Hace unos días, una mayoría de
españoles se entristecieron al ver cómo dos políticos (Iglesias y Sánchez) no
se ponían de acuerdo para gobernar España. Entrambos, desde una posición social
de progreso, podían haber beneficiado a la gente menos favorecida. A una clase
menesterosa y media (esta a punto de
desaparecer) que siempre son los paganos de las facturas de las crisis
económicas que ellos no provocan y más todavía, a raíz de las radicales medidas
tomadas por el gobierno anterior que dejó numerosos muertos en el camino creando más ricos y más pobres que nunca, al
contrario de lo que sería razonable para que las diferencias económicas cada
vez fueran menos acusadas: Se esfuma, pues, la idea de favorecer a los más
necesitados para que básicamente puedan vivir. Ni siquiera será menester
ensayar con los que más tienen, a ver cómo responden si han de ceder una mínima
parte, que en poco puede afectarles.
Hace unos días, cada uno de los
líderes políticos en el Congreso de los diputados se esforzó por tratar de
impresionar a los españoles con sus discursos responsabilizando al otro sin
asumir ellos parte alguna de culpa, atacando a los demás, celebrando sus
aciertos y proezas, pero ninguno se refirió a cómo se suben sus sueldos,
conservan sus pagas y privilegios, mienten y engañan, se sienten impunes y
beligerantes con insultos, descalificaciones e incitando al odio. Y nada, por
supuesto, de las contradicciones en las que, de continuo, se ven envueltos, de
las promesas que incumplen, de los gastos que originan.
¿Para cuándo disminuir asesores,
cargos a dedo, enchufados y correveidile de los partidos? ¿Para cuándo eliminar
instituciones obsoletas, duplicadas o vacías de contenido o, en su caso,
facultarlas de actividad productiva? Senado, Diputaciones, Tribunal de cuentas,
Empresas paraestatales, Consorcios y otros organismos a cargo de los impuestos
de los españoles. ¿Para cuándo innovar la Constitución que, parte de su
contenido, deje de ser una aspiración o simple ficción para que todo su
articulado se cumpla?
Señor Iglesias reflexione el
porqué se está quedando solo en el camino que iniciaron un Quince M. y le
indico: Ignoró que más vale pájaro en
mano que no ciento volando y despreció la ocasión que ha tenido de
demostrar su valía (cosa que hizo echándose a un lado) no apoyando a Sánchez. No obstante, aún está
a tiempo y no defraudar a tanta gente. Sea generoso con los suyos aunque no obtenga
nada a cambio, demuestre su inteligencia elevando sus dotes de estadista y no
permita que los conservadores tengan la posibilidad de gobernar. Eso sería
cavar su tumba y multiplicar las existentes suspicacias por las que de usted
desconfían.
Señor Sánchez, su cerrazón no
siempre le va a salir bien. El señor Iglesias (Podemos) y la oposición le están
pagando con su propia moneda. Usted es el responsable. No eluda su obligación culpando a los demás de lo
que usted siempre ha hecho: mantenerse en una postura que precisamente no hace
amigos y, menos aún, cuando unas veces dice unas cosas y, en ocasiones, las contrarias. Y, por favor, sin ánimo ahora
de recriminarle, no prometa lo que no es capaz de cumplir. Entérese de que el
egoísmo o los principios a los que muchas veces alude, no son inmutables: nada
es para siempre. No defraude a los suyos permitiendo unas nuevas elecciones y olvídese
de las encuestas.
Señores: demuestren ambos que son
capaces de compartir. Los conservadores son más pragmáticos que ustedes y ejecutarán
aquello, no lo duden, de que al enemigo
ni agua.
La fuerza de savia nueva suple la
experiencia, a veces, marchita; a veces, ineficaz.
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