Actualmente
estoy en un país que hace mucho frío y resulta difícil imaginar la estupenda
temperatura que hará en el mío; una idea del tiempo que hará en el Sahara o el
Polo Norte es tarea harto difícil. Podrá saberse, pero de ninguna forma
sentirlo. Sentir no es posible, careciendo del agente que origina el sentimiento. Por ejemplo, se disfruta
o se padece de una comida si comes; sabes que eso puede pasar si alguna vez lo
has experimentado; nunca podrás apreciarlo,
si nunca has comido. El placer o el dolor aun siendo distintos en cada uno de
nosotros, se pueden presentir, (como intuyen políticos y economistas) creer
(como predican curas y vendedores) o
inventar (como hacen novelistas e inventores), pero sentirlos es pura
entelequia, si no se está imbuido del factor que los produce.
Un
problema se ha de resolver como decíamos en anteriores entradas,
haciéndose cargo de él; esperar que se resuelva con predicamentos, consejos
o buenos propósitos, es como pensar que los jóvenes emigran por deseos de aventura,
como alguien expresó. Tal desatino denota que no conoce a ninguno de sus
allegados en el paro, obligados a tener que sobrevivir mendigando derechos que les corresponden,
entre ellos, el trabajo. El paro es
el principal problema y ya, por activa y por pasiva, he aportado formulas
de cómo remediarlo. ¿Alguien discute soluciones para erradicarlo?
Con espíritu
aventurero no se come, ni se puede crear una familia y, menos aún, mantenerse decentemente.
Y quiénes eso permite no son dignos de mirar de frente a ningún parado para pedirle
que les voten: Es amoral abandonarles a su suerte pudiendo remediarlo. Nunca se ha visto tanta “exhibición
desvergonzada de riqueza, ni tanta gente sobreviviendo en extrema pobreza”. Son
de una inmoralidad tremenda las ambiciones que vemos, los dineros que se
llevan, los chanchullos que se traen, los disfrutes en restaurantes de lujo,
volando en primera clase, gozando de
privilegios y prebendas con el dinero que a todos nos pertenece. Y no paliar
o tratar de solucionar lo evidente es intolerable. Al sufrimiento de personas
que no les llega para comer, nos les vale con reducir el déficit, recortar
echando gente a la calle. Hay que ser responsable, atajando de una vez tanta
hipocresía, tanto golfo, tanta desfachatez. “Si fuera el Presidente del
Gobierno se me caería la cara de vergüenza y dimitiría de mi cargo”. No se me
olvidan las palabras de un ilustre mandatario en la oposición, cuando había un
millón de personas en el paro ¡Valiente desfachatez!
España
se ha convertido en una cueva de especuladores, corruptos, contrabandistas,
ladrones de guante blanco u otros
hombrecillos escondidos en sus madrigueras, olvidando si hace frio o calor al tenerlas
climatizadas; sin saber lo que es el hambre con sus despensas llenas, derrochando
cuanto se les antoja, sin importarles los demás. Muchos ignoran que la
crisis es un arma de corta distancia que se revuelve como un búmeran y un
cambio puede fulminar a cualquiera. Y hay gente que lo pasa mal. Familias
que no pueden pagar cuentas de electricidad, viviendo a oscuras que apenas si
les alcanzan los ingresos para comer y, tal vez, tengan que robar, amedrentar o suicidarse para cambiar
su suerte o ir a la cárcel donde estarán mejor, dejando de ser unos pobres vergonzantes.
Y como es posible verse abocado al paro, compartir penalidades con hijos y
nietos, aunque haya sinvergüenzas engordando a nuestra costa, sin dar palo al
agua, siendo unos miserables que matan y roban sin conciencia, ondeando siglas o banderas; es
conveniente recordar que cerca de nosotros hay un drama, un corazón idealista y
la posibilidad de ayudar a otra persona, pero también medios con los que combatir y vencer, acostumbrándonos
a enfrentarnos al miedo y a la sin razón,
ya que la honra nos salva.
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