miércoles, 30 de enero de 2019

UNA AUTORIDAD QUE NO CESA


"Es desconsolador comprobar que el hombre, desde su existencia, ha sido dominado, dirigido e influenciado por las religiones. Religiones todas controladas por los más absurdos hombres con espíritus envueltos en la mentira, el fanatismo, la ignorancia… cuando no, por la demencia, la superstición o el interés. El invento de los dioses de otro tiempo ha rebasado con creces las fantasías más perfectas. Nos han hecho adorar las cosas más dispares. Se han creado mitos religiosos absurdos y costumbres disparatadas, ofreciendo sacrificios incalificables con cuya irracionalidad aún vivimos. 

Las religiones continúan moviéndose al amparo de la ignorancia, el fanatismo, la codicia…  Se encumbran sobre el intelecto, el buen sentido, la tolerancia, la ecuanimidad… Se imponen con estupidez, mediocridad, perversión… sin tener en cuenta la moralidad de quienes no creen en ellas. 

Las religiones nacidas con la idea de Dios, el misterio, la revelación, la salvación, la redención, el rezo, el sacrificio, la vida en el más allá, la comunión con Dios en pensamientos y actos, se convirtieron en poder, absolutismo, intransigencia, misoginia, negocio, dogmatismo… ¿Pero es posible?

La historia de las religiones está llena de creencias disparatadas e insensateces. Fanatismos y vulgaridades con las que el hombre de hoy, al pensarlo, se considera estúpido, dadas las prácticas abominables empleadas ante seres superiores capaces de favorecer y de perjudicar. Poderosos supuestos fantásticos e imaginarios que, torpes de darse sosiego, son inspiradores de nuestras vidas y pensamientos dando paso a costumbres y leyes ajenas a la razón. Los hombres al frente, irreflexivamente, no se detuvieron a pensar y, aún hoy, siguen actuando por rutina juntándose instintivamente, yendo como las mariposas a la luz hacia todo cuanto supone sumisión al mando, pleitesía al triunfo, adhesión a la suerte y a lo que impera, sin  pararse a considerar cómo todo ello ha sido conseguido, sin cuestionarse si entraña justicia o injusticia. De tal manera, que la vida continúa, unida a la religión y nada se hace sin contar con ella. El abuso, el exceso de religión fue siempre la característica de los pueblos atrasados. En España, la ignorancia, la exaltación y hasta las artes tuvieron a la religión por madre. Los creyentes de entonces, igual a los de hoy, piensan muy poco y forman una masa convencida de que sólo la fe ha de emplearse siendo fieles a lo que de niños les enseñaron. Los alejados de la fe, con la cual el conocimiento no es en ella de utilidad alguna, son idealistas  o racionalistas sin necesidad de codiciar, adular o intrigar: no precisan de buscar un dios en el que confiar.

La religión desempeña un papel de primera importancia como elemento integrante de la  estructura social. La religión debería ser una cosa íntima de la conciencia seria, comprensiva, respetable, tolerante: algo de muy pocos. Mientras, el fanatismo, que es ignorancia y superstición, es cosa de muchos. El lazo común de todas ellas es la fantasía postulando una conciencia universal. Ya en América, durante su descubrimiento, allí tenían madres vírgenes, confesión, penitencias purgativas… Y, además del engaño y la seducción, que acompañan a plantas y animales, a los hombres les asiste la imaginación y la razón (instinto al temor, admiración, sorpresa, desconocimiento, misterio… y certidumbre, aprendizaje, claridad, explicación, el porqué, el cómo… respectivamente) para dar cabida o no a las religiones, las cuales hacen cesar toda oposición o contradicción que se les pueda probar.

