domingo, 4 de febrero de 2024

IMAGINACIONES MÍAS (2)

Avanzando el tiempo, o lo que es lo mismo la vida, el organismo del hombre crece físicamente y tiende a su perfección anímica dando paso, si es que antes no lo hizo, al mundo de las emociones comenzando con palabras de las que brotan los pensamientos para culminar o no en hechos subjetivos y, sin duda, razonados por cuestiones aprehendidas con anterioridad, desde la inocente infancia, en la certeza de que más importante que la verdad es lo que cada uno cree. Un argumento este que trasciende en las decisiones y conductas a tomar sin antes haberlas reflexionado suficientemente, dado que la razón es fácil de anular o cambiar por emociones de tipo individual (rabia, satisfacción...) o colectivas (exaltación, contagio…).

Asemejo el organismo (cuerpo y alma) a una parra o a una simple cepa de viña, donde el tronco y los sarmientos son el cuerpo y el alma, las hojas y los racimos de uvas (agraces o dulces), que proporcionan sombra y alimento. Ambas partes, esenciales e inseparables, son valoradas de diferente manera, apreciando mucho más a las segundas. Algo, que no por conocido de todos, dejan de emplear los especialistas del verbo (predicadores, políticos, periodistas, psicólogos,) para influir en lo que es de su interés y provecho. Obsérvese las técnicas de ventas, por ejemplo. Estas, solo deberían descansar en las cualidades y bondades del producto o servicio que se ofrece, pero se venden merced a descubrir la motivación real del posible comprador, basada en una de las seis finalidades siguientes, comprendidas en la palabra “SABONE”: Seguridad, Afecto, Bienestar, Orgullo, Necesidad, Economía. Una vez detectada, el vendedor incidirá en ella y la venta estará asegurada, satisfaciendo al comprador, que es justo lo que buscaba.

Una idea de marketing con la que se impregna a mentes receptoras para su toma de decisiones; tanto para vender como reventar otra compra u elección. Es decir, nada se puede vender (la política también se vende) sin aportar promesas de soluciones,  proyectos de beneficios, posibles exenciones u otras esperanzas o, al contrario, y por el mismo sistema, se puede desmotivar una compra o alternativa, cambiar una opción de voto resaltando perjuicios, invocando a la Patria (el lugar de nacimiento), a la fidelidad de un escudo o bandera, que fácilmente se sustituyen, a las creencias verdaderas, cuando hay infinidad de ellas, o inventando intranquilidad donde no la hay.

En general, todo ser humano se fundamenta instintivamente cuidando de su seguridad y  atesorando felicidad (salud y bienestar) con el objetivo primordial de tener poder (gobernar es lo máximo) que dé prestigio, dinero, influencias y otros beneficios interesantes. Eso sí, cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, somos prisioneros de nuestras palabras y actos, en especial los políticos que, elegidos por el pueblo, han de ser ejemplares.

Los representantes políticos, para realizar sus funciones públicas, han tenido que ganarse la confianza de la ciudadanía recurriendo a sus mejores palabras, aportando los resultados conseguidos, manifestando soluciones, rebatiendo las de los otros y captando sus sentimientos. A la gente le importa más, sin embargo, el agravió que la amnistía inflige a su orgullo (aunque no afecte a su vida diaria), que una subida real de sus ingresos (que de verdad sí los favorece). Las amnistías (una general política en la transición y varias económicas en democracia) apenas si fueron cuestionadas ya que perdonar es un acto encomiable; no obstante, esta, la de ahora, pese a considerarla inmerecida, habrá que comprarla por lo dicho anteriormente y porque, los que venden su rechazo, no aportan alternativas que puedan evitar la violencia y los enfrentamientos en Cataluña como los ocurridos y los que puedan suceder, para nadie aconsejables.

(Continuará en la próxima entrada)

 

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