viernes, 24 de abril de 2020

El cabeza de turco y los fines del inculpador


Armagedón. Religiones monoteístas tales como las bahaístas  judías, cristianas, islamistas interpretan Armagedón a su manera. Teóricamente como hoy el mundo glosa al Coronavirus.

Ciñéndonos a España, de seguir así, no acabaremos nunca con la cantidad de noticias, opiniones, relatos, mentiras…, y las que nos quedan, con las que particulares, asociaciones, medios digitales…, tanto públicos como privados, nos deparan.

La máxima contaminación del virus se achaca a la manifestación del ocho de marzo. Una manifestación multitudinaria celebrada en Madrid. Al mitin convocado y  celebrado, ese mismo día, en la plaza de toros de Vista Alegre de Madrid. Al partido de fútbol del Valencia, el diecinueve de febrero en Milán contra el Atalanta de Bérgamo, con infinidad de aficionados que importaron la pandemia. Y, con seguridad, hubo más actos con aglomeración de gente propagando  la pandemia igual que se reenvía un mensaje por WhatsApps, sin saber el porqué se hace, ya que, buena parte de españoles, únicamente necesitan encontrar un culpable.

¿Qué hubiéramos hecho uno de nosotros de ser los responsables de controlar la pandemia?

Consultaríamos a expertos, técnicos y profesionales en la materia. ¿Y qué? Unos, dirían unas cosas. Otros, otras parecidas o las contrarias, y nos inclinaríamos por aquellas que pensáramos que fueran a resultar mejor sin difundir el virus y redujeran al máximo el número de víctimas. Y tomaríamos decisiones sin tirar piedras a nuestros tejados, sin poder evitar que a otros les parecieran mal. Pero tomar medidas, cooperar, aportar soluciones no es fácil, siempre resulta más cómodo y menos comprometido buscar al culpable a quien cargar el yerro.

El Gobierno asumió la responsabilidad y se erigió en mando único, informando diariamente como ningún otro lo había hecho en otras circunstancias menos graves o dañinas. Así que la culpa del Gobierno creció en todas la direcciones como crecen los enanos, e infinidad de bulos se engendraron por robots,  partidos políticos, medios digitales y otros, que cantidad de gente asumió creando los suyos. Un enjambre de voces atascaron las redes hasta convertir los whatsApps, principalmente, en el eco de las calumnias de los Antitodo: un resultado genial para sus propósitos cuando solo pretendían levantar sospechas.

Nada se dijo de la carencia de las reservas de medicamentos, instrumentos, materiales y otros medios  para hacer frente a la pandemia: eso era cosa del Gobierno. Nada que ver con los Gobiernos autonómicos dispuestos a caminar en la misma dirección, pero que, lógicamente, no previeron lo que iba a suceder. Algo desconocido llegó y a todos nos cogió por sorpresa sin tener provistos los recursos para combatirlo. Pero no: ya había un culpable. Un culpable elegido por alucinantes e impasibles bulos disfrazados de verdad que apresó a gran cantidad de corazones igual que el coronavirus los contamina. Algo irrazonable, sin duda, pero nada extraño, ya que el Gobierno, el hoy culpable, hacía lo mismo o algo similar cuando estaba en la oposición. Y es que en España necesitamos de un chivo expiatorio a quien culpar.

Partidos que nos llevan a la radicalidad, al parecer, no son bien aceptados. Partidos que gobiernan o han gobernado no terminan de aprender. Pero momentos como los presentes, son propicios para algunos. Mejor sería mezclar las ideas de todos ellos. Que las compartan y obtengan consensos. Que aunque a ninguno contente,  sea la acertada. O, tal vez, una idea de uno y de otro porque en todo no se puede ser equidistante. ¡Ah! ¿Pero cuál? ¿Y desde qué posición? Me temo que seguiremos igual. Son realistas mientras gobiernan y se encomiendan a la utopía en la oposición. Lo lamentable de esto, es que la voz popular no miente cuando dice que solo se ponen de acuerdo para arrogarse más ingresos y privilegios. Nada de rebajar el número de nombramientos, cargos políticos, asesores y otros sueldos innecesarios. Nada de anular Instituciones,  Fundaciones partidistas y Entes duplicados y/o inservibles acaparadores de prebendas y beneficios. Nada les preocupa el déficit o la deuda, ni los escasos o nulos ingresos de la gente que les vota. Un Cónclave Papal habría de confinarlos como ahora nos confina el virus, hasta que se pusieran de acuerdo, haya fumata blanca, en estos y otros temas.

