestro pensamiento es
libre para tomar sus propias decisiones, maniatada la voluntad por el azar o la
superchería.
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