miércoles, 20 de junio de 2018

DECLARACIÓN DE INTENCIONES


Sinceramente estoy convencido que una de las cosas principales que ha de hacer el Gobierno es no privatizar Bankia y continuar manteniendo la mayoría de sus acciones, con el fin de ir implementado una serie de medidas (que citaremos a continuación) con las que beneficiar a sus accionistas y clientela. El mercado capitalista en el que España se desenvuelve necesita de un banco nacional, fuerte y con estrategias económicas a su alcance, capaz de elevarse sobre el resto de la competencia financiera y  agresiva (tanto al por mayor como al por menor) con la que habrá de lidiar y obtener los beneficios antes indicados (motor de accionistas y clientes). Optimizará los recursos de que dispone, al igual que hacen las entidades privadas, movidos por el ánimo de lucro, si bien, éste no será desmedido ni a costa de todo y, menos aún, a la vista del latrocinio atroz recientemente producido, para lo que se tomarán severas recetas. Veamos, por tanto, las primeras medidas de las que hablo:

Admitirá toda clase de clientes con documentación legal (nacionales, extranjeros) y, en caso de carecer de “papeles” tendrá una ventanilla abierta para proporcionárselos y legalizar a la persona  en defensas de explotadores, mafiosos y corruptos. A todos se les facilitará gratis los medios de pago (tarjetas, cheques, transferencias) con que mover sus fondos.

Entre sus operaciones (salvo excepción de la primera partida para la apertura de la cuenta, no superior a tres mil euros) el efectivo físico dejará de tener cabida, a fin de que todo movimiento deje huella con que poder justificarlo. Compras, cobros de trabajos, pagos y demás operaciones serán realizadas a través de la cuenta establecida.

Pronto Bankia pasará a llamarse el banco social o de los pobres,  porque serán éstos quienes le proporcionarán recursos baratos que poder prestar (a bajo interés) a quienes lo necesiten para asuntos comerciales (no especulativos, salvo la compra de acciones de la propia entidad) y que los ricos se también aprovecharán. Lógicamente y de igual forma, se hará depositario de todas y cada una de las cuentas de instituciones locales, comunitarias y nacionales que le permita gozar de un pasivo a coste cero con el que socorrer, en su caso, al Tesoro (exento de la creación de dinero) intercambiar y crear créditos, compensar desviaciones monetarias a fin de evitar acudir a la Deuda pública que sólo beneficia a prestamistas y especuladores, sobre todo en un “mercado libre” que pueden dirigir.

Bankia podrá convertirse en un catalizador real de inversiones hacía los sectores convenientes tratando de evitar estados críticos de inflación o deflación, dirigidos por un servicio de estudios que reemplace a un Banco de España, florero de épocas de boato y esplendor. Su operativa podrá ampliarse hasta el infinito con contrataciones de seguros de todo tipo, planes de pensiones, fondos de inversión, transacciones internacionales, mercados de valores, alquileres financieros, bolsas de inmuebles, agencias de necesidades y nuevas transacciones.

Con la base financiera establecida el Gobierno encaminará sus pasos a secundar iniciativas privadas que reporten beneficios a la población y al propio Estado, además de ejercer control, mediación, competencia y regulación de las mismas (simplemente poniendo en marcha nuevas aplicaciones) y, en especial, aquellas anti todo, que se saltan las barreras de la dignidad social y personal (drogas, prostitución, esclavitud). Y lo más vital: proveer ocupación remunerada a toda persona mediante un mercado laboral efectivo (del que he escrito en infinidad de veces) siendo el propio regulador, cerca del lugar de trabajo, dinámico, eficaz y profesional.

viernes, 15 de junio de 2018

NOTICIAS HIPOTÉTICAS


Que yo sepa, el primero que públicamente llamó indecente a Rajoy, anterior Presidente de Gobierno, fue Sánchez, el mismo que le sustituyó en una moción de censura provocada por similar motivo. 

Una inmensa población de españoles, hastiada de tanta corrupción, recibió con esperanza los nuevos nombramientos establecidos para formar gobierno. Pero hoy (si hoy) a escasas fechas de jurar su cargo, se ha descubierto que uno de ellos, el ministro de cultura y deportes, delinquió tratando de evadir impuestos. Eso, sin duda, le descalifica por completo para continuar ejerciendo y debería dimitir sin que nadie le obligue, reconociendo que sabía lo que hacía y que lo ha pagado con  creces. Y eso es decencia, lo contrario, es lo contrario: indecencia.

Sánchez, el recién investido presidente, si quiere que en él se confíe al frente de un gobierno honrado, habrá de mantenerse erguido sin defraudar las expectativas creadas y mirar a los ojos de la de la gente para decirles que desconocía tales pormenores y que el ministro será dimitido si no renuncia a su cargo. 

