sábado, 29 de julio de 2023

ACABEMOS CON EL MAL

 

La Tierra no es propiedad de nadie y lo es de todos. Dicho lo cual, podemos afirmar que la Tierra pertenece a la totalidad de los seres vivos que la habitamos y, en base a las circunstancias dadas desde su creación hasta el momento actual, los territorios que la conforman gozan de “legítimos” dueños que, en un tiempo determinado, convendría refrendar si los hombres fuéramos medianamente responsables: evitaríamos guerras y ruinas a sus moradores actuales y los que están por llegar.

 ¿De qué servirá, en su caso, la victoria a Rusia sobre Ucrania? O, por ser más preciso, ¿qué ganará Putin con mantener una  guerra estéril (como todas las guerras) matando a diestro y siniestro y acabando con miles de hogares? Putin, como todos nosotros, no tardará en morir y pasará a la historia como un cruel asesino que, sin necesitar nada, estaba loco de odio a sus semejantes. ¿Hay algo peor para quien se considera casi un Dios? Más le valdría mejorar la vida de los suyos anulando sus calamidades y proporcionándoles salud y justicia.

Putin no es real. Es un espíritu del diablo hecho carne. Morirá y el mundo gozará de su muerte sintiéndose aliviado. Su cadáver olerá a mierda podrida y será hundido en los infiernos donde su avatar será devorado por gusanos que lo hagan sufrir del mismo modo que él hace padecer a sus víctimas. Lo único que tiene existencia real es su espíritu (como dice el hinduismo), pero él ya es un cadáver viviente.

A todos los efectos perversos de la humanidad, “hechos con buenas intenciones”, uniremos a Putin y su régimen ([1]) que llegaron para mejorar a  Rusia y a sus habitantes y los castigó con la peor de las maldades: el odio de la gente. La historia los despojará de todo honor y gloria, en el más absoluto de los silencios,  y la sociedad debería repartir sus  bienes entre la gente pobre. Se unirán a personales similares: Leopoldo II, Hitler, Stalin, Mao, Franco, Pol Pot, Videla y otros locos fantasmas que vivieron y viven para que el mal persista en la conciencia humana. ¡Miserables héroes perturbados que, allá donde estén, gocen de las desgracias que sembraron!

No nos confiemos de los patriotas merecedores del vacío y la reprobación que hay que descubrir y denunciar. Recordemos que son, como en otras épocas, aguerridos difamadores empleando la insinuación y el insulto. Hoy, ya no caben imitadores por mucho que mientan escudados en instituciones, sociedades o partidos democráticos y/o sean ensalzados por fieles seguidores de mensajes y proclamas carentes de sensatez y razón, toda vez que no se ha de esperar, ni un segundo más, para resolver los problemas con el dialogo y la paz, pues, además, tenemos organismos nacionales e internacionales creados al efecto.



([1]) Caben destacar: Nacionalistas e independentistas, religiones y mafias, dictaduras y autarquías, asesinos y dementes, acomplejados y maniáticos y otros locos interesados en su poder y dinero.

viernes, 21 de julio de 2023

EL PAN DE CADA DÍA X: LA DEMOCRACIA

 

Copié de una novela de John Irving la siguiente conversación entre dos mujeres:

(UNA) - ¿Por qué tenemos necesidad de ellos si los odiamos?

(OTRA) - Precisamente porque los necesitamos.

Tal dialogo podría haber sido entre dos hombres, sin embargo, ni mujeres ni hombres se odian porque sí. Al revés, lo normal es que se amen y, además, que se necesiten y se complementen, ya que, aisladamente, no podrían existir y, sin ambos, no habría continuidad de la especie. Tal es así que me inquieta y no paro de pensar la causa por la qué las personas  (todas) somos tan distintas y, en especial, el por qué de su ideología tan diversa. No hay duda, que ello ha de responder (lo intuyo) a una o múltiples razones que no alcanzo a comprender por mucho que lea a filósofos, científicos, pensadores y demás estudiosos de nuestras cuestiones vitales.

A propósito de redactar en este mismo blog la serie “El Pan de cada día”, relativa a las elecciones generales (leídas en particular por amigos y conocidos) he recibido parabienes y lo contrario como es natural, conforme a la manera libre de pensar de cada uno de ellos, motivándome a profundizar sobre la mente humana (“el alma”): su aprehensión, reflexión y explicación de las mismas cosas e iguales hechos sucedidos, contados de formas diferentes.

