Acabamos de asistir a los últimos comicios en España y el pueblo ha
votado como ha querido. A mi juicio,
confieso, que sus resultados me han gustado. Por supuesto, a nadie tiene
por qué importar mi opinión, ni siquiera
seguir leyendo estas líneas ¡faltaría más! Pese a todo, siempre trato de ser
respetuoso con los demás como a mí me agradaría que me trataran, y si alguien
piensa con razón lo contrario, además de pedir disculpas públicas por ello, es
que con seguridad me he equivocado. No obstante, hablando, escribiendo,
callando o actuando, sea de diversa manera, poco o mucho, se influye en los
demás y, algo tan simple como el voto nos
iguala, precisando que en el libre uso de su ejercicio, en parte, reside la
grandeza de la democracia, merced a la fortuna de una libertad que hay que
reverenciar y nunca perder: una suma vital
e importante de decisiones que, guste o desagrade, hemos de aceptar.
Varios son los motivos que me
llevan a pensar lo expresado, respecto al resultado de las elecciones: 1.- Han caído los partidos que siempre
nos han gobernado en democracia, el PP y PSOE, y lo considero buena noticia
después de estar, muchos de sus militantes, impregnados de corrupción que tanto
daño ejerce a la democracia. 2.-
Para gobernar será necesario de pactos y acuerdos y ello es significativo: ser
a un tiempo quien manda y quien obedece, observador y observado, contrastando
criterios y opiniones que habrán de adaptarse, aunque ello suponga que el
tiempo corra más lento. La llave pues dependerá de más de una sola decisión y,
al parecer mayoritariamente, de los que apuestan por el hombre y no por los
mercaderes. Si la economía es sumamente importante, lo es más el ser humano sin
el cual nada es posible. 3.- Han
surgido voces ajenas a partidos, gente de la calle apenas conocidos, con
escasos medios y de abajo a arriba y no al contrario. Han aglutinado ideas sin
la obediencia ciega, sin la disciplina o las directrices de un grupo político
organizado, pero con un relevante empuje y una valentía que les honra e,
incluso, en algunos casos, suscribiendo y exigiéndose un modelo personal de
conducta que a muchos satisface. 4.-
Me enorgullece que las acciones, la mayoría de sentido común, a realizar se aproximen a ideas vertidas en mi libro: 5
Fórmulas para el bienestar de España, que se regala comprando la novela Escape, relativas a limitar rentas, herencias,
cargos y plazos; prescindir del dinero físico, abolir el paro y la desigualdad…
a fin de buscar la igualdad de oportunidades que nos hagan apreciar las cosas,
el esfuerzo y demás valores y no sólo el dios dinero nos mueva, sino otros
estímulos aspirando a la felicidad.
Me ha llenado de regocijo ver a personas
surgidas de la sociedad ajena a entes políticos y, especialmente, a dos mujeres que lamento sólo
conocer por lo que, de ellas, me trasladan los medios y que podrán ser alcaldesas
de las dos ciudades más importantes de España. En Barcelona, Ada Colau, hablando con vehemencia y
mucho empuje, capaz de todo y a la que auguro capacidad para llegar a ser presidenta
de Gobierno de España. En Madrid, Manuela
Carmena, una señora que trasmite serenidad de ánimo y buen comportamiento,
de los que estamos tan necesitados en España. A ambas mi enhorabuena, al igual que a cuantos han conseguido lo que se
proponían. A todos los que nos gobiernen les vaticino muchas zancadillas en
su labor y que no esperen caminos de rosas sino de hedores envidiosos y
culpables que habrán de superar. Que no olviden que la corrupción es algo
sutil, fácilmente manejable, presente en todos los niveles. Y lo es y lo será
mientras no denunciemos a nuestra propia conciencia cuando se presenta, sino
que la justificamos imitando el ejemplo de los de arriba, incapaces de controlar
la avaricia por almacenar lo que, materialmente, no pueden consumir, en aras a
dejarlo a unos herederos que, en su caso, les faltará un hervor.
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