Será muy complicado desterrar de nuestros genes las costumbres que
arrastramos desde siempre. La
picaresca, el sentido del ridículo, la envidia, etcétera, no se pueden confinar
en un santiamén. No es cuestión de echar
el telón y comenzar de nuevo. Será difícil, por tanto, instaurar el Proyecto
de Ciudades Ocupacionales (PCO), si bien, hay que empezar a caminar a buen ritmo
y no detenerse. Por mi parte, haré lo que esté a mi alcance y la prueba más
evidente es que a mediados de abril estará en la calle el libro titulado 5
FÓRMULAS PARA MANTENER EL BIENESTAR EN ESPAÑA que, sin duda, lo promocionará. Los estímulos de la codicia caerán cuando
estén limitadas las rentas y el esfuerzo nos asegure el pan. Entonces, los enchufes comenzarán a desaparecer y dejarán de existir
las recomendaciones, incluso para los hijos, porque merecerá la pena que se
instruyan en el espíritu del trabajo y su propia voluntad. A la clase
política no le tendrá cuenta engañar (como lo hace ahora) por mantener un cargo,
ni continuar siendo parasitaria, ni siquiera acaparar privilegios o riquezas
que se extinguirán con quienes la ostentan, tan pronto finalicen sus vidas. Los empresarios realizarán sus ilusiones en
lugar de amasar fortunas que le ocupen
un tiempo que nunca podrán comprar. Deportistas, virtuosos, profesionales y
demás personas no dilapidarán el valor más importante, que ellos bien conocen y
aprecian, dejando escapar su tiempo. Un tiempo cuyo valor es lo más valioso,
no regresa ni se recupera, muriendo con nosotros. Y esto se podrá comprobar antes que la parca nos llegue. Las crisis
no sucederán al sucumbir el mercado de
ganar cuanto más y lo antes posible mejor, ya que se habrán instaurado los
medios que lo impidan. El P.C.O. como modelo cundirá al resto de países aunque
ello suponga aburrimiento a los aventureros, a los amantes del riesgo o a la
incertidumbre del qué pasará. El
hambre y el paro perderán la batalla. Ya el artificio no será necesario para
poder vivir o la impunidad de ciertas clases sociales no tendrá sentido ya que robar
nos les merecerá la pena y todos tendremos cabida para ejercitar la vida que
mejor nos cuadre. La confianza se
instalará entre nosotros y aprovecharemos las oportunidades que nuestro tiempo
nos brinde. Recibiremos puntualmente la revista a la que estamos suscritos
porque Correos dispondrá de gente suficiente para que así suceda. Las colas de
la sanidad acabarán por la misma razón. Adelgazarán los legajos judiciales
porque los acuerdos serán posibles, recurriendo menos a los juzgados aminorados los estímulos económicos
que compensen hacerlo. Las compañías de luz y gas no se empecinarán sólo en
ganar y ganar ajena a considerar el valor social de sus mercancías, porque el
reparto de dividendos puede incrementar las excesivas rentas de sus consejeros y
accionistas y a éstos no les tendrá cuenta. Los abogados darán a conocer las cuentas
limpias, sin recomendar que se camine por el filo de la navaja, sin participar
de los negocios de sus clientes o sin una competencia desleal. Los periodistas
informarán como sepan, sin presiones de
sus anunciantes o de sus pagadores, porque siempre tendrán abiertas las puertas
de la ocupación que les permita comer como a los demás (otros trabajadores,
autónomos, empresarios). Los intermediarios
ajustarán el destajo de sus ventas para emplear su tiempo en leer o
pescar. Las entidades financieras ralentizarán su ánimo de lucro, limitadas las
especulaciones, plazos, riesgos o apuestas. Las cárceles serán desocupadas de
gente que fue negligente, cometió errores
o padece una enfermedad; siendo
un lugar de castigo no de rehabilitación (para eso habrá otros espacios) de
donde no se salga hasta haber devuelto lo robado, reparado su acción o penado su delito. El pago para
ver museos, catedrales o monumentos no pasará a manos privadas porque fueron
hechas con esfuerzo o el dinero de la
gente. Y la gente confiará en las instituciones
del Estado ya que sus funcionarios emplearán Honorabilidad, Transparencia y
Rentabilidad como ejemplo en todos sus cometidos.
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