 Pienso en un alma ancestral que como especie nos toca mantener perennemente (conciencia humana ancestral) a la que se irán, desde nuestra concepción, impregnando enseñanzas, vivencias y demás impresiones (otra conciencia superficial: personal, social, vocacional, funcional…) creando huellas en nuestra maquinaria mental (la amígdala) que, en algunos casos será trascendental (la creación del cristianismo, el descubrimiento de América, la revolución francesa , la abolición de la esclavitud, la revolución soviética, …) lo que me hace pensar sobre la vida humana comparándola a una escalera  o noria permanente en la que la especie humana camina subiendo, bajando o, simplemente, deteniéndose en su discurrir hacía su evolución como afirma la ciencia (“nada se crea , nada se destruye, todo se transforma”) conformando una historia estúpida y aterradora, por mucho que grandes hombres (Cristo en especial)fueran ejemplos a seguir y no a explotar interesadamente.

En el sistema político de la Democracia (considerado en una cultura civilizada el mejor de los regímenes conocidos) la Igualdad de oportunidades de las personas (independiente a su sexo) ha de ser la misma para todos. La Libertad y la Solidaridad son también ejes fundamentales en los que se ha de sustentar; no obstante, la diversidad de intereses, de  ideas y emociones en la gente (su estado de ánimo o mental, las preguntas que se hacen, las variadas escala de valores que tienen, sus creencias y referencias) la hacen vulnerable y la debilitan, sin ni siquiera recelar que su pérdida puede ser la mayor de sus desgracias.

La Democracia (en la que cada voto vale lo mismo) ha de ser el modelo con el que regirnos permitiendo cualquier acción, pensamiento y manifestación, por absurdos que sean, toda vez que el Respeto, la Responsabilidad y sus Consecuencias son su emblema; de igual forma que se han de dar la separación e independencia de Poderes y la igualdad de todos ante la Ley.

Jamás nadie podrá ser un verdadero demócrata empleando voces insultantes, insidiosas o sucias, ya que éstas llevan a pensamientos y hechos combativos no deseables. Un demócrata siempre empleará palabras impecables respetando las ideas y principios de los demás aunque no las comparta. Alguien que se basa en el insulto para descalificar a los demás, se imposibilita a sí mismo para ser merecedor de vivir en democracia.

Alguien que cultiva el odio, le molesta la cultura, la sociedad le importa poco. Alguien que se siente muy patriota, no quiere saber ni dónde, ni cómo nacimos, se deslegitima. Alguien con dos varas de medir carece de juicio y su educación es muy frágil. Alguien amigo de la democracia ha de reconocerla y valorarla en todo momento anteponiéndola a todo lo demás.

Vota a un demócrata. A quien procura la convivencia y se preocupa de los demás.

Sé que la democracia es más que un voto cada cierto tiempo, pero hace que las vidas sean más limpias, salgan a la luz corrupciones y delitos contrastados,  se acaten las consecuencias de nuestros actos y, por supuesto, debería ser materia de enseñanza en las escuelas para que las familias tomen conciencia de su importancia y continúen perfeccionándola tratando de abolir la pobreza distribuyendo la riqueza, reduciendo poderes afilando gastos de instituciones y partidos, creando estímulos por la concordia, el conocimiento, el trabajo y ampliando la voz del pueblo.

La democracia, pues, hemos de mantenerla. Su pérdida daría entrada a otros sistemas políticos que nos privarían de  los valores enunciados, negando su autenticidad. Confrontemos todo dialécticamente  sin odio ni rencor y lleguemos a un entendimiento, algo que cada día se hace más imprescindible, antes que el orgullo, de unos u otros, no nos permita lamentarlo.

Sea cual sea el resultado que surja de las elecciones (conociendo como conocemos nuestra Constitución) habremos de aceptarlo y acatarlo deportivamente, dispuestos (si es el caso) de revertirlo en la primera ocasión que la democracia lo posibilite, sin olvidar que, aunque el odio exista, nos necesitamos.

¡Enhorabuena de antemano a los que consigan el plácet del pueblo español!

