lunes, 7 de octubre de 2013

El derecho a decidir del señor Mas



Hago un hueco en el M P C para expresar a Artur Más que, aun teniéndole por persona inteligente y no un iluminado como parece, resulta difícil entender su discurso y justificarlo.
¿A quién se le ocurre insistir en que el Gobierno de la Nación incumpla la Ley?
Ello me da que pensar que no busca lo que cree, sino más bien trata de aprovechar la oportunidad de su cargo para saciar su ego personal o ha llegado a convencerse que está en posesión de la verdad: Erre que erre con “el derecho a decidir”. Acaso, ¿cada uno de nosotros no tenemos derecho a decidir?: Naturalmente que sí.
A mi barrio, si tuviéramos opción de hacerlo, lo separaríamos del resto de los barrios de la ciudad; posiblemente, ésta, de igual forma, lo haría de la región: es la población que menos beneficio recibe de la Comunidad Autónoma y la que más aporta. La gente de mi barrio  contribuye al sostenimiento de la ciudad doblemente; pertenecemos en su mayoría a clase alta, acomodada económicamente, con identidad bien diferenciada al vivir en una urbanización casi independiente, por lo que nos costeamos el mantenimiento de sus instalaciones, la recogida de basuras, la iluminación, el cuidado de jardines  y servicios que, de no costearlos, el ayuntamiento nos privaría de ellos por su falta de presupuesto.
Usted, señor Mas, como presidente de una nación o como alcalde, en su caso, ¿nos permitiría qué decidiéramos no pertenecer e independizarnos del municipio que nos discrimina? O, mejor dicho, ¿nos autorizaría a solicitar el derecho a decidirlo? Sin duda, no contestaría; cualquier contestación es tramposa. Diciendo sí, infringiría la ley; diciendo no, quebrantaría el derecho sagrado de toda persona. El espacio o territorio que ocupa nuestro barrio nos pertenece y, por casualidad, no sólo hemos nacido en él, sino que además lo ocupamos y lo queremos con orgullo ¡En él se han descubierto restos prehistóricos característicos de nuestras costumbres! Usted señor Mas, con seguridad, echaría manos a la Ley y, por supuesto, no la violaría, ni tampoco permitiría una excepción a la misma.
Sería muy fácil instigar en contra del ayuntamiento y, más aún, contra una España en llamas que, por ellas, está siendo devorada. Recurrir al proselitismo de una creencia e inhibirse de responsabilidades, es tan temerario como la desinformación de sus seguidores,  sin ver que el incendio no cesa, mientras sus arrestos no saben cómo apagarlo.
Cámbiese la Constitución. Contribuya a ello sin vulnerar la ley. Procure no enfrentarnos y remedie el malestar provocado. En definitiva, lo que la gente quiere es vivir su tiempo en libertad y dignamente, al margen del político de turno que le haya correspondido en suerte. Por tanto, escuche a todos, no sea populista, acepte las verdades objetivas. Es tiempo  para luchar por la independencia de ideas, por cambiar la ley que nos aísla, por hacernos ciudadanos del mundo. La mentira no tiene más camino que el fracaso y en ella, hacerse el mártir es pura demagogia. Somos todos iguales, sin derechos de nacimiento, conforme la Naturaleza nos programa. Y a eso debemos tender. Por eso merecerá la pena el sacrificio.
Concebir su actuación motiva este escrito (excepción a la continuidad del MPC iniciado) dado que yo también defiendo mis ideas y continuaré haciéndolo vehementemente mientras no se me demuestre lo contrario, sea rebatido y acepte mejor coherencia que la expuesta  en mi Blog Ciudades Ocupacionales, que tal vez a usted le interese por la cuestión que trata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario