martes, 20 de diciembre de 2022

ACORDAR

 

¿Cuánto ganan los dirigentes de los partidos políticos más representativos? ¿Cuánto  los magistrados que, teniendo su cargo caducado, aún continúan ejerciéndolo? ¿A quiénes interesa que cargos tan importantes, como los del C.G.P.J. y otros, no se renueven? ¿Por qué arbitrar medidas tan controvertidas por el Gobierno, si el no hacerlas les resultaría más fácil?

Muchas son las preguntas que uno, como un servidor, se hace, al haber llegado a una situación política preocupante. Una situación que nos debe hacer reflexionar y actuar en consecuencia.

Lo peor, es no hacer nada, “a lo don Tancredo”. O aportar soluciones dolosas, controvertidas o dañinas para una parte, sobre todo, cuando las posturas políticas están tan polarizadas. Ahora bien, no cabe otra que ponerse de acuerdo o tomar una ley salomónica que divida en dos al recién nacido, matando la criatura de la democracia, que no alcanza el medio siglo de vida. Algo que a pocos (yo diría que a nadie) beneficia.

A mi juicio, no hay más solución que los acuerdos. Los dos dirigentes de los partidos mayoritarios (Sánchez y Feijóo) deben pactar la renovación de los cargos judiciales que marca la Ley y, de no hacerlo, establézcase que, a partir de un plazo breve, automáticamente, dejarían de percibir su sueldo. Una medida extensiva igualmente a los cargos que no renuncian a él, una vez llegado su mandato. Tiempo habrá de perfeccionar y actualizar la Constitución.

No hace mucho escuché a Page arremeter contra el Gobierno de España (del partido socialista al que él pertenece) sobre las decisiones tomadas por el mismo, respecto a las leyes a medida para los culpables implicados en quebrantar el orden constitucional en  Cataluña, que a pocos nos gusta. Sin embargo, ¿Qué solución aportó Page? No sé si lo hizo, pero que yo sepa ninguna. De igual manera, todos somos críticos con resoluciones, fallos  y otras medidas que se toman por parte del Ejecutivo, el Legislativo o el Judicial y me parece estupendo. No, sin embargo, aquellas que descalifican, insultan, mienten o trolean sin aportar nada. ¡Me dan pena!

Anteriores gobiernos, de ambos colores, se nutrieron de votos catalanes, vascos y otros para sacar adelante sus leyes para todos que, en definitiva, vienen a crear un espacio de convivencia entre las gentes de los diversos territorios de España. Uno de esos gobiernos aplicó el artículo 155 para no conseguir nada positivo; al contrario, dieron lugar a enfrentamientos entre españoles, causas judiciales y demás daños colaterales que siguen sin cerrarse. Un  problema, el del process, no olvidemos, que aún persiste; sin lugar a dudas, en menor intensidad que antaño,  entre otras cuestiones, debido a las leyes que muchos criticamos y que, como repito a menudo, los pensamientos humanos no se exterminan a cañonazos. ¿Qué soluciones, pues, hay para que las razones y armonías prevalezcan? Los acuerdos y sanciones moderadas.

La democracia fue un paso gigante para España, pero aún quedan posos de la dictadura, difíciles de abolir, por el adoctrinamiento e intereses adquiridos desde entonces. El respeto y el conocimiento nos hará libres, algo que nadie ha de impedir siendo responsable de sus voces y actos, que han de ser orientados a compartir y colaborar criticando, pero cumpliendo la ley.   

Mi aportación al independentismo sería votar y votar. Dar la voz al pueblo. Eso sí, a todos los pueblos de España mediante un referéndum nacional, porque todos los españoles hemos contribuido con impuestos, trabajos, ideas, conductas… a formarla y a todos nos pertenece: ”La unión hace la fuerza, el separatismo la locura”.