 

martes, 18 de julio de 2023

EL PAN DE CADA DÍA IX

Aun no siendo santo de mi devoción, he de reconocer que el Presidente del Gobierno, Sánchez, acumuló en su persona prestigio internacional, sin aceptar derrotas. Negoció con el independentismo y con quién podía beneficiar la convivencia en España. Su Gobierno se ocupó de leyes problemáticas y aún le quedan por resolver numerosos asuntos para los que siempre se necesitará de un hombre abierto y dialogante. Ya pocos se acuerdan del enfrentamiento entre catalanes y el resto de España. Ni de las viles sutilezas para desprestigiar, por cualquier motivo, sus políticas como si él fuera el culpable de las desgracias sucedidas, las catástrofes naturales, el Covid19, la guerra en Europa…, “y todo por seguir gobernando” como si el resto de los aspirantes no quisieran el poder para gobernar. Éstos, por ello, sacaron a relucir su verdad, que no es sino una más de las infinitas versiones de los hechos, llamándola Sanchismo, (“la mayor lacra que sufre España sin que nadie sepa lo qué es”)  resucitando lo peor que hemos tenido: etarras, nacionalistas, como si Franco no hubiera existido, y el famoso artículo 155 que aplicaron contra Cataluña. El Gobierno de Sánchez, sin embargo, vino a otorgar indultos a independentistas catalanes, algo que los conservadores jamás habrían hecho por mucho que Cristo predicara que es el perdón y no la venganza la que nos ensalza. También se desentendió del problema enquistado en el Sahara desde la época del dictador, cuando todos sabemos que no hay hombre de bien que lamente que las cosas se arreglen pacíficamente. Y además promulgó la reforma laboral, restableció el Pacto de Toledo para las pensiones, impuso tasas a las grandes fortunas, bancos y energéticas, los fondos Next Generation, el salario mínimo interprovincial y un largo etcétera, pero, eso sí, lo más importante para los conservadores era desterrar el Sanchismo de la faz de la tierra o, al menos de España, cuya nación solo a ellos pertenece, incapaces de imaginar que todas las personas, nazcan donde nazcan, piensen lo que piensen, son iguales que es lo normal. Pero no. Los hay muy españoles que su único fin es el de envenenar el sentir ajeno con sus mensajes y proclamas irracionales para mentes normales, de tal suerte que, a quienes no opinen como ellos, los exiliarían al extranjero para que España quede libre de personas ajenas a sus propósitos y promesas. A  ellos no los votaré y sí a quienes han subido mi pensión mirando mis intereses aquí en la tierra y no en el cielo con su Generalísimo, su ídolo y santo patrón. A los que aumentan mis derechos y velan por las cosas reales que me benefician y no a las entelequias que jamás pueden cumplirse. A los que mejoran cosas concretas de mí día a día (salud, educación, trabajo, comida) y no a los que recurren a su moral patriótica para cautivar sentimientos y emociones, con símbolos y  eslóganes que conducen a ninguna parte. Está claro que el ánimo se alegra cuando gana nuestro equipo favorito, pero conscientemente sabemos  que eso es solo una adrenalina pasajera, que ni quita el hambre ni resuelve problemas.

Es prudente evitar la tentación de exacerbar las voces insultantes de quienes las manifiestan mostrando indiferencia ante ellas. La emoción no está sujeta ni a la verdad ni a la razón, por lo que “siempre saldrás mejor parado moviéndote en las sombras”, dado que existe excesiva polarización y cultivos de odios sueltos, peligrosos, que, por experiencia, me  hacen presentir temor.

Así que toma tu decisión: vota con sensatez y el derecho que, por ahora, te asiste, pensando en el beneficio de la gente de a pié más necesitada y en tu propio beneficio, por supuesto.

jueves, 13 de julio de 2023

EL PAN DE CADA DÍA VIII

 A propósito del único debate en televisión del pasado día 13.07.2023, entre el Presidente del Gobierno y el aspirante a serlo, permítame tener mal gusto. Mi filosofía gratuita está siendo, lo reconozco, una obsesión ingenua, comparable a la del Presidente del Gobierno ante un oponente algo vulgar, casi absurdo, que le fue estrangulando la seguridad que se le suponía. El Presidente no supo o no pudo contrarrestar tantas insinuaciones lógicas y absolutas con las que lo desbancó. Luego, en un detenido examen, comprobamos que el aspirante se sirvió de trucos, medias verdades y clamorosas mentiras sin mover un músculo para dominar el debate (empleando  técnicas que los expertos denominan el “Galope de Gish” o “Namierizar”) sin soltar prenda alguna que pudieran comprometerlo como: ¿Meterá a Abascal en su Gobierno? ¿Qué política hará con Marruecos? ¿Mandará a Puigdemont a la cárcel?... y, sobre todo, lo más importante para la ciudadanía, en especial para la gente de a pie: ¿Qué hará con la sanidad, la educación, la crisis climática, la emigración y otros aspectos sociales como la dependencia, el empleo, la seguridad  de lo que ni hablaron?

