Escribíamos
en la anterior entrada sobre como innovar el Sistema y apuntalábamos el dinero
como medio de pago al servicio de la sociedad y, por ende, en beneficio propio,
que ha llegado a convertirse en un bien preciado; yo diría, excesivamente
preciado. Propugnábamos hacerlo desaparecer físicamente, anulando la partida
contable de Caja, merced a la tecnología y a las prácticas delictivas que
con su anonimato se facilitan. Sin embargo, no debemos permitir que factores circunstanciales esclavicen a los
hombres hasta el extremo de mandarles a
la muerte, sea al patíbulo, a la hoguera o al suicido por no poder evitar el
desahucio, ver a sus hijos pasar hambre o situarse en el ostracismo mendicante
y sólo por el hecho de no tener
trabajo que nadie le proporciona, ni siquiera el Estado que está
obligado constitucionalmente.
Lo
Público ha de convertirse en empleador y regulador del mercado laboral.
Para
estos casos, la Administración no ha de
recurrir a la dependencia de la Deuda sino la creación del DINERO SOCIAL. Un
dinero social que servirá igualmente de instrumento de pago, específico para
fines determinados y por plazos concretos. Un dinero social con una validez
limitada y unas características excepcionales, que a tenor del emisor podrá o
no, descontarse, garantizar, canjearse, depositarse o amortizarse sin afectar ni al déficit, ni al endeudamiento, siendo contrapartida
del valor del bien o servicio tangible, producto del trabajo. Trabajo que parte
podrá derivarse a empresas en apuros, temporales, de nueva creación, etc., a fin de dulcificar su cuenta de resultados por
el bajo coste que representa mano de obra tan barata.
Con
ello se lograrían varios efectos y objetivos:
a El paro se eliminará en su totalidad si
así lo quiere la propia Administración.
b El hombre no será vasallo del dinero, en todo
caso del trabajo justo, que consigue.
c El país generará confianza.
d La prestación por desempleo desaparecerá.
e El Dinero Social forjará actividad y sinergia
social.
f) La Administración tendrá absoluto control sobre
el mismo:
1.- Aumentará el PIB en el epígrafe de Inversiones.
2.- No producirá gastos caprichosos, ni dinero sin sentido.
3.- El consumo de productos básicos notará un ligero aumento.
4.- La inflación apenas si lo notará al alza.
5.- Se utilizará para pagos de supervivencia por periodos
concretos.
6.- Generará perspectivas positivas.
7.- No incrementará el déficit presupuestario salvo
provisiones.
8.- No habrá razones para la desesperación, la depresión o el
suicidio.
9.-
Servirá de estímulo: paradigma para personas físicas y jurídicas.
Cuando
el dinero físico desaparezca la recaudación de IVA aumentará y se podrán
arbitrar políticas fiscales realistas. El dinero negro tendrá sus días contados
y los llamados paraísos fiscales tendrán que ponerse las pilas: Se les acabará tan lucrativo negocio sin riesgo
alguno. Inventarán otros instrumentos especuladores, que sólo los
entendidos atrevidos se arriesgaran a jugar. El ciudadano de a pié tendrá más
cuidado en sus apuestas: Las advertencias del Banco Central Europeo en todo
tipo de producto como se viene haciendo en las cajetillas de tabaco, deberían
ser lo suficientemente ilustrativas para tomar
una decisión acertada. Éstos no crearán dependencia, ni matarán; eso sí,
pueden castigar arruinando a los avariciosos.
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