Por mucho que por sí solo el mercado se regule, alguien se saltó el mercado y lo encareció.  Eso y los muertos -eximidos de pagar su enfermedad- nada importa a los mercados y a sus defensores; ni tampoco  a los Antitodo y a sus creyentes. Ya se ha designado el culpable. A ambos, exclusivamente, les conviene su interés: el negocio que les dé dividendos a repartir y el descontento o el caos con los que alcanzar el poder, respectivamente.

¿Falla el mercado? ¿Fallan los Antitodo? De ninguna manera. Están en su papel. De nada servirá regular, implementar, dotar de una pizca de corazón a quienes no tienen alma.

La falta de existencias, la nula solidaridad, la codicia relucieron peligrosamente como un sol en el estío entre la gente. El Gobierno, asustado de informar la cruda realidad sobrevenida, descendía en credibilidad estando en juego la vida de todos. Pero el mercado y los Antitodo no sufrían viendo las excelentes perspectivas de su egoísmo mientras la supervivencia y la salvación de los españoles sangraban de dolor.

Ambas cosas parecieron ir unidas como si fueran lo mismo. Sin embargo, no es así.

Eres tú quién debe elegir sin que lo decidan por ti. Conduce tus pensamientos por el camino recto como siempre lo hiciste. No permitas que el miedo se alíe contigo, eso es lo que desean quienes multiplican beneficios e infundios. Sigue la aventura de tu vida con los sinsabores y regocijos que surjan, consciente, ya que todo depende de ti. Y no creas a quienes, inequívocamente, repiten que todo es banal o sin importancia porque solo a ti corresponde descubrirlo.

El Gobierno erró, equivocó su gestión seguro, pero ¿uno de nosotros lo hubiera hecho mejor?

Argamedón, hoy ya no asusta, aunque a muchos el Coronavirus se lo recuerde.  Y, quién sabe. Como diría I. Asimov: “Aún no hay datos suficientes para dar una respuesta significativa”.



sábado, 18 de abril de 2020

RMV Renta Mínima Vital


El Gobierno de España pretende establecer una RMV (Renta Mínima Vital). ¡Bienvenida sea!

Este blog de CIUDADES OCUPACIONALES nació allá por el 2012 con el fin de dar a conocer ideas sobre la búsqueda de la felicidad mediante la igualdad de oportunidades, la democracia, el respeto…y el pleno empleo. Su nombre surgió debido a que toda fórmula  en pro de los ciudadanos, por ellos creada, ha de experimentarse en las ciudades que los mismos ocupan. Muchos son los folios escritos desde entonces aportando ilusión en aras al bienestar de la gente y ahora usaré un folio más haciéndome eco de la noticia arriba citada.

A principios del 2012, explicando  el PCO (Proyecto de Ciudades Ocupacionales) y la forma de actuar si acaeciese una pandemia, una catástrofe o una guerra, que se llevara al paro a cinco millones de los nuestros,  escribía que cada distrito de una gran ciudad, cada pueblo, aldea… debería habilitar un censo con las personas (individualmente) susceptibles de obtener una retribución o renta. Me refería a ellos como FUNCIONARIOS OCUPACIONALES U HONORARIOS y como SALARIO MÍNIMO DE SUBSISTENCIA a su sueldo. Animo a que lo lean. Y les asigné un jornal de 100 (en razón a una paga digna) para cubrir los siguientes cinco conceptos, con un 20% para cada uno de ellos: COBIJO – ALIMENTACIÓN Y VESTIDO – SALUD – EDUCACIÓN Y CULTURA -  SEGURIDAD Y JUSTICIA. Las pagas se realizarían en efectivo, siempre a través de una cuenta bancaria especial y personal, abierta al efecto, y/o en especie, lógicamente, con el bien del que se trate (precio del alquiler, de los alimentos o de lo que se sea). En teoría los tres últimos conceptos señalados, al gozar los españoles de una sanidad, una enseñanza  y una seguridad y justicia gratuitas, a todos nos son retribuidos en especie o como valor añadido.

Una renta básica que se ha de cuantificar sin considerar a priori las circunstancias en las que concurran los beneficiarios, (posteriormente se podrá ver cada perfil: individual, familiar, con más o menos hijos, y dónde ocuparles: empresas, servicios públicos y otras posibilidades) toda vez que no será la caridad si no la justicia social en la que se habrá de basar la R.M.B.