Si el hombre no fuera ignorante o capaz de pensar; si no fuera creyente o rechazara el fanatismo; si dejara de darse golpes de pecho o buscara lo mejor, ¿habría más de una religión? ¿Por qué, en cambio, hay tantas a base de fe ciega, impulsadas por el fanatismo o por lo que les enseñaron de niños? Un conjunto de afirmaciones especulativas, una suma de actos rituales, una relación directa y moral entre el alma humana y Dios, no han dejado de ser intereses sin escrúpulos, vandalismos, absurdos, robos, muertes, engaños y lo seguirán siendo como una autoridad que no cesa.


lunes, 7 de enero de 2019

EL AZAR Y LA SUPERCHERÍA


¿Dónde se halla usted? ¿Más cerca del chimpancé o más próximo al bonobo?

Al parecer, a estas dos especies de simios, hoy en día, las separa el río Congo y nunca, posiblemente, podrán encontrarse. Con anterioridad, tal vez, fueran una misma raza y un potente caudal de agua las separó en su evolución y desarrollo. De igual forma pudo suceder que, dispersándose a otras tierras, se formaran distintas variedades de humanos de las que, actualmente, quedamos una única raza, después de mezclarnos entre sí.

Así pues, en las riberas de tan importante río viven ambos primates. La parte izquierda está preñada por los bonobos y la derecha la ocupan los chimpancés mostrando comportamientos bien distintos. Los primeros, pacíficos y angustiados por el cortisol, anulan sus posibles disputas con amor y sexo, siendo dirigidos por una Hembra tolerante y comprensiva. Los segundos, agresivos e irritados por la testosterona, cesan sus constantes disputas con odio y  violencia, siendo regidos por un Macho dominante y opresor. En el resto del planeta Tierra, los hombres nos hemos convertido en los dueños del mismo, crédulos y variables por la psiquis, incapaces de entendernos, siendo manejados por Gobiernos inventores de cuentos y promesas.

Nuestro proceder camina  a golpes de guadaña en poder de los que poseen la pasta. Estos manejan religiones, políticas, negocios, artes, ciencias, tecnologías… Son los auténticos defensores de su estirpe a golpe de talonario, consecuentes con el pragmatismo  que practican. Se han dado cuenta que a nada conduce enfrentarse a los poderes citados de siempre. Saben que, como la mayoría de los hombres, son sobornables y capaces de variar sus verdades y propuestas por otras más afines a sus intereses.    

El mundo está lleno de recursos y medios para que todos podamos sobrevivir sin penurias ni dificultades. El problema está en su distribución, en el reparto de tales bienes para evitar las miserias y calamidades. La ocupación (el trabajo) de todos los habitantes será el factor principal para dar fin a las abismales diferencias económicas y, cuanto menos, a que nadie muera de hambre o por falta de cobijo. Probablemente, algo tan fácil como conseguir un justo equilibrio entre bonobos y chimpancés.

¿Habrá que separar, por tanto, a los hombres de izquierdas y derechas en espacios bien diferenciados para que sus comportamientos se aproximen? Todo es factible, sin embargo, todo surge de la evolución, del modo en el que aprendamos y nos desarrollemos. Y más todavía conociendo que la verdad es relativa, las creencias cuentos y las suposiciones, palabras y promesas se las lleva el viento.
Pero, pese a todo, nuestro cerebro es crédulo, creyente y fácil de manipular. Lo fue y lo es con las religiones que cambian mostrándonos dioses o el mismo Dios con genealogías o características distintas, pero prevalecen conminándonos con sus fábulas e imperecederas ofertas. Lo fue y lo es con los políticos de cualquier clase, cuyos discursos discrepan mientras mantienen su invariable resistencia a mantenerse arriba mediante engaños y compromisos. Lo fue y lo es con el comercio que brinda sin escrúpulos sus mercancías para satisfacer o no necesidades humanas con su publicidad y artimaña en su propio beneficio. Sí. Las personas somos muy influenciables, de lo último que nos convence. Apenas si nuestro pensamiento es libre para tomar sus propias decisiones, maniatada la voluntad por el azar o la superchería.