domingo, 26 de marzo de 2023

RELIGIÓN

 

Jamás un ser humano podrá saber si Dios existe o no. Y, menos, por supuesto, basándose en un Dios como el que nos pinta la Biblia y, por ende, nuestra religión católica, apostólica y romana. Podrá o no existir, pero de ninguna manera  será (estoy seguro) un ser soberbio o iracundo, arrogante o justiciero, severo o vengativo que exija, a pobres almas mortales como las nuestras, adoración, sacrificios e, incluso, lleve a la crucifixión a su Hijo más querido. No cabe en cabeza alguna semejante inmolación, ni siquiera deseársela al peor enemigo, máxime cuando todo lo puede y nada necesita.

Un ejemplo ilustrativo lo obtenemos del Génesis.  Una obediencia ciega. Un infame propósito de matar Abraham a su hijo Isaac. Un pasaje bíblico en el que Dios  se  lo ordena. ¡Toda una extravagancia! Una exigencia absurda sabiendo Dios, de antemano, lo qué va suceder. ¿Precisa acaso probar la conciencia humana cuando conoce hasta el más íntimo de sus pensamientos? O, ¿requiere  de Asa, rey de Judá, para perseguir a los idolatras? O, ¿insta a los hombres fundar religiones construyendo y destruyendo templos (pagodas, sinagogas  mezquitas, iglesias, santuarios,…) donde vanagloriarse? ¿Para qué? ¿Para qué se arroguen su representación instaurando  cultos, estableciendo el Sacro Imperio Romano Germánico, las Cruzadas o la Santa Inquisición; habilitando artilugios maquiavélicos para ultrajar, humillar y matarse lavando cerebros a su antojo, tildando de pecados carnales a los vivos instintos, ensuciando las almas nobles y castigando en los infiernos a los no creyentes, especialmente mujeres? Dios no demanda nada de todo eso y menos todavía hacerse representar por nadie como hizo la iglesia cristiana suplantando al Imperio de Roma.

La imaginación y la fantasía, la casualidad y la superstición a nivel particular; las leyendas y las mitologías, las sectas y las creencias religiosas a nivel colectivo;  surgieron supliendo nuestra inopia y desconocimiento, que hoy todavía persiste, además de los intereses a nivel general. De todas ellas parten estimados insultos (judíos, cristianos, islámicos…) a la dignidad humana. 

 Sí hay, a mi juicio, un dios en todos y cada uno de nosotros. Una conciencia en cada una de las acciones y obras, sentimientos e ideas, emociones y  conductas que ejercemos. Un saber que  produce determinados efectos conducentes a la satisfacción o el arrepentimiento, al placer o al dolor, al bienestar o la preocupación. Basta con darnos cuenta  de los momentos exultantes o de aquellos que nos abaten y no sabemos administrar. No obstante, “siempre hay roto para descosido”, un consuelo para un desesperado, un fruto placebo que nos alivie. Y, aunque “no escarmentamos en cabeza ajena”, sin duda, en todos nosotros está el dios que nos instruye en el camino correcto siendo niños y haciéndonos compañía en la vejez, aun yendo a ritmo lento y temeroso con nuestras viejas ideas. Un Dios que no nos abandonará hasta la muerte.

Es la consciencia del recién nacido una cavidad hueca. La que brota inocente y completamente vacía que se irá llenando con imaginaciones, sensaciones, llantos y alegrías que los hechos motiven, a través de sus instintos y sentidos. Luego, de adolescentes y adultos, se irá rellanando hasta que ya, en la senectud o por otra causa, se condense aunque no se complete. En toda una vida, los sueños se adormecerán formando parte de la comodidad o desagrado del dios interno que nos vigila. Ese dios que se ve transparente en el alma del niño. Que eclosiona y  toma cuerpo con la inteligencia que  se revela con nuevos e increíbles acontecimientos dependientes,  en su mayoría, del amor o el desamor  que se adhieren e impregnan para siempre en el alma de una u otra manera.

viernes, 3 de marzo de 2023

PENSAMIENTOS

 

Si se quiere todo cuanto te propongas lo puedes alcanzar. Piensa, háztelo saber y, en todo momento, pon tu empeño en ello. He aquí, a continuación, una docena de mis pensamientos:

1)      Si se quiere conseguir algo en la vida hay que intentarlo. Merecerá la pena el esfuerzo. Lo que uno decida, seria y honestamente, con tesón y confianza, llegará  como el efecto placebo llega; fundamentalmente, si se está persuadido de ello.

2)      Si se quiere acabar con la corrupción hay una forma de atajarla. Que la cárcel aguarde a quien la comete. La pena será, en primera instancia, no salir de la misma hasta que devuelva lo robado o, económicamente reponga el daño producido; después, la justicia que decida.

3)      Si se quiere que el desempleo  desaparezca, el Estado ha de dar trabajo a quien no lo tenga. Hay muchas formas de hacerlo. La obligación para ambas partes será facilitarlo y aceptarlo respectivamente.

4)      Si se quiere que las diferencias económicas no continúen distanciándose cada vez más, hay que, a partir de un momento, elevar los sueldos no porcentualmente, sino por cantidades fijas, las mismas para unos y otros, independientemente de puestos o categorías.

5)      Si se quiere tener igualdad ante la ley no cabe otro recurso que ir grabando las causas, los actos y las sentencias que la ley aplica en cada uno de ellos. Relacionarlos, equipararlos y  perfeccionarlos. Una medida difícil, ardua, pero necesaria.

6)      Si se quiere la pobreza se puede erradicar. Censar a quienes la sufren y ocuparse de ellos. Hay muchas asociaciones (Ongs., iglesias u otras) que reciben fondos públicos y pueden aportar soluciones, dependiendo de las necesidades de cada persona y facilitarles trabajo y hogar, hospital o residencia, cuartel o prisión abiertos,…

7)      Si se quiere se puede renovar el CGPJ. Basta con dejar de pagar el sueldo a quien o quienes han abandonar su cargo.

8)      Si se quiere estar casi seguro de todo, habrá que saber que no hay nada imposible en el mundo, solo hay que tener voluntad.

9)   Si se quiere, todos y cada uno de nosotros, podemos sentirnos mucho mejor, siendo humanos y ciudadanos del mundo, dejando de considerarnos, por decisión propia, nacionalista, españolista, patriotero, regionalista, pueblerino, aldeano, corto de miras, apocado y egoísta.

10)   Si se quiere dejar de sufrir innecesariamente, esquivar un dolor anímico o superar el  pánico que te domina e inquieta, recapacita y convéncete de que, la gran mayoría de las veces, jamás ocurren las cosas que uno se imagina.

11)   Si se quiere que la igualdad de oportunidades en España deje de ser una entelequia, será preciso que todos los españoles tengamos cubiertas las necesidades vitales. Aún así, no será ni perfecta ni efectiva hasta que leyes (comenzando por la Constitución) y conductas (las tradicionalmente adquiridas) no se modifiquen.

12)    Si se quiere cambiar el estado de ánimo negativo que sufres (tristeza, angustia, llanto), pregúntate: “¿quién querrá estar conmigo?”. Después, sonríe descaradamente. Nadie te va a clavar un puñal, ni romper un ojo. Tú, únicamente tú, tiene el control absoluto de tus sentimientos, por mucho que estés convencido de lo contrario.