El bien común, del que estamos
ocupándonos en esta serie de mensajes relativos al Sistema Capitalista actual,
no es una idea o un deseo particular si no, a mi juicio, la esencia suprema de
una sociedad democrática que, como es justo reconocer, se basa en la libertad,
la justicia y la igualdad. Unos valores que, desde la infancia y al menos en
espíritu, se deberían impartir e instaurar como modélica conducta en las almas
humanas a través de padres, educadores y autoridades con el ejemplo. Unos
valores éticos y humanitarios cuestionados, sin duda, por las abismales
diferencias económicas, dado que el ánimo de lucro que nos rige, al frente de
un dios llamado dinero, infringe la ley continuamente.
“Importa más la paternidad del espíritu que del cuerpo”. Solo la grandeza del espíritu es inmortal. La educación es, en definitiva, el verdadero problema. “Un sentimiento es una idea hecha carne”. “Amaos los unos a los otros para vuestro reciproco beneficio”, son frases copiadas que responden a la honradez y la solidaridad humana con las que debemos de crecer. Es verdad que lo más fuerte sobrevive, pero lo más fuerte no es lo material; lo más fuerte es la piedad, la clemencia, el perdón, la compasión, …, el amor.
Acordémonos de cuando a bancos y cajas de ahorros no les estaba permitido remunerar sus depósitos por encima de un
porcentaje de interés legal establecido. Entonces, tales entidades de crédito lo
superaban pagando un extratipo en efectivo que era la diferencia entre el tipo legal y el convenido con el cliente, es decir, dichas entidades, a
través de sus apoderados, infringían la ley y sus clientes también.
El dinero físico, como desde
siempre venimos sugiriendo, se está regulando y como tal desaparecerá. Las
prácticas deshonestas que con él se practican serán desterradas o dejarán huella si se
realizan. No obstante, surgirán medios de cobro, pago y otras
transacciones que, exentos de costos, merezcan la pena ponerlos en marcha
ajustando, ordenando la distribución de la riqueza, variando los modelos de
empresas, los capitales, las herencias, los beneficios, el trabajo, los impuestos…
Si la ciudadanía consigue la igualdad de oportunidades y el bien común goza del predicamento
justo y preciso para ponerlo en marcha, el objetivo para que la generalidad de
habitantes marche mejor será un hecho, el mundo será más limpio y los hombres más
humanos.
En las siguientes entradas de
este blog mostraré las diferencias substanciales entre los valores creados por
el esfuerzo social y aquellos que su génesis proceden del trabajo particular. A
la sociedad, lo que es de la sociedad y para el individuo, lo que produce el
individuo. El esfuerzo mancomunado de muchas personas hay que diferenciarlo de
la voluntad y el esfuerzo individual. Ambos han de prevalecer y convivir en
armonía de igual forma que lo público y lo privado.
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