Todo ello me lleva a preguntarme: ¿Tiene futuro la verdad?

Mi contestación es que la verdad, ciertamente, esconde tantos ángulos como personas la pronuncian, su esplendor ciega o deslumbra a quien la emite y la interpreta. Sin embargo, solo  la mentira despista a los demás, disimula la falta de conocimientos y queda envuelta en la niebla o la duda, dañando múltiples opiniones al respecto. Unas dudas que favorecen a quien las causa para que, cuando se comprueben, ya no tengan remedio.

Hay quien es marrullero por desconocimiento, lo reconozco, pero cuando alguien exige que condenes la improcedencia o canallada de unos descerebrados gritando “que te vote Txapote”, no tiene sentido ni excusa escurrir el bulto, pues el silencio puede convertirte en un desalmado más. Y para colmo apareció la pantomima de firmar, ante todos los españoles, “el acuerdo de comprometerse a que gobernara el más votado”, como si el aspirante ignorase que se opuso a todo lo que suponía beneficiar a la gente de a pie (salarios, pensiones…) negándonos el Pan de cada día.

La democracia es una forma de gobierno que otorga a cada persona libertad para hacer lo que le plazca siendo responsable de sus actos, además de proteger derechos y libertades en interés del bien común; no obstante, las insinuaciones insidiosas vertidas por el aspirante le importan poco, ya que no sufre sus consecuencias. Ya, al día de hoy, ha sembrado sospechas sobre Correos, diciendo "que lo mismo no entrega todas las papeletas": un método tramposo como el de anunciar, en las anteriores, “un pucherazo”, poniendo la venda antes que la herida, por si esta se produce. A ver si se entera de una vez que aludir, recelar, faltar a la verdad públicamente, es una maldad, máxime cuando se intenta desequilibrar la igualdad general ciudadana que ha de prevalecer sobre su interés individual.

lunes, 10 de julio de 2023

EL PAN DE CADA DÍA VII

 

Poco falta para que  nuestros votos sirvan a una determinada forma de  gobernar España. De ello he opinado y seguiré haciéndolo hasta las elecciones, en base a la experiencia que me han dado los veinte últimos años de la dictadura de Franco y, desde entonces hasta hoy, la democracia. Esto me permite asegurar, sin haber carecido de medios económicos ni estado en contratiempos alarmantes, que no hay peor sistema político para los ciudadanos que la dictadura, adopte la forma o nombre que adopte.

Si se pone un arma en manos de un psicópata, un maniaco o un dictador puede ocurrir cualquier cosa, pero si además se hace dueño de una nación tenemos totalitarismo, fascismo o tiraría hasta que desaparezca el asesino dictador. Cuando alguien es capaz de descalificar a un Presidente de Gobierno elegido democráticamente llamándolo rata comunista, jefe de una banda, ilegitimo, okupa de la Moncloa…, cabe preguntarse: ¿opina el ladrón que todos son de su condición? Cuando a estas alturas de nuestra civilización alguien no cree en esa Europa liberal y democrática a la que pertenecemos, deslegitima las autonomías, prohíbe y moraliza espectáculos públicos y culturales, rechaza la igualdad de género, denigra a emigrantes y mendigos y niega lo evidente, qué se puede esperar. No saben, o no quieren saber que la pobreza, la violencia, el absolutismo, el racismo, el terror..., matan.

Los hombre de a pie no soportamos que nadie venga a decirnos qué pensar, cómo vivir, ni siquiera a quién votar. Tampoco creemos, por mucho que la Biblia lo diga, que la mujer debe al hombre sumisión, aunque partidos políticos y religiones lo intenten y lo lleven a cabo. Sin embargo, en democracia cabemos todos, incluso los no adaptados y los que van contra ella, aunque, por lo general, nos conduzcan a crisis históricas mediante luchas, revoluciones y guerras, desistiendo de la palabra con la que hay que entenderse. Por tanto, todos los partidos (representantes de la gente en las Cortes) son legales e imprescindibles para intercambiar criterios, pactar y obtener sus apoyos: quejarse de eso es pura hipocresía, ya que están amparados por la democracia y constitución, salvo que no las respeten y lo evidencien, en cuyo caso, habría que ilegalizarlos.

