sábado, 2 de febrero de 2013

ES DE JUSTICIA


Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad son tres conceptos que vengo largamente citando y que han de servir de base para asentar toda actividad tanto pública como privada. El Gobierno debe implementarlas y desarrollarlas en todo el Estado. Es de Justicia.
Parece ser que las palabras son claras. Nadie tendría que hacer una ley para limitar la Honorabilidad porque entonces  sería otra cosa, dejaría de ser honorable, tanto como quien la  limita; algún motivo muy, pero que muy fuerte tendría que existir para emitir una mentira piadosa que sería la única alegación posible, cuando no el escondite o la privación de honradez. A la misma argumentación me lleva los análisis de las otras dos: Transparencia y Rentabilidad. ¿Qué razones se pueden invocar para no cumplirlas? No existen por mucho que las busquemos. Los defensores de ocultar lo que hacen, tendrán mil y un planteamientos para justificarlo: Protección nacional, derechos de terceros, lo que se quiera indicar; pero sólo será una excusa; ni uno de ellos será suficiente para demostrar que no pretenden mantener opaca la impunidad, el engaño, el delito, la indignidad. Ni siquiera sirven alegaciones de carácter privado cuando su ejemplo ha de conducir a los ciudadanos a la imitación, de tal manera y por la misma equidad, que el ciudadano tiene que ser transparente facilitando datos a la administración pública, a los poderes establecidos cumpliendo normas para aclarar actuaciones,  demostrar su identidad, evitar malos entendidos o pagar impuestos. Si la casa real, el banco de España, los políticos o quién sea, quiere estar exentos de la obligatoriedad de comportarse con transparencia, rentabilidad y honorabilidad apaga y vámonos ¡nada honrado hay que encubrir! es como si un obrero de una fábrica se negara a facilitar a su pagador lo qué hace, cómo y cuándo lo hace: una dictadura no lo haría nunca mejor. ¿En qué se diferenciará de un totalitarismo si ante nadie se ha de responder? En Aragón para coronar al Rey se decía: “Nosotros, que separadamente considerados somos como vos, y en conjunto más que vos, os hacemos a vos Rey. Si guardáis nuestras leyes y nuestros privilegios, os obedeceremos, si no, no.”
Convendría examinar qué leyes o normas son esas  que nos rigen permitiendo calamidades y desastres como el paro, la caridad, la emigración, las bochornosas listas de retraso para que el médico nos vea; las que permiten negocios con la educación,  las que nos hacen ser desiguales ante la ley, la que indulta a los bandidos, las que permite los enchufes. ¿Por que el Rey, el Gobierno y los demás poderes no se unen a la  opinión pública para que se deroguen si existen? Me imagino que la gente que las sufre se lo agradecerá si se adhieren. Es de Justicia. Yo no comprendería que no lo hicieran, menos aún, cuando las sombras de la corrupción se difuminan y se confunden con las sombras de quienes las posibilitan. “Si guardáis nuestras leyes y nuestros privilegios, os obedeceremos, si no, no”. Que nadie extrañe cómo se inicia la desobediencia, como se amasa el caldo de cultivo de la revolución, como el ciudadano se siente celoso de su libertad, se hace anarquista, delinque. Quien ejerce el poder ha de ejercerlo en concordia con la opinión pública, por mucho que las urnas le haya favorecido. Ha de renunciar a velar por intereses parciales y no ir en contra de la gente que les paga con sus impuestos. No actuar así, se llama tiranía, ejerciendo la represión con el amordazamiento de la voz, privando independencia a otras fuerzas con la intromisión de su poder, cerrando los ojos a la violencia que practican y justifican anulando sentencias, desviando la atención de prácticas punitivas, permitiendo deshonestos desmadres, ocultando información, dilapidando dinero. Basta con estar al tanto de las noticias ¡Es conmovedor! Mientras no se dé la Honorabilidad, la Transparencia y la Rentabilidad la democracia peligra y la dictadura nos acecha ¡Es una pena!

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