Hace años, cuando esto escribía, tales medidas iban encaminadas a conseguir el Pleno Empleo.

Hoy, como entonces, quiero resaltar algo previo y de considerable importancia. Todo cuanto se logra sin esfuerzo ni se aprecia ni se valora y la costumbre hace ley. Salvo mejor criterio, es razonable considerar dos cosas de suma importancia: Toda persona ha de sentirse SEGURA Y ÚTIL, y, sobre todo, si sufre precariedad extrema o difícilmente encuentra trabajo.

Lo primero es proporcionar un lugar donde alguien pueda refugiarse, independiente, libre, seguro. Algo esencial como una habitación, una casa, un sitio que solo ella (o quien ella decida) tenga acceso. Lo segundo es facilitar una ocupación con la que sentirse útil. Ha de saber que si cobra es porque sirve a la sociedad ocupado, realiza una obligación y su desempeño se valora.

Dos premisas a considerar, sin duda, que darán lugar a regular la mendicidad, la emigración, el desempleo, la prostitución y otros colectivos que desafortunadamente carecen de salidas.

La RMV se establecerá de forma indefinida, dinámica, revisable y sometida a controles permanentes de todo tipo. Habrá de regir tanto un criterio social como productivo. Armonizar la demanda de empleo con la movilidad geográfica, la temporalidad de las cosechas con la variación en las contrapartidas, la disposición y la especialidad.  Una RMV pensada además, para acabar con el paro y sometida a una ocupación obligada en la que no se regala nada.

Una semana, no más, alguien carente de ingresos, que no pueda trabajar o que se incorpore al paro, pasarán a ser (salvo que no lo desee)  Funcionarios Ocupacionales y  cobrarán la RMV (Renta Mínima Vital). Ello les obligará, como se ha dicho, a cumplir con la disciplina de todo trabajador (normas de asistencia, horarios y otras) a disposición del Ente administrativo local del que dependa. (Entes interrelacionados regulando flujos de ofertas y demandas laborales: Algo imprescindible para evitar abusos por parte de los contratados y/o de sus contratantes. No me extenderé más y, de ellos, escribiremos en otro momento).

sábado, 11 de abril de 2020

LO QUE NOS UNE


Desde niño, siempre oí decir que los españoles éramos una raza de personas independientes, incapaces de colaborar juntos por nuestra individualidad e iniciativa personalista. Franco era nuestra referencia, el Caudillo que había salvado España de las hordas marxistas, el defensor de la cristiandad en occidente, el yunque de facinerosos comunistas, judíos y masones.

Desde que eso se relatara ha llovido bastante y Franco murió, aunque sus restos fueran aireados recientemente. Este, imitando al dictador Primo de Rivera, prohibió los partidos políticos creando el Pensamiento Único con su Movimiento Nacional, después de salir victorioso en su Santa Cruzada para ser el dueño y señor de lo humano y lo divino en España, coronado bajo palio como un dios salvador contra todo lo irreverente y profano.
   
Tiempos no olvidados, sin duda, por nostálgicos, descerebrados y descontentos cuya acción estriba en (los Antitodo) ir contra todo, oxigenando ideas de aquel espíritu nacional patriotero  de revancha que el Generalísimo nos legó, sin aportar nada que no sea un odio cerval a lo extranjero (si son pobres más todavía), a los que piensan diferente, a quienes no respetan su   causa u orden divino y a los que atentan contra su España, al no sentirse en ella representados.

En aquel tiempo, solo de fútbol y de toros era de lo que, generalmente, se podía hablar. Hoy se puede hablar de todo. (Uno valora la libertad cuando carece de ella). Sin embargo, la rivalidad en el fútbol, entre pueblos vecinos, por la religión, por identidades exclusivas o  política, casi siempre, traen consigo un sinfín de desatinos, en especial, cuando las opiniones son opuestas.

Y es que no nos damos cuenta que somos manejados. Manejados como entonces. Sí, como entonces; aunque las formas sean distintas. La televisión, los medios de difusión, las agencias encargadas de las noticias, las iglesias, las casas de apuestas, la publicidad, los partidos, tanto políticos como los deportivos, los empresarios, organizaciones interesadas… nos manejan y consiguen que sus misivas y mensajes las hagamos nuestras, como si fueran propias, para defenderlas o atacarlas sin más, o sin criterio, o ausentando los diferentes puntos de vista. Antes hablábamos de borregos del régimen; hoy somos ciegos consumidores irresponsables.

Por lo general, las informaciones que recibimos son tendenciosas, impregnadas de un veneno que afectan a emociones y sentimientos y, estos, difícilmente son controlables. Pero analicémoslo un poco. ¿Qué futbolista, político,  redactor o  empleado… no se cambia de equipo,  partido o empresa si le ofrecen mejores condiciones?  ¿Uno de nosotros qué haría? No estamos preparados ni para todo ni para lo mismo, pero si conocemos la vocación del poder: continuar con su poder y/o amasar riqueza. Y muchos lo consiguen a costa de todo y, particularmente, por la denominada “opinión pública”. Nos dirigen, nos enfrentan, se salen con la suya, mientras nosotros (parias), seguimos sus instrucciones, defendiéndolos, apasionándonos por ellos, empleando dinero, tiempo y energía con cuestiones que nos crea enemigos y nos separa. Me duele decirlo, pero he llegado a pensar que quien así actúa es un atrevido ignorante o  tiene intereses para hacerlo y, sabiéndolo, asume un compromiso informal dado que su padre es el alcalde, su hermana futbolista, su cuñado corresponsal… y sigue esa misma cuerda o se cambia ya que en algo se beneficiará.

¿Cuándo seremos capaces de mediar las diferencias? ¿De buscar un punto intermedio que nos una? ¿De ceder los unos y los otros para llegar a un acuerdo? ¿De experimentar fórmulas nuevas? ¿De aportar ideas, esfuerzos o lo que sea menester en beneficio de la mayoría?

viernes, 3 de abril de 2020

PERSONA FÍSICA, PERSONA JURÍDICA


Son tantas las personas las que opinan que sus opiniones se desvirtúan, se hacen banales o ni se leen. Igual que cuando la información abunda o es excesiva que en lugar de informar desinforma. En cualquier situación, acontecimiento o circunstancia, el sentir político no falta y, por tanto, las manifestaciones al respecto proliferan en infinidad de direcciones con puntos de vista muy dispares. Ahora, con motivo del coronavirus instalado entre nosotros, son muchos los que con mejor o peor tino saltan a la palestra. ¡Faltaría más! La habilidad, el arte, la doctrina, la orientación, el interés de cada cual quedan al descubierto o retratados sin más.

En España (como en cualquier país democrático) felizmente la libertad de poder expresar lo que uno piensa no está penalizada y se puede decir lo que se quiera. Bien, es cierto, que sería de agradecer que todos fueran, cuanto menos, respetuosos con los que como ellos opinan y no emplearan palabras soeces o trolas a conciencia. Existe, sin embargo, cierta clase política que aprovecha la pandemia para obtener réditos con descalificadores mensajes: Vertiendo agravios dignos de mítines y  chirigotas, tildando de culpas las imprevisiones, imputando mala fe a decisiones tomadas, atribuyendo dolo a lo que es error y, sobre todo, arrimando el ascua a su sardina anteponiendo lo público sobre lo privado o al revés, defendiendo a la empresa sobre el hombre y al revés cuando en realidad no hay unanimidad en los pareceres, todo es viable y tiene cabida.

Dada la trascendencia e importancia por contener al maldito virus, mejor sería aportar ideas, iniciativas, ayudas y demás energías para exterminarlo o paliar sus efectos. Los asuntos y temas apuntados bien pueden esperar y dilucidarlos después. (Repito, una vez más,  no votar a listas de partidos sino a contenidos a realizar por determinadas personas). No obstante, hay una disputa que se eleva sobre las demás:

¿Qué ha de preservarse? ¿En qué orden se ha de hacer? ¿Y si hay que elegir? La contestación, casi unánime, es: A las personas físicas, sin duda, pero también a la economía encarnada en las personas jurídicas.

No estamos ante la tesitura de tener que elegir. A eso se desea no llegar. Por eso, ni los de un lado ni los del otro, han de decantarse, ni siquiera recordar cómo se actuó o quién más sufrió en otras crisis pasadas. No obstante, son muchas las voces que toman partido con números, cifras, muertes, pérdidas… cábalas que a nada conducen. Ninguna de las personas que nos gobiernan, sean del color que sean, quieren hacer el mal a sus semejantes, sabiendo que, a su vez, a ellos mismos les puede repercutir. Procurarán hacer lo que sepan, lo mejor posible, con el menor daño en vidas humanas y pérdidas económicas. Lo mismo que otros lo harían en su lugar, aunque la forma de actuar fuera diferente.

A todos pues, nos puede valer una receta: confiar. No nos queda otra.