El deseo de los hombres de a pie sería pagar menos impuestos como todo el mundo ¡Esta claro! Pero no nos importará pagarlos si se emplean correctamente, en especial, para mejorar la sanidad y la educación, las pensiones y el trabajo con los que gozar de una vida en libertad, respeto e igualdad de oportunidades con el resto de ciudadanos. Hay otras personas que, al poder costearse particularmente tales beneficios, desean la rebaja de los mismos, por lo que muchos políticos así lo prometen (aunque luego no lo cumplan) sin impórtales el deterioro que producen, pues tratan de acabar con lo público y privatizarlo, convirtiendo medios tan vitales en negocio como ya lo están haciendo.

Para terminar indicaré que los jóvenes nazis también insultaban hasta que se estableció el terror como forma de un gobierno racista, fanático, antijudío, prohibiendo partidos, ante un cristianismo irracional. Jóvenes patriotas que jamás se preguntaron: ¿Qué es la Patria? Nunca llegaron a saber, como muchos de los jóvenes de ahora, que, al fin de cuentas, solo es una idea, una bandera, un himno… que no nos da de comer,  pero, eso sí, nos impregna de fuego en nuestras almas como si fuera el alimento sano, que se debe tener en vena para causar furor. Así que desconfiad de los que ensalzan el fervor patriótico; seguro que buscan un beneficio personal que nada tiene que ver con el Pan de cada día que todos nosotros sí necesitamos.

jueves, 6 de julio de 2023

EL PAN DE CADA DÍA VI

 

Puede que aún, siendo una cuestión elemental, las personas de a pie no tengan claro cómo o en qué puede afectar, en su día a día, votar a un partido u otro, es decir, a quienes representan ideas conservadoras y rancias o, a los que incorporan ideas progresistas y sociales.

A los primeros les interesa preservar y mantener un bienestar social en base al  capitalismo; un sistema económico impulsado prioritariamente por el mercado y la competencia, por lo que, necesariamente, siempre existirá el conflicto en el juego de acumular riquezas individualmente, sin que la cooperación exista. Se tenderá a la privatización de todo aquello que, por vital o imprescindible que sea para el ciudadano, reporte  negocio y, por supuesto, su beneficio. Poco a poco (fijémonos en ello) todo lo público se está desprestigiando: la sanidad, la educación, las pensiones…, y se están privatizando. Echo en falta una entidad financiera pública, unos servicios públicos de calidad,…, que compitan con los privados: sería de importancia vital, en especial, para los más desfavorecidos.

Los segundos desean igualmente un bienestar social, pero sustentado en un sistema económico de libre mercado e intervenido, en su caso, por el Gobierno, para que la igualdad de oportunidades se pueda dar, independiente a la clase social a la que se pertenezca, y paliar, en lo posible, los abusos de monopolios y poderosos egoísmos injustificados. Es decir, en este supuesto, el Gobierno velará más por los más vulnerables (que son más y lo necesitan) y no tanto por los poderosos (que son menos y no lo necesitan).

La población aspira a prosperar física e intelectualmente, aunque haya sectores que añoren la nostalgia del pasado. Esta es una razón más para no inclinarse en favor de partidos conservadores y, menos todavía, si la idea que tienen de España es la misma que tenía el general Franco, en la que solo cabían los que estuvieran a su favor, exhibieran banderas nacionales y su espíritu patrio lo ensalzaran en manifestaciones, procesiones y toros, lo más atávico de una religión católica metida hoy hasta en la sopa. Ni que decir de los nacionalistas de la independencia de Navarra, País Vasco, Galicia y Cataluña; extensible a comunistas, prostitutas y homosexuales; a masones, ateos e  indigentes, aguardando a que surja otro don Pelayo para librar a España de moros, lujuriosos y turistas maricones.

Existen políticos muy españoles que dicen barbaridades y la gente los vota. Y los votará pese a que carezcan de proyectos para el bien común de España. Hasta ahora, lo único que han hecho es envenenar a mucha gente con sus peores sentimientos mediante insultos, injurias y bulos.  Sus votantes, salvo que sean como ellos, desconocen que son presuntos psicópatas en potencia, dispuestos a pillar poder y cometer atropellos que ahora imputan a los demás. Ya hemos comprobado que se han subido sus sueldos, censurado lo que su mente considera inmoral y empleado palabras gruesas en acciones publicitarias  con el ánimo de ofender y provocar. Ese es un comienzo que parece inocuo, pero no lo es. A mi memoria llega la escenificación de la Noche de los Cristales Rotos y no puedo evitar pensar y quedarme quieto: el miedo me intimida. Deseo que no logren poder, porque si eso ocurre prohibirán hasta la libertad de nuestros pensamientos, obligándonos a ondear banderas de España, de las que se han apoderado. Seamos conscientes: las emociones que nos ofrecen y a las que recurren para enganchar votos, solo son parte de su estrategia creando odios y utopías en las personas de a pie que poco o nada  pueden hacer  por evitarlo, y, por supuesto, obsérvese, que no proporcionan ni más derechos ni más beneficios.

