martes, 23 de octubre de 2018

ESPAÑA


El nacionalismo es como el alcohol. Si se bebe moderadamente, reconforta y alegra. Si es en exceso, perjudica y atonta. Hay algunos, sin embargo, que están borrachos toda su vida.

Reza el dicho “que nadie escarmienta en cabeza ajena” y es cierto. Por mucho que digan, aconsejen o prohíban, las cosas que hacen daño no se tiene en consideración, mientras uno personalmente no las experimenta.

Cuando los políticos, los altos cargos de las empresas, se suben los sueldos, no está en riesgo España.

Cuando se rescatan a entidades de crédito que estafan a miles de clientes, no está en riesgo España.

Cuando salen a relucir los Eres, los miles de latrocinios como Gurtel, Púnica, Puyol e infinidad de tropelías, no está en riesgo España.

Y me pregunto: ¿Quién es España? ¿Por qué no nos preguntamos qué riesgo padece?

¿España es una bandera? ¿Un trozo de tierra? ¿Una sociedad anónima? ¿Una  creencia?

¡Qué importa lo que sea! Lo verdaderamente importante es la gente que en ella habita.

Esa gente que paga sus impuestos y cumple con su trabajo. Esa gente que no alardea del lugar donde ha nacido porque ocurrió por casualidad. Esa gente honrada que colabora ayudando a los demás cuando lo necesitan, sin pedir nada a cambio. Esa gente que no tiene para vivir dignamente...

Y hay otra, con “vocación de servicio público”, “los motores de la economía”, los que tienen cuentas en Suiza, los que presumen de banderas,  los que se llenan la boca dando coba a los  poderosos, políticos, empresarios, intermediarios, traficantes, gentuza y “gente de mal vivir” que van a misa darse golpes de pecho…, que siempre han existido.

¿Cuál de esa gente es España? ¿No es España de todos los españoles?

¿Los nacionalistas que beben con cabeza o los alcoholizados independentistas?

¿Los que se drogan sabiendo que el tabaco les perjudica o los abstemios deportistas?

¿Los que arrodillados invocan a una estatua de madera para curarse o los que no creen en ello?

¿Los codiciosos a los que solo les importa su riqueza o los que se conforman con lo necesario?

Nada nos salva. Continúan las dos España. La de los que mandan y la de los que obedecen. Un corral donde la zorra cuida de las gallinas o el lobo vigila las ovejas.

Solución: Educar en la igualdad de oportunidades. Para ello es necesario que la propiedad privada prevalezca mientras su titular esté vivo y se extinga el patrimonio (bienes y derechos) de los muertos en favor de España; es decir, que las herencias reviertan en la sociedad llamada España que, nos guste o no, somos todos los españoles y no solo unos pocos. Así no se arruinará España.