El Sistema Capitalista tiene,
como casi todos los métodos, aspectos positivos y negativos. El primero y
principal es que, en parte, nos está sacando de la miseria más absoluta de
antaño, aunque ello no quita para que las diferencias económicas y sociales
sean cada vez más crecientes. Cabe, sin embargo, reducirlas erradicando la
pobreza, aspirando a una clase media, cuidando el medio ambiente y alcanzando
acuerdos en democracia al respecto.
A propósito de ello venimos
escribiendo cada semana ya que, de no corregir el sistema, vamos hacía la
desertificación del Planeta Tierra: más de 4 millones de Km2 en los 30 años
últimos, en España 1500 Km2 desde 1950. Las brechas salariales son de escándalo
entre directivos, empleados y propietarios de una misma empresa. Las
desigualdades de derechos en general son muy notables. El ánimo de lucro como
objetivo único en las empresas es inaudito cuando debe de primar el bien común.
La competencia es un factor positivo que estimula al comercio y los negocios,
pero es tanta su agresividad que lo invalida y el mercado se resiente o deja de
serlo. La permisividad en los negocios, especialmente en aquellos vitales como
la comida, el cobijo, la sanidad, la educación, …, anulando o desestimando lo
público que nos equipara, es vergonzosa porque el beneficio crematístico no es
en nada comparable al beneficio de una vida digna.
¡Ah! Por cierto, la vida nadie la
tiene comprada y pende de un hilo, por lo que ni los mercados, ni el capital,
ni el dinero, ni otras cosas o cuestiones merecen la pena si somos malas
personas y no deseamos el bienestar para todos.
He leído que “la compasión en un
mundo competitivo está vista como una debilidad y no como un acto de
resistencia y libertad. La compasión (que no la empatía ni el egoísmo) nos
protege de una creciente deshumanización, aunque la sociedad capitalista nos empuje
a no ser compasivos, ya que la desmesura económica, la obtención de ganancias
empresariales tienden a considerar a las personas físicas como pura mercancía.
Actuar compasivamente es una opción de libertad sin imponer nada, sin ser
superior a nadie, basta con escuchar a los demás. Ser altruista y demócrata es
ponerse en lugar del otro y conseguir acuerdos”.
No se puede regalar para implicar a la gente o causarle una dependencia. Ni facilitar gratis droga en los colegios para conseguir jóvenes drogodependientes. Ni se debe ganar más cuando se gana “lo justo” y suficiente. “El fin no justifica los medios”. Los medios informativos, por ejemplo (prensa, televisión…) si ganan bastante con su publicidad, no deberían de privar a su público de información gratuita, pero no: quieren, como la mayoría de las empresas, que el cliente, el usuario, también pague para ganar más, sin mirar por el bien común, sin considerar que “la avaricia rompe el saco”, olvidando que la vida augura “que quien la hace la paga”.
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