lunes, 7 de enero de 2019

EL AZAR Y LA SUPERCHERÍA


¿Dónde se halla usted? ¿Más cerca del chimpancé o más próximo al bonobo?

Al parecer, a estas dos especies de simios, hoy en día, las separa el río Congo y nunca, posiblemente, podrán encontrarse. Con anterioridad, tal vez, fueran una misma raza y un potente caudal de agua las separó en su evolución y desarrollo. De igual forma pudo suceder que, dispersándose a otras tierras, se formaran distintas variedades de humanos de las que, actualmente, quedamos una única raza, después de mezclarnos entre sí.

Así pues, en las riberas de tan importante río viven ambos primates. La parte izquierda está preñada por los bonobos y la derecha la ocupan los chimpancés mostrando comportamientos bien distintos. Los primeros, pacíficos y angustiados por el cortisol, anulan sus posibles disputas con amor y sexo, siendo dirigidos por una Hembra tolerante y comprensiva. Los segundos, agresivos e irritados por la testosterona, cesan sus constantes disputas con odio y  violencia, siendo regidos por un Macho dominante y opresor. En el resto del planeta Tierra, los hombres nos hemos convertido en los dueños del mismo, crédulos y variables por la psiquis, incapaces de entendernos, siendo manejados por Gobiernos inventores de cuentos y promesas.

Nuestro proceder camina  a golpes de guadaña en poder de los que poseen la pasta. Estos manejan religiones, políticas, negocios, artes, ciencias, tecnologías… Son los auténticos defensores de su estirpe a golpe de talonario, consecuentes con el pragmatismo  que practican. Se han dado cuenta que a nada conduce enfrentarse a los poderes citados de siempre. Saben que, como la mayoría de los hombres, son sobornables y capaces de variar sus verdades y propuestas por otras más afines a sus intereses.    

El mundo está lleno de recursos y medios para que todos podamos sobrevivir sin penurias ni dificultades. El problema está en su distribución, en el reparto de tales bienes para evitar las miserias y calamidades. La ocupación (el trabajo) de todos los habitantes será el factor principal para dar fin a las abismales diferencias económicas y, cuanto menos, a que nadie muera de hambre o por falta de cobijo. Probablemente, algo tan fácil como conseguir un justo equilibrio entre bonobos y chimpancés.

¿Habrá que separar, por tanto, a los hombres de izquierdas y derechas en espacios bien diferenciados para que sus comportamientos se aproximen? Todo es factible, sin embargo, todo surge de la evolución, del modo en el que aprendamos y nos desarrollemos. Y más todavía conociendo que la verdad es relativa, las creencias cuentos y las suposiciones, palabras y promesas se las lleva el viento.
Pero, pese a todo, nuestro cerebro es crédulo, creyente y fácil de manipular. Lo fue y lo es con las religiones que cambian mostrándonos dioses o el mismo Dios con genealogías o características distintas, pero prevalecen conminándonos con sus fábulas e imperecederas ofertas. Lo fue y lo es con los políticos de cualquier clase, cuyos discursos discrepan mientras mantienen su invariable resistencia a mantenerse arriba mediante engaños y compromisos. Lo fue y lo es con el comercio que brinda sin escrúpulos sus mercancías para satisfacer o no necesidades humanas con su publicidad y artimaña en su propio beneficio. Sí. Las personas somos muy influenciables, de lo último que nos convence. Apenas si nuestro pensamiento es libre para tomar sus propias decisiones, maniatada la voluntad por el azar o la superchería.     

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