El nacionalismo es como el alcohol.
Si se bebe moderadamente, reconforta y alegra. Si es en exceso, perjudica y
atonta. Hay algunos, sin embargo, que están borrachos toda su vida.
Reza el dicho “que nadie
escarmienta en cabeza ajena” y es cierto. Por mucho que digan, aconsejen o
prohíban, las cosas que hacen daño no se tiene en consideración, mientras uno
personalmente no las experimenta.
Cuando los políticos, los altos
cargos de las empresas, se suben los sueldos, no está en riesgo España.
Cuando se rescatan a entidades de
crédito que estafan a miles de clientes, no está en riesgo España.
Cuando salen a relucir los Eres,
los miles de latrocinios como Gurtel, Púnica, Puyol e infinidad de tropelías,
no está en riesgo España.
Y me pregunto: ¿Quién es España?
¿Por qué no nos preguntamos qué riesgo padece?
¿España es una bandera? ¿Un trozo
de tierra? ¿Una sociedad anónima? ¿Una
creencia?
¡Qué importa lo que sea! Lo
verdaderamente importante es la gente que en ella habita.
Esa gente que paga sus impuestos y
cumple con su trabajo. Esa gente que no alardea del lugar donde ha nacido
porque ocurrió por casualidad. Esa gente honrada que colabora ayudando a los
demás cuando lo necesitan, sin pedir nada a cambio. Esa gente que no tiene para
vivir dignamente...
Y hay otra, con “vocación de servicio
público”, “los motores de la economía”, los que tienen cuentas en Suiza, los
que presumen de banderas, los que se
llenan la boca dando coba a los
poderosos, políticos, empresarios, intermediarios, traficantes, gentuza y
“gente de mal vivir” que van a misa darse golpes de pecho…, que siempre han
existido.
¿Cuál de esa gente es España? ¿No
es España de todos los españoles?
¿Los nacionalistas que beben con
cabeza o los alcoholizados independentistas?
¿Los que se drogan sabiendo que
el tabaco les perjudica o los abstemios deportistas?
¿Los que arrodillados invocan a una
estatua de madera para curarse o los que no creen en ello?
¿Los codiciosos a los que solo
les importa su riqueza o los que se conforman con lo necesario?
Nada nos salva. Continúan las dos
España. La de los que mandan y la de los que obedecen. Un corral donde la zorra
cuida de las gallinas o el lobo vigila las ovejas.
Solución: Educar en la igualdad
de oportunidades. Para ello es necesario que la propiedad privada prevalezca
mientras su titular esté vivo y se extinga el patrimonio (bienes y derechos) de
los muertos en favor de España; es decir, que las herencias reviertan en la
sociedad llamada España que, nos guste o no, somos todos los españoles y no
solo unos pocos. Así no se arruinará España.