Ni más ni menos. ¡Qué pena! Lucro y poder, poder y lucro, dos grandes
atractivos que mueven a determinadas personas, en especial a las empresas
capitalistas, para saltarse cualquier tipo de norma, regulación o medida de
carácter general, olvidando el objetivo primordial de todo humano, que es su
bienestar, siendo feliz.
Estamos asistiendo estos días en
España a una película de corrupciones basada en hechos reales y protagonizada
por unos personajes, presuntos bandidos, que ansiaban más de lo que tenían, que
no era poco. Mucho me temo que el mismo filme u otro similar lo hemos visto ya,
pero, aun así, se volverá a proyectar con otros actores, pese a las buenas
intenciones que se declaren y unos y otros sean de diferentes ideologías. El
patrón humano, la mísera finalidad por tener más sin que importe la felicidad,
es un calco que nos caracteriza.
“¿Qué se puede esperar de alguien
que se deshumaniza y no se considera un igual a un ser humano?” ¿Será para él
la felicidad su objetivo, si apenas la reconoce? A todos nos viene a la memoria
hechos acaecidos entre otros muchos: “A los negros se los llevaron de África
prisioneros en galeras a trabajar de esclavos. La Santa Inquisición quemó vivos
a un sin fin de infieles. Crímenes horrorosos en el Congo Belga, en Rodesia, en
los hornos crematorios nazis, en los campos de exterminio soviéticos y en otros
lugares que nos gustarían olvidar”. Todos originados por el poder y el
dinero: Algo inaudito que partieron de curiosidades como las que ahora vemos: “Un
presunto defraudador lleva al banquillo a un fiscal general. Un partido no
gobierna porque su presidente no quiere, cuando lo ansia con locura y, además,
es favorito en las encuestas de intención de voto, pese a que siempre actúa en
contra de la mayoría social de España; es decir, en favor de las personas más
ricas y poderosas y su principal dama, de Madrid, proclama la libertad a bombo
y platillo mientras no permite a otros ejercerla rechazando que hablen en su
lengua materna. Un presidente valenciano es felicitado sin que aún se sepa cómo
no pudo avisar a sus conciudadanos del peligro que corrían y haberles evitado
numerosas muertes. Los Poderes no se hacen eco de las noticias cuestionadas por
la gente y las dejan pasar sin atajarlas ni sancionarlas y así vemos que hay
quienes llaman guerra a una masacre en Gaza, siendo, cuando menos, una
ignominia. Un condenado por la justicia (D. Trump, el aludido) es el presidente
de la nación más poderosa del planeta y está creando cárceles para aquellos que
quieren trabajar para poder dar de comer a su familia”. No comprendo como
Dios, conocedor del más mínimo pensamiento humano, puso a prueba a Abraham para
que matara a su hijo Isaac a sabiendas de que no lo haría. Nosotros no hemos de
desear para nadie lo que no queramos para nosotros: tengámoslo presente. Salvemos
la democracia de igual forma que todos (millonarios y poderosos incluidos)
daríamos cuanto poseemos por no enfermar, máxime si la misma no tiene cura. Así
que, “te engañó una vez: vergüenza para él; te engañó más veces: vergüenza para
ti”. No escuches promesas, invocan mentiras, y analiza sus actuaciones ya que
“por sus obras los conoceréis”
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