Será imprescindible, antes de que esto llegue, idear fórmulas para entendernos a través del dialogo y la persuasión. Comunicarnos no por la fuerza o la revolución. Sobrevivir civilizadamente intercambiando bienes y servicios de acuerdo con los tiempos modernos. Que el desiderátum de los españoles sea la libertad que florezca sobre una base legal y de respeto. Que prime la propiedad privada e igualdad individual de oportunidades. Que la salud y la educación sean de calidad y gratuitas. Y, por encima de todo, lo que de verdad se necesita, lo imprescindible para poder sentirse libre y sin ataduras, es que las injurias cesen y todos podamos tener resuelto el Pan de Cada Día.

sábado, 1 de julio de 2023

EL PAN DE CADA DIA V

 

Va a llegar pronto el momento para decidir mantener o cambiar el poder en España y mi voto se inclinará en favor del partido con el que más me identifique o, bien, con el que más y mejor se adapte a mi criterio e interés. Mi voluntad no estará condicionada por la memoria de las últimas manifestaciones y hechos sucedidos. Es mucho lo que está en juego y he de sopesarlo en  profundidad. Las religiones e ideologías, los territorios y nacionalidades, las cuestiones estratégicas y económicas, los medios y recursos naturales, todos ellos muy respetables y amparados por la democracia, permitirán que mi libre pensamiento tenga un papel decisivo. Reflexionaré también en los acuerdos que se pueden dar entre las distintas formaciones, sean o no con separatistas, corruptos o delincuentes que hayan cumplido las penas impuestas por la Ley.

“La verdad os hará libres”. “Yo soy la verdad”, diría Jesús; pero... ¿Cuál es la verdad? Se han vertido tantos bulos, tantas verdades a medias, tantas acusaciones y descalificaciones, tantas injurias sin fundamento en esta legislatura, ávidas por alcanzar y destruir el poder, que tengo claro no fiar mi decisión a promesas ni vaticinios, sino a los hechos y resultados de cuando, unos y otros, gobernaron.  

En conclusión: deseo vivir aquí en la tierra que conozco a vivir en el cielo que desconozco. Prefiero comer a diario a saber la teoría de la relatividad de Einstein. Votaré a los que miran por los ciudadanos de a píe subiendo sus  salarios, y no a los que dicen “que la verdad de vuestros amos os harán libres”, cuando estos ni se estiran ni se rascan los bolsillos. Entre “lo malo conocido y lo bueno por conocer”, me quedo como estoy. Sin embargo, debe haber quienes opten por la solución de que “los errores son el ornamento de la libertad” y tal dicho los enardezca, aun cuando la libertad solo exista si antes se antepone la norma y el respeto. ¿Puedo conducir por dónde y cómo yo quiera? No votaré a favor de entelequias, ofertas y antecedentes poco ilustrativos o frustrantes, cuando ahora el jefe de la oposición, sin decir cuánto cobra o si negocia con contrabandistas, se atreve con la promesa sibilina de manifestar que bajará impuestos cuando se negó a subir sueldos y pensiones, que debería haber apoyado, critica el exceso de deuda cuando él la triplicó en Galicia y... (callemos).

¡Hay tantas promesas de políticos incumplidas que sería de interés publicarlas! No ofenderé a nadie si digo que hoy en España todos tenemos cabida, incluso los nacionalistas que quieren excluirse de ella, y así lo recogerá la historia. Por tanto, es el momento de que el Gobierno no solo ponga en valor lo que ha sido su trabajo en esta legislatura, prestigioso en Europa, sino que se explaye defendiéndose de los ataques recibidos de la oposición injustamente. Señalaré  “la recuperación del principio de anualidad presupuestaria, la reforma laboral y la elevación del salario mínimo interprofesional, acompañados de la mayor creación de empleo indefinido de nuestra historia y en los avances reconocidos de los derechos fundamentales: interrupción del embarazo, eutanasia y un largo etcétera”, que a todos benefician, sean o no de su misma cuerda.