No importa que el hecho se haya producido no siendo ministro (¡faltaría más!), que la multa la ha satisfecho (¡faltaría más!) y que otros muchos españoles infracciones semejantes también las han cometido.

¡Sólo faltaría exculparse con algo parecido!

Un ministro de cultura, precisamente, que ha de impregnar, especialmente a los  jóvenes, valores, cualidades y ejemplos nobles con los que sentirse orgullosos. Cualquiera, en cualquier momento, en cualquier sitio, cientos de veces, puede reprochar, al ministro y a quien lo mantiene, de la indecencia que comete un tramposo al frente del saber y del deporte, dando clases de cultura lucrativa, de esfuerzo y deportividad con toda clase de artimañas para que cualquiera logre lo que se propone.

No repitamos, por favor, los mismos errores que, desde el Lazarillo de Tormes, a España nos persiguen. Muestren dignidad, ejemplo y valentía. Hagamos que quienes nos representen lo ejerciten de verdad, sin tacha. No nos avergüencen más.


lunes, 4 de junio de 2018

MISCELÁNEAS PREVISIBLES


Un político, ante un tribunal, es como el tonto del pueblo que no sabe nada, pero, al contrario que éste que calla o ríe, miente con descaro mientras los suyos le protegen por lo que puedan perder; no así, de las burlas impías de la gente reconociendo las minusvalías de ambos.

Es el consenso, el acuerdo, el sentir general lo que ha de prevalecer por encima de las voces de líderes, predicadores, demagogos y demás partidarios de intereses particulares.

El hombre, como tal, es incapaz de librarse del estigma de su ser, de su existencia, de su condición humana y, por tanto, frente al miedo que presiente, se defiende engañando, mintiendo, traicionando, huyendo… antes que rendirse y dar la razón a la verdad.

Los instintos de conservación y reproducción como el egoísmo y la pasión, característicos de la totalidad de los seres vivos, se combaten y dominan con el incipiente raciocinio y la primitiva bondad, propios de seres superiores, en cuyos albores se encuentran los hombres.

Políticos, religiosos, científicos y el resto de humanos, limitados a su peculiaridad, adaptación y desarrollo, nunca podrán sobrepasar los espacios y las formas a los que están sujetos por mucho que lo intenten. La especie humana sólo podrá engrandecerse con más juicio y con mayor bondad, transformarse en otra familia en la que su perfecto y libre albedrío prevalezca en pos de un bien común o, tal vez, deje de ser un humano para convertirse en otro ser.

Hoy “las víctimas de la pederastia comienzan a salir a la luz, después de décadas de silencio impuesto por un sistema en el que el vínculo de lo religioso con el poder político era brutal y sórdido”; mañana (un mañana aún muy lejano) habrán desaparecidos los demonios que con miedo y poder someten a los pueblos: “mesianismo, elitismo, abuso de poder, clericalismo, responsabilidad directa en los abusos” y, por consiguiente, no tendrán sentido las religiones, las sectas, las asociaciones malignas de la trata, la droga y cuanto esclaviza a los hombres.

En el futuro otra progenie florecerá en democracia, libertad, transparencia y energías limpias a las que los hombres no tendrán acceso. Las observarán con la conducta sumisa con la que ahora muchos animales las ven ignorando lo que son. Una conciencia superior se instalará en las generaciones venideras. Pasarán cientos de millones de años expandiéndose el Universo a velocidades cada vez mayores. Nada quedará en La Tierra con la que poder sospechar que el hombre existió. Será un suspiro del tiempo, un leve aliento intrascendente, el reflejo de una chispa en la oscuridad más absoluta, lo suficiente para comprender que la resistencia es banal.

Casi todo el mundo miente. Pocos son dueños de sí. Nada que no sea él, y los círculos concéntricos de amistades en los que se encuentra, le importa. Los hombres se han apartado de su desarrollo vital, de su conducta y conciencia, polarizando su atención en asuntos superfluos, ajenos a los avatares que pudieran hacerlos mejores personas. Y por mucho que les digan que es de justos y sabios perdonar, ni olvidan ni rectifican; ensucian su corazón de ira, odio y rencor, dando esquinazo a la razón y a la bondad, las supremas cualidades del porvenir.

Estudiemos el mapa neuronal y las hormonas que dirigen el cuerpo humano. Posiblemente se descubran alimentos que interesen ser incorporados a una dieta saludable e, incluso, cambien hábitos y costumbres por otros hasta ahora apartados o desconocidos. Nada, por absurdo que parezca, habrá de descartarse. Todo puede suceder hasta el extremo de convertir la vida en nada imprevisible.