domingo, 22 de septiembre de 2013

MPC1: LAS CRISIS TIENEN FECHA DE CADUCIDAD

Con la presente entrada daré por finalizada la explicación del primer grupo de medidas comprendidas en el P.C.O. (Plan de Ciudades Ocupacionales) siguiendo la Guía de las mismas que dimos a conocer hace tres semanas con el título de MPC (Movimiento de Persistencia hacía la Concordia). Es esta una medida (los políticos actuales la llamarían reforma) de las más importantes, si no la que más, para que el hombre intervenga (poniéndola en marcha) en su propio beneficio. Conviene al Estado, a las empresas, a la población.
No daremos cifras, cuyas valoraciones o cuantificaciones siempre son discutibles e incomprobables en la mayoría de los casos; aportaremos argumentos de peso como los siguientes:
Uno.- El erario público recaudará más, muchísimo más; directamente.                                             
Dos.- La empresa decidirá sus costos laborales, sin mediatización ni convenio, libremente.                       Tres.- El salario de subsistencia establecido por el Gobierno será el único catalizador válido.
Cuatro.- El Gobierno jugará económicamente con políticas laborales que adecuen el consumo, el ahorro o la inversión.
Son aspectos demostrables, claros y concisos. Su concreción es fácilmente manifiesta. Existen además otras cuestiones saludables, no económicas, que repercutirían en la vida de la gente. Una de ellas y, sin duda, la más importante de nuestra existencia, la pondríamos en practica, la haríamos nuestra, ejercitándola hasta el extremo de convertirla en intrínseca e imprescindible como el mayor y mejor valor que poseemos. Me estoy refiriendo al Tiempo y a la Libertad. Elegiríamos qué hacer si el dinero o la riqueza dejaran de ser un objetivo; si no nos acuciaran. Nos estimularíamos con nuevas elecciones en términos de vida. Educación, deporte, aficiones, creencias. Desarrollaríamos el futuro de muy diferente manera. Comenzaríamos a un mejor reparto de beneficios (ya no sólo crematísticos sino intelectuales). A una menor diferencia de clases. A seguir el propio camino, el elegido, sin otras consideraciones. A disminuir el odio, la envidia, la codicia o la venganza y nos olvidaríamos del qué dirán, comportándonos adecuadamente.
Expuestos los pros, no es a mí a quien corresponde analizar sus inconvenientes, si es que los tiene. En su caso, será la parte perjudicada (que excepcionalmente siempre la hay) quien tenga que explicarlo y lo motive; tal vez, algún deportista o un asesor que cobra de la Administración, el FMI, Telefónica y Santander u otro experto tan adiestrado puedan hacerlo.
Si la idea es buena, su puesta en marcha posible y rentabiliza nuestra vida, ¿por qué no instar a que se realice? El Gobierno tiene capacidad suficiente para acometerlo. ¿Cómo hacérselo saber y que se entere?; quizá, tenga algo qué decir.

Por cuanto antecede, la medida de la que hablamos es vital. Es una medida que el mercado o la ciencia infusa no la implantará automáticamente. Es La Teoría de los números primos. Después, más adelante, hablaremos de otras (independientes y/o complementarias) que expondremos en el presente blog. Unas y otras nos evitarán la tentación de delinquir poniendo los medios al respecto. Nos procurarán vivir dignamente ocupando una actividad. Nos obviarán el sentimiento de haber nacido con el “laurel de vencedor, con todo a nuestra disposición, sin necesidad de mover un dedo”. Nos harán observar la realidad desde diferentes puntos de vista, para que, aunando esfuerzos y buena voluntad, consigamos entendernos y vivir en armonía, con democracia, libertad y respeto. ¡Ah! y las crisis habrán terminado.

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