domingo, 30 de diciembre de 2012

LO PÚBLICO, LO PRIVADO


Discutimos hasta la saciedad tratando de que prevalezca lo mejor para todos y no somos capaces de concretar un resultado final. Cada cual aportamos argumentos convencidos de la bondad de nuestra razón; no obstante, existen muchas otras pruebas que nos impiden alcanzar un entendimiento. Las circunstancias del momento, las experiencias, la educación recibida, las creencias, los sentimientos u otras emociones, nos hacen olvidar la única verdad absoluta: nacemos y morimos entre el silencio; HUMANOS agrupados en una sociedad que hemos creado y vamos transformando. 
Lo público y lo privado no tiene porque ser antagónicos, contrarios e incompatibles. Han de convivir evitando el dominio de lo uno sobre lo otro: Ni un comunismo rancio ni un capitalismo salvaje. El bien común de la mayoría se impondrá con la Honorabilidad, la Transparencia y la Rentabilidad.
La sociedad debe tener claro lo mínimo imprescindible [1]que hoy en día una persona necesita para vivir dignamente y no puede eludir proporcionarle tales mínimos. De ello se encargará  el Poder público elegido por dicha sociedad evitando la exclusión social de algunos de sus miembros o, lo que es lo mismo, la quiebra de la sociedad. Por tanto, en esto esencialmente, lo público destaca por su rentabilidad sobre lo privado, lo que supone que ha de prevalecer el carácter público, dado que lo privado fundamenta su actividad en un beneficio particular o con ánimo de lucro, sin tener en cuenta el beneficio social, oriundo de los homínidos. Como consecuencia, los factores básicos para la vida humana como son la SALUD, la ENSEÑANZA o la JUSTICIA SOCIAL,  han de ser públicos, obligatorios y gratuitos, en aras al bien común de la mayoría de la población; sin menoscabo de que intereses particulares puedan ejercerlos, especialmente, aquellos que dejaron de ser básicos. Cuando el hombre tiene TRABAJO, su rendimiento o compensación le permitirá cambiarlo por comida, vestido y cobijo; de no ser así, es obligación del Poder público cubrir a la persona tal deber y derecho.

Que nadie nos engañe haciéndonos  creer que lo uno es mejor que lo otro. ¿Acaso se crearía una empresa privada para cuidar enfermos gratis, para educar o enseñar a niños huérfanos o, tal vez, para llevar la luz, el correo o el transporte a una población de cien habitantes? En la rentabilidad privada no se cuantifica el valor social, por eso es una falacia hacernos creer que la gestión privada es mejor, más efectiva o más rentable. La función la realiza igual el funcionario que el empleado de una empresa privada: ambos pueden ser hasta la misma persona. Lo que ha de cambiar son las estructuras de las empresas públicas o privadas para que  sus empleados sean más afines en todo (en condiciones: derechos, obligaciones) y los profesionales establezcan el funcionamiento adecuado que lo haga compatible y el político de turno, por descontado, no medre en beneficio propio y asuma responsabilidades.

Esgrimiendo acusaciones, lanzando mentiras sobre la población y practicando la privatización de lo básico, se consigue la ruina social, se anula la clase media y  nos distanciamos más entre nosotros, separándonos de manera peligrosa con desigualdades de oportunidades irreconciliables. ¡Qué toda persona se guíe por los valores de Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad expuestos y actuemos con libertad y respeto, cuestionando cuanto digan!

¿Cuáles son los intereses generales por privatizar o por nacionalizar? ¿Desde cuando una empresa privada quiere negocios públicos en pérdidas? ¿Por qué no se nacionalizan entidades  con beneficios? El cambio se hace más necesario cada día porque nada es dogma de fe por mucho que nos lo digan. Una sociedad que solo tiene por objetivo amasar riquezas no va a ninguna parte y se convierte en un país de chorizos y oportunidades políticas que dan miedo, enloquece a la gente y causa estragos revolucionarios, a un paso de la desesperación.


[1] Trabajo (comida, vestido, cobijo) Salud, Educación